España

Rémi Brague propone el perdón ante ‘la cultura de la cancelación’

El filósofo francés y profesor emérito de La Sorbona, Rémi Brague, ha manifestado en el 23 Congreso de Católicos y Vida Pública que lo que está en juego con la cultura de la cancelación es “nuestra relación con el pasado”, y que debemos elegir “entre perdonar o condenar”. El historiador propone “recobrar nuestra capacidad de perdonar”.

Rafael Miner·14 de noviembre de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos
Rémi Brague

Foto: Rémi Brague durante la conferencia ©CEU

“Lo que está en juego aquí no es solo el problema concreto de la cultura occidental. En líneas más generales, se trata de nuestra relación con el pasado”, señaló el pensador francés en su intervención en el segundo día del congreso, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), y el CEU.

“En concreto, hemos de preguntarnos qué tipo de actitud debemos adoptar ante aquello de lo que somos producto: para empezar, ante nuestros padres, nuestro país y nuestro idioma, entre otros, y seguir remontando el cauce hasta el ‘pequeño estanque cálido’ donde Darwin imaginó que había surgido la vida e, incluso, hasta más atrás: hasta el Big Bang. Debemos elegir entre perdonar o condenar”,

“El pasado está repleto de buenas obras, pero se ve empañado por multitud de actos horripilantes que recordamos con mayor facilidad. Los traumas permanecen en la memoria, mientras que damos demasiado fácilmente por sentado aquello que resulta placentero, como si en lugar de ser un regalo fuese algo merecido”.

A su juicio, “la creación auténtica nunca cercena el vínculo con el pasado. En un pasaje sumamente interesante de su obra Discursos, Maquiavelo constata que el cristianismo no pudo sofocar por completo los recuerdos de la religión anterior porque tenía que mantener el latín,  la lengua del Estado romano que perseguía a los creyentes, para propagar la nueva fe”.

Capacidad de perdonar

En cualquier caso, prosiguió el filósofo, “nuestra cultura actual está atrapada en una suerte de perversión del sacramento de la penitencia: tenemos confesiones por doquier y queremos que otros se confiesen y arrepientan. Sin embargo, no hay absolución alguna, no existe el perdón, por lo que tampoco existe ni la esperanza de una nueva vida ni la voluntad de tomar sus riendas. Ojalá podamos  recobrar nuestra capacidad para perdonar”, señaló Remi Brague, que recibió el Premio de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI en 2012, y ha sido doctor Honoris Causa por la Universidad CEU San Pablo en 2020.

La ponencia de Rémi Brague en el Congreso de este año ha tenido por título ¿La cultura de la cancelación o la cancelación de la cultura? Como es sabido, uno de los fenómenos culturales de nuestros días es la cancelación, es decir, retirar el apoyo a personas, hechos, acontecimientos o culturas en función de determinados parámetros. Una retirada que puede llegar incluso hasta la negación.

Autores griegos y latinos

Por poner un ejemplo de la exposición del profesor francés, “un joven profesor de Clásicos en Princeton, Dan-el Padilla Peralta, hizo recientemente un llamamiento donde se posicionaba en contra del estudio de los autores griegos y latinos por fomentar el racismo. En primer lugar, porque las referencias a la Antigüedad clásica se esgrimen a veces como armas a favor  del supremacismo blanco. En segundo lugar, y más importante aún, porque el mundo antiguo recurrió  en parte a la mano de obra esclava a modo de infraestructura sobre la que levantar su cultura”.

“Como cristiano que soy”, señaló Rémi Brague, “no veo con buenos ojos este tipo de sistema social y deseo su desaparición. Además, me complace destacar que la esclavitud perdió su legitimidad gracias a la revolución en el pensamiento que trajo consigo la nueva fe. Si me permiten aludir una vez más a la manida oposición entre los dos puntos de referencia de la cultura occidental, Jerusalén hizo más justicia a la igualdad   radical de todos los seres humanos que Atenas”.

En ese dilema entre perdonar o condenar, el pensador francés ha formulado una serie de reflexiones. Por ejemplo, que “la condenación es una postura satánica. El satanismo puede ser relativamente suave, y tanto más eficiente. Según Satán, todo lo que existe es culpable y debe desaparecer. Estas son las palabras que Goethe pone en boca de su Mefistófeles (Alles was entsteht, / Ist wert, daß es zugrunde geht).

