San Fermín nació en Pamplona a finales del siglo III d. C. Sin embargo, los primeros documentos que se conservan sobre su vida y el culto a este santo datan del siglo VIII, lo que ha llevado a muchos a dudar de la veracidad histórica del personaje, como indica la página de la Real Academia de Historia.
Según las historias tardías, san Fermín era hijo del senador romano Firmo, de Pamplona, quien se convirtió al cristianismo junto con toda su familia.
Con solo 24 años, Fermín fue consagrado obispo y abandonó su tierra natal para predicar el evangelio en la Galia. En Beauvais estuvo preso, pero quedó en libertad de nuevo cuando murió el gobernador Valerio.
Una vez libre, fue a Amiens, donde muchas personas se convirtieron al cristianismo por su predicación. Uno de estos conversos fue el senador Faustiniano.
Sin embargo, los senadores Lóngulo y Sebastián le mandaron encarcelar, y fue posteriormente decapitado en secreto en prisión. El senador Faustiniano recuperó su cuerpo.
Según la Real Academia de Historia, “históricamente solo es posible afirmar que a finales del siglo VIII se veneraba en Amiens a un obispo de nombre Fermín, del que se ignoraba incluso su condición de mártir o confesor. Para obviar problemas, el personaje se desdobló en dos y fue el mártir quien alcanzó mayor veneración, hasta el punto de adjudicarle unas reliquias y una extensa biografía. A la ciudad de Pamplona llegó una reliquia el año 1186, celebrándose la fiesta de su traslación el 10 de octubre”.
A partir de 1590, su festividad comenzó a celebrarse el día 7 de julio.