América Latina

República Dominicana: hacia el año jubilar

La reciente presentación de dos documentos oficiales en 2021 de la Conferencia del Episcopado Dominicano (La Carta Pastoral y el Mensaje con motivo del mes de la patria) marcan la pauta para los católicos durante este año.

José Amable Durán·9 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
iglesia de Santo Domingo republica dominicana

Foto: Ruddy Corporan / Unsplash

Cada año la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) emite dos documentos oficiales: una carta pastoral que se ha publicado el 21 de enero, con ocasión de la fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano, dirigida a toda la feligresía en la que aborda un tema de fe desde el aspecto bíblico-doctrinal y teológico-pastoral; y un Mensaje que se ha publicado el 27 de febrero, día de la Independencia Nacional, dirigido a todos los dominicanos, en los que trata temas de interés nacional  proponiendo y sugiriendo sabias orientaciones sociopolíticas desde la luz de la fe y la doctrina social de la Iglesia. En este breve artículo me permito presentar los dos documentos publicados este año 2021.

La Carta Pastoral

La Carta Pastoral del 21 de enero 2021 lleva por título: “Nuestra Señora de la Altagracia, un regalo de Dios al pueblo dominicano”. Se trata de un documento con dos objetivos bien claros: Llevar unas palabras de aliento y esperanza a nuestro pueblo (ante los diversos sufrimientos causados, de manera especial, por los efectos de la pandemia del Covid-19) y  disponer el corazón de los cristianos católicos a la celebración de los 100 años de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Altagracia que se celebrarán con un año jubilar que iniciará, Dios mediante,  el 15 de agosto del 2021 y concluirá el 15 de agosto del 2022. 

Para lograr estos dos objetivos los obispos, hacen memoria del don que el Señor nos ha hecho desde los orígenes  mismo de nuestra  historia, en la imagen milagrosa de Nuestra Señora de la Altagracia, al tiempo que  resaltan la devoción mariana de los dominicanos. Por otra parte, en concordancia con el documento de Aparecida, presentan a la Virgen como “modelo de discípula misionera e intercesora a favor de sus hijos. Finalmente, invitan a renovar nuestra fe, mediante una ardorosa devoción a nuestra madre espiritual, acogiendo como ella el Reino de Dios, al tiempo que encomiendan a su poderosa protección a todo el pueblo dominicano.  


El Mensaje por el mes de la patria

El mensaje del 27 de febrero 2021, lo ha titulado: “Y al mundo mostremos que somos hermanos”. En este breve documento, los obispos, como pastores de nuestro pueblo, inspirándose en la encíclica Fratelli Tuti del Papa Francisco, y en uno de los poemas del patricio Juan Pablo Duarte, de donde toman su título, tratan de responder a una pregunta clave: ¿qué significa construir la fraternidad en suelo dominicano hoy? Y responden haciendo las siguientes afirmaciones: 

El hogar

En primer lugar, el espíritu fraterno se construye en el hogar, pero denuncian que no todas las familias tienen las mismas posibilidades, de ahí el deber que tiene el estado de crear las condiciones necesarias para que todas las familias logren desarrollarse sanamente en un ambiente estable. En este sentido, como acción concreta invitan a las universidades católicas a organizar un simposio abierto a  fin de ayudar a definir una auténtica política familiar adecuada para toda la sociedad dominicana.  

En segundo lugar, frente al drama del aborto y la “sociedad del descarte”, subrayan que no hay verdadera fraternidad sin cuidar la vida humana en todas sus etapas y expresiones.

Una fraternidad universal

En tercer lugar, la construcción de una fraternidad universal. En este sentido,  motivan  a cultivar un sano nacionalismo, es decir, un sentido de la dominicanidad que no se cierre en un sentimiento nacional exacerbado y cerrado al extranjero o al diferente, mucho menos desde nuestra realidad de creyentes; a este tenor, en comunión con el Santo Padre, animan a vencer el temor que hoy provoca el encuentro con los migrantes y extranjeros, y más bien, dejarnos enriquecer y complementar con su dones y talentos. 

Cuarto, la corrupción rompe con la fraternidad como nación. Los Obispos reconocen que los dominicanos, como reclamo de justicia y reivindicación de su dignidad personal y de pueblo, han ido tomando paulatinamente una más clara conciencia de este flagelo. No obstante, también llaman no sólo a reclamar sus justos derechos, sino también ha hacer un examen de conciencia personal para no caer en aquella mala práctica de solo ver la paja en el ojo ajeno (Cf. Mt 7, 3-4). 

Mostrar que somos hermanos

Por último, «…Y al mundo mostremos que somos hermanos». Hoy como ayer, la independencia sigue siendo una tarea pendiente, “que ha de realizarse paciente y valientemente desde el derecho que asiste a todos los pueblos.” Ahora bien, no basta el derecho, es preciso enarbolar “emociones políticas universalizables”  que sirvan de motor al compromiso político. A este tenor, nuestro Himno nacional recoge este sentir en una de sus estrofas cuando dice: “Ningún pueblo ser libre merece si es esclavo, indolente y servil, si en su pecho la llama no crece que templó el heroísmo viril.” Finalmente, nuestros pastores reconocen el espíritu de acogida y solidaridad que nos caracteriza como dominicanos, al tiempo que llevan un mensaje de esperanza exhortando a no perder la fe en medio de las dificultades y a continuar “mostrando al mundo que somos hermanos».

El autorJosé Amable Durán

Obispo Auxiliar de la Archidiócesis de Santo Domingo, República Dominicana

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