Sin embargo, “perdonar no es tarea fácil”, añadió. “¿Cómo podemos dar nuestra aprobación a lo que nos precedió?  […] “El pasado de la humanidad está marcado por los conflictos y las guerras”, por eso, admitió que “una personalidad a la que una cultura A considere un héroe puede representar la encarnación del mal para una cultura B”. A lo que añadió que “únicamente culturas que no existen y puramente imaginarias pueden ser totalmente inocentes”.

Influencia de Descartes

En palabras de Brague, “lo que se denomina cultura de la cancelación puede percibirse a primera vista como un fenómeno contemporáneo y que, por ende, pertenece al ámbito periodístico más que al filosófico”. Sin embargo, señaló que “un análisis más detallado nos permite ver que estamos en la última fase (por ahora) de un largo proceso que empezó en la antesala de los tiempos modernos. No estamos viendo sino la espuma de una ola mucho más grande. La idea de hacer tábula rasa se remonta al siglo XVII, con el filósofo francés René Descartes. Éste planeó desprenderse de los prejuicios de su infancia para construir un nuevo edificio de conocimiento cimentado sobre un terreno completamente nuevo”.

Así, el filósofo francés ha considerado que, “siempre es más fácil destruir que crear algo de la nada”, algo que nos debería enseñar “mostrar una cierta prudencia. Cuando tocamos lo que las generaciones anteriores han construido, deberíamos hacerlo con manos temblorosas. Solo Stalin afirmó que no le temblaría el pulso a la hora de decidir realizar una purga y enviar a la gente al paredón”.

Presentó al profesor Rémi Brague el director del Centro de Estudios Formación y Análisis Social (CEFAS) del CEU, Elio Gallego, quien calificó al filósofo como “discípulo lejano de Sócrates, y señaló también que «la conversación actual necesita libertad y verdad, una necesita de la otra».

En la inauguración de este Congreso de Católicos y Vida Pública, el mensaje subyacente ha sido la conexión íntima entre la corrección política y la cultura de cancelación, que apunta a la eliminación del debate de las ideas discordantes. En primera fila de está el cristianismo, que “es ya políticamente incorrecto”, aseguró el viernes su director, Rafael Sánchez Saus, quien se refirió a lo políticamente correcto como la “megaideología de nuestro tiempo”, que se compondría de “un conjunto de ideas dispersas, débiles desde el punto de vista intelectual, unidas por la negación de la trascendencia”. 

Dimensión trascendente del hombre

Precisamente en la negación de la dimensión trascendente del hombre está “la raíz del totalitarismo moderno”, manifestó el nuncio del Vaticano en España, Mons. Bernardito Auza, que al tratar de eliminar aquello que hace al hombre “sujeto natural de derechos”, pone a las libertades en peligro. Lo políticamente correcto, aseguró también, “tiene el riesgo de convertirse en el Gran Hermano de Orwell”. 

Por su parte, el presidente de la ACdP y del CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, puso el foco en la actualidad de nuestro país. Desde su punto de vista, la cultura de la cancelación se muestra en medidas como la reciente reforma penal por la que se puede llegar a castigar hasta con penas de prisión a los participantes en grupos de información y oración que se reúnen frente los centros en las que se practican abortos. También alertó de los peligros que entraña la cultura de lo políticamente correcto para la “cohesión de los católicos”.  

También el viernes, intervino el portavoz del partido polaco Ley y Justicia, Ryszard Legutko. A su juicio, en las instituciones de la UE se detecta un afán de ingeniería social. “Tratan de reestructurar toda la sociedad” con instrumentos creados para “generar esa nueva sociedad”. Legutko señaló cómo, de la mano del “igualitarismo, el neomarxismo y el liberalismo”, la corrección política ha pasado a “ser una parte integrante del proceso europeo”.  En su opinión, la cultura de la cancelación del discrepante, da lugar a la paradoja de que una sociedad que se presenta a sí misma como plural, inclusiva y tolerante, “está llena de discriminación, injusticia, intolerancia y odio”, argumentó.

Este domingo, tras la Misa que celebrará el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, pronunciará una conferencia Bieito Rubido, director de El Debate, sobre el tema Las trampas del neolenguaje y la erosión de los valores. A continuación, tendrá lugar el acto de clausura.

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