¿Tienen derechos los animales? Esa es la pregunta que se plantea Roger Scruton en un ensayo publicado ahora en español por Ediciones Cristiandad. El filósofo británico se olvida a propósito de los tecnicismos en esta obra, para dar paso a una explicación accesible e increíblemente luminosa de este debate tan encendido en la actualidad.
¿Tienen derechos los animales? Entre aciertos y errores
La importancia de los conceptos
Desde las primeras páginas la discusión se fija en el resbaladizo concepto de los derechos. Federico de Montalvo escribe un prólogo que señala ya uno de los grandes obstáculos de la cuestión: “La paradoja del discurso de los derechos humanos es que la proliferación incontrolada de nuevos derechos y de nuevos titulares sería mucho más probable que contribuyera a una serie devaluación de la moneda de los derechos humanos que a enriquecer significativamente la cobertura general proporcionada por los derechos existentes”.
Esta importancia de cuidar los conceptos la señala también Roger Scruton en el prefacio, denunciando la pérdida de valores que sufrimos en Occidente: “Las viejas ideas del alma, el libre albedrío y el juicio eterno, que hacían que la distinción entre animales y personas fuera tan importante y tan clara, han perdido su autoridad y no han sido sustituidas por otras ideas mejores”.
Esa falta de claridad es la que el autor quiere resolver. Por eso, no tiene miedo de tratar temas como el sacrificio animal, las corridas de toros, los zoológicos o la caza, desentrañando conceptos que hemos liado en un discurso en el que resalta más el sentimentalismo que la razón o una moral bien definida.
Mascotas y otros animales
No puede engañarse el lector pensando que Scruton no aprecia a los animales y que está empeñado en la superioridad del hombre. Si bien señala que, efectivamente, el ser humano tiene un papel dominante en la jerarquía de la naturaleza, es ese rol el que también exige una responsabilidad.
Y dentro de la propia categoría de los animales también hay niveles. Un león no es lo mismo que el perro enano de tu vecina, te guste o no. El perro es una mascota, definida por Roger Scruton como “un miembro honorario de la comunidad moral, aunque exento de la carga del deber que dicha condición normalmente requiere”.
Tener cariño a tu gato es normal y es sano, saber que te necesita para desarrollarse es tomar conciencia de tu responsabilidad hacia él. Esta idea es importante para reconocer que no basta con no hacer daño a los animales y dejar que vivan en paz. El autor lo aclara diciendo que “si la moralidad no fuera más que un mecanismo para minimizar el sufrimiento, bastaría con mantener a nuestras mascotas en un estado de mimada somnolencia, despertándolas de vez en cuando con un plato de sus golosinas favoritas. Sin embargo, tenemos una concepción más plena de la vida animal, que se refiere, aunque sea de lejos, a nuestra concepción de la felicidad humana”.
Claridad en el debate sobre los animales
Capítulo a capítulo, Scruton aborda cuestiones esenciales en el debate sobre los animales. La discusión se abre en el plano filosófico, tocando los temas de la metafísica y la moralidad. Para los que deseen un conocimiento más profundo, el autor ofrece también unos apéndices sobre la ganadería, la caza y la pesca, además de un glosario de términos filosóficos.
Lo mejor del libro es que no olvida que, efectivamente, tu perro te parece monísimo y dejarlo en la calle abandonado a su suerte no te parece una opción. Pero las hormigas te dan asco y pisar una en la calle no te importa nada. Esto no te convierte en un hipócrita, sino que tiene un sentido profundo que, bien orientado, nos ayuda a vivir esa responsabilidad que tenemos para con las otras criaturas.
Sin sentimentalismos, sin extremismos y con una conciencia ecológica, Roger Scruton ha logrado aportar luz a un debate complejo cuyos términos aclara en un libro breve y muy recomendable.