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Movimientos eclesiales y formación para el acompañamiento espiritual

Más de 250 personas se dieron cita en la Semana de estudio organizada por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma para hablar sobre libertad, formación y acompañamiento espiritual.

Giovanni Tridente·10 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
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Foto: Una de las sesiones de las jornadas sobre acompañamiento espiritual ©Pontificia Universidad Santa Cruz

Ayudar al crecimiento humano y sobrenatural de quienes pertenecen a movimientos eclesiales y nuevas comunidades sin dejar, por otro lado, de profundizar en los retos y problemas que hoy plantea este delicado ámbito del acompañamiento espiritual.

De todo esto se habló durante la Semana de Estudios organizada estos días en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz por iniciativa de las Facultades de Derecho Canónico y Teología.

Unas 250 personas de treinta países diferentes han asistido a esta semana ya sea de modo presencial o en línea. Entre ellos se encontraban profesores, catequistas, líderes comunitarios, misioneros, formadores, asistentes espirituales, médicos que pudieron profundizar en diversos aspectos del acompañamiento y participar también en una serie de talleres con casos prácticos y compartiendo experiencias y testimonios.

Entre las realidades religiosas representadas se han dado cita miembros de algunas diócesis, pero también fieles de Congregaciones y Movimientos como el Movimiento de los Focolares, los Legionarios de Cristo, el Camino Neocatecumenal, la Prelatura del Opus Dei  o  la Comunidad de L’Emmanuel, la Asociación Nuevos Horizontes, por citar sólo algunos.

La semana fue inaugurada por el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que también patrocinó toda la iniciativa.

Salvaguardar la libertad

«El objeto primordial del acompañamiento espiritual debe ser el progreso ‘real’ en la vida cristiana -comenzó el obispo irlandés-, por lo que es necesario favorecer «no la identificación con el carisma, ¡sino la identificación con Jesucristo!». De hecho, es precisamente el carisma el que dentro de un movimiento se pone «al servicio de la imitación y el seguimiento de Cristo».

En cuanto a la elección de los compañeros espirituales, hay que evitar, según el Cardenal, «imposiciones o limitaciones por parte de los responsables de movimientos o comunidades», precisamente porque hay que salvaguardar siempre la libertad personal.

Aprender a rezar

Mons. Massimo Camisasca, fundador de la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo, hizo hincapié en el acompañamiento como camino de formación. «El primer paso de un verdadero acompañamiento es escuchar. Todo fiel que recibe acompañamiento espiritual se beneficia de esta actitud y, de este modo, la dirección espiritual se transforma «en una escuela de oración, entendida como diálogo con Dios». Sin embargo, para que este enfoque dé fruto, es necesario injertar a la persona «en una comunidad orante».

Hacia el deseo de la verdad

También intervino en la Semana el Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, el arzobispo y teólogo Rino Fisichella, que centró su reflexión en cómo formar evangelizadores que sean «hombres y mujeres de Dios». La respuesta pasa por adquirir una nueva conciencia que haga a los cristianos capaces de «entrar en el corazón de las culturas, de conocerlas, comprenderlas y orientarlas hacia ese deseo de verdad que pertenece a todo hombre y mujer en busca del sentido de su vida».

Sobre la importancia de integrar psicología y fe habló el obispo de San Benedetto del Tronto (en la región de Las Marcas, Italia), que mostró cómo esta disciplina puede ayudar a las personas a «alcanzar una mayor libertad concreta y una mayor disponibilidad para seguir a Jesús», aunque nunca podrá dar a toda la realidad humana el horizonte último de la existencia.

Acompañar el proceso de toma de decisiones

El canosiano P. Amedeo Cencini, de la Pontificia Universidad Salesiana, contempló la figura del acompañante como «hermano mayor en la fe y en el discipulado», que ofrece al «hermano menor» esa ayuda de carácter espiritual que le permite «descubrir la acción de Dios en su vida y decidir libremente responder a ella».

Aquí tampoco puede faltar la formación: «el acompañante espiritual debe estar capacitado para acompañar el propio proceso de toma de decisiones. De hecho, promoverla como la forma normal de ser del creyente’.

La función de iluminar

«El que acompaña tiene la función de iluminar, orientar, observar para comprender hacia dónde el Espíritu está guiando a esa alma. Pero no puede imponer: su función es de servicio, no de dominio», fueron las palabras con las que el Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Luis Navarro, resumió los principales puntos surgidos de la Semana de Estudios, sabedor de que aún quedan aspectos por mejorar «en este servicio a las almas querido por Dios para su Iglesia».

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