Desde el 2020 se han producido al menos 308 incidentes de vandalismo y destrucción en parroquias o capillas de la Iglesia en Estados Unidos. Incendios provocados, imágenes destruidas, vitrales destrozados, objetos litúrgicos robados, paredes y puertas pintadas con lenguaje anticatólico, son algunos de los casos de actos vandálicos que se han suscitado en los últimos tres años.
Algunas veces estos delitos pueden incrementar de nivel y convertirse en ataques de odio resultantes en pérdida de vidas humanas, como sucedió en el 2017 en la iglesia de san Agustín, en Des Moines, Iowa. En otras ocasiones, los ataques pueden ser cibernéticos como en el 2019 en la iglesia de San Ambrosio en Brunswick, Ohio, delito informático que dejó pérdidas millonarias. Las amenazas a los lugares de culto en EU son cada vez más complejas y generalizadas, van desde actos de vandalismo o ataques cibernéticos hasta ataques con armas.
Ante esta realidad, Mons. Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente del Comité para la Libertad Religiosa de la USCCB, señalaba en el 2022: “Los obispos estadounidenses han observado una preocupante tendencia al vandalismo en las iglesias católicas. No estamos solos. Nuestros amigos de otros grupos religiosos también sufren estos ataques y en algunas comunidades se producen con más frecuencia”.
Los lugares de culto católicos, cristianos, judíos y musulmanes se han convertido en objetivos potenciales para actos vandálicos o ataques, especialmente a partir del conflicto entre Israel y Hamas. Christopher Wray, director del FBI señaló en una comparecencia ante legisladores el 6 de diciembre que los crímenes de odio en los EUA han ido en aumento desde hace algún tiempo, pero el número de casos ha aumentado en un 60 % desde octubre del 2023.
Seguridad para las comunidades religiosas
Ante estos hechos, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), a través de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad publicó el 6 de diciembre una serie de lineamientos de seguridad para los lugares de culto. El documento de 16 páginas titulado “Metas de desempeño en seguridad física para comunidades religiosas” contiene una serie de acciones específicamente diseñadas para ayudar a las organizaciones religiosas a planificar, proteger sus edificios y responder a las amenazas.
“Los objetivos de desempeño de seguridad física que publicamos hoy brindan a las iglesias, sinagogas, mezquitas y otras instituciones religiosas estrategias accesibles y fácilmente implementables para mejorar su seguridad y reducir el riesgo para sus comunidades”, señaló Alejandro N. Mayorkas, Secretario del Departamento de Seguridad Nacional. Por su parte, Jen Easterly, Directora de la agencia del DHS encargada de la Agencia de Infraestructura y Ciberseguridad de DHS indicó: “La agencia tiene una larga experiencia de apoyo a comunidades religiosas para mejorar las prácticas de seguridad física y cibernética”.
Algunas de las recomendaciones que se presentan en el documento son: Monitorear los puntos de acceso con sistemas de videovigilancia, colocar iluminación activada por movimiento en el exterior, instalar alarmas en ventanas y puertas, controlar el acceso a zonas reservadas como oficinas, instalaciones eléctricas o informáticas. En el caso de escuelas, se recomienda tener un solo punto de entrada controlado.
Por otra parte, para prevenir ataques cibernéticos, la agencia recomienda actualizar el software periódicamente, requerir contraseñas seguras para el acceso a archivos informáticos, proteger los datos con métodos de cifrado, verificar que no haya conexiones o dispositivos no autorizados en los ordenadores. El texto también sugiere formar un equipo de planeación en materia de seguridad con miembros de la comunidad y tener un líder, idealmente con experiencia profesional en el área, para coadyuvar frente a situaciones de emergencia.
DHS también recomienda a los líderes de los grupos religiosos acercarse al personal local y agencias encargadas de las fuerzas del orden para conocer la forma en la que estas pueden ayudar a enfrentar una emergencia cuando se presente.