Vaticano

Rápidos y decisivos: así son los cónclaves del siglo XX y XXI

Con excepciones históricas, la mayoría de los cónclaves modernos han durado menos de cinco días. La Iglesia ha mostrado eficacia al elegir sucesores de Pedro.

Javier García Herrería·29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
cónclaves

CNS photo/Vatican Media

Tras la muerte de un pontífice, la Iglesia entra en sede vacante, un periodo de reflexión y oración que culmina con el cónclave: la reunión de los cardenales electores encargada de elegir al nuevo Papa. Si bien en la Edad Media los cónclaves podían alargarse durante meses e incluso años, el siglo XX y lo que va del XXI han mostrado una notable agilidad en las deliberaciones, con elecciones resueltas en pocos días.

Un recorrido por la historia reciente muestra cómo los cardenales han tomado decisiones rápidas en momentos cruciales para la Iglesia. El cónclave más breve de los últimos 100 años fue el que eligió a Benedicto XVI, tras la muerte de Juan Pablo II en 2005. Duró apenas 26 horas, destacándose como uno de los más rápidos en siglos. Por contraste, el más largo de la historia fue el que eligió a Gregorio X, que se prolongó por dos años y nueve meses entre 1268 y 1271.

Los últimos 120 años

Durante el siglo XX y XXI, los cónclaves han sido notoriamente breves. La elección de Pío X en 1903 se resolvió en apenas tres días, mientras que su sucesor, Benedicto XV, fue elegido en cinco días en 1914. En 1922, Pío XI fue nombrado tras cuatro días de deliberaciones. La elección de Pío XII, en 1939, también fue rápida, durando solo tres días.

El patrón continuó con Juan XXIII, quien fue elegido en tres días en 1958, y con Pablo VI, cuyo cónclave en 1963 duró igualmente tres días. El proceso más breve del siglo XX se dio con Juan Pablo I, elegido en dos días en 1978. Ese mismo año, Juan Pablo II, el primer Papa no italiano en siglos, fue elegido tras cuatro días de cónclave.

En el siglo XXI, la elección de Benedicto XVI destaca por su rapidez excepcional: tan solo 26 horas bastaron en 2005 para designarlo sucesor de Juan Pablo II.

Si hacemos caso a todos estos precedentes, el domingo 11 de mayo es seguro que habrá un nuevo Papa.

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