En la tarde del martes 2 de febrero, tuvo lugar un coloquio organizado por Omnes con el profesor Jose María Torralba. Se trata de los Diálogos Omnes, unos coloquios con autores o figuras relevantes, ofrecidos de manera exclusiva para los colaboradores, aquellas personas que apoyan económicamente el proyecto de Omnes (puedes conocer cómo formar parte aquí).
Jose María Torralba es profesor de ética y director del Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra. El diálogo llevaba por título «Libertad y deseo en la educación de la voluntad«, y partía como base de una tribuna del propio autor publicada en Omnes, titulada «Voluntad como motor y voluntad como corazón«.
Un tema muy de moda
El diálogo comenzó con la intervención del moderador, Rafael Miner, redactor de Omnes, que presentó al profesor e introdujo el tema, «tan antiguo como la filosofía, aunque se ha puesto muy de moda en los últimos años». De hecho, apuntilló, que en la Universidad de Oxford están trabajando en un programa de liderazgo virtuoso. En otros puntos de Europa interesa y están trabajando en la educación del carácter desde una perspectiva aristotélica, de las virtudes.
Los objetivos que planteó el profesor Torralba, una vez le dio paso el moderador, fueron principalmente dos: por un lado, reflexionar sobre algunos rasgos de la capacidad humana de desear que llamamos voluntad; y por otro, situarnos para estar en condiciones de educarla mejor: en nosotros mismos y en los demás, para aquellos que se dedican a la educación.
Deseo y libertad
El profesor Torralba continuó identificando algunos conceptos iniciales, de los cuales cabe reseñar, por un lado, que la identidad se define con el deseo, por eso en la educación de la voluntad nos jugamos tanto. Por otro lado, esta tarea tiene que llevarse a cabo desde uno mismo. Podría decirse que se trata de autoeducación, donde el protagonista es uno mismo, y la libertad juega un papel fundamental.
Para ilustrar un clásico error en esta tarea, el hecho de que sea decisiva la fuerza de voluntad, se sirvió de un experimento con niños pequeños, el Marshmallow Test. Este experimento consiste en que a varios niños le ofrecen una golosina, y les dicen que si esperan unos minutos y aguantan sin comérsela le dan otra golosina adicional. En realidad, la lectura que se debe hacer de este ejemplo