Ante la consternación por el reciente ataque terrorista en la capital austriaca, el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn, pide al pueblo vienés que continúe “por el camino de la solidaridad, la comunidad y la consideración”.
Nadie debe ahora dejar que el pánico le engañe para que responda al odio con odio. “¡No os daremos nuestro odio!”, exclamó el cardenal Schönborn. “Aunque ahora tengamos que mantener las distancias debido a la pandemia, no podemos mantener las distancias en nuestro corazón. Mientras en nuestra sociedad el calor sea más fuerte que el frío del odio, no tenemos por qué perder el ánimo”.
Autoridades religiosas y políticas, unidas por la paz
En la gran celebración litúrgica en sufragio y conmemoración del martes por la noche en la catedral de San Esteban en Viena, representantes de todas las comunidades religiosas y numerosos políticos expresaron sus condolencias por las víctimas y sus familias.
“Pedimos la bendición y la paz para los fallecidos, los heridos, los que lloran y para todo el país”, explicó el cardenal Schönborn al inicio de la celebración. “La concordia entre las religiones no debe verse comprometida por actos individuales causados por el odio”. Y recordó que la paz nunca es un producto ya terminado, sino que siempre consiste en una red de muchas atenciones individuales.
Durante la gran oración ecuménica por la paz en la catedral de Salzburgo, numerosos creyentes rezaron con el presidente de la Conferencia Episcopal de Austria, el arzobispo de Salzburgo Franz Lackner, por la paz y la reconciliación entre pueblos y grupos étnicos hostiles. El arzobispo Lackner animó a todos a oponerse al acto de terror “interiormente con toda su fuerza de espíritu y de su fe”.
La Iglesia reza por Austria
El Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en Austria, padre Karl Wallner, recordó en una circular que la única respuesta cristiana al odio del fundamentalismo islámico es el amor que Jesucristo ejemplificó. “Escribo porque es muy importante para mí que nos animemos unos a otros y permanezcamos unidos como Iglesia. Me alegra compartir con Usted una maravillosa experiencia de solidaridad: en las últimas horas, muchos de nuestros socios de proyectos, obispos, sacerdotes, religiosas, misioneras, laicos de África y del Sur me han escrito: la Iglesia universal reza por nosotros en Austria, ¡la Iglesia universal reza por Usted!”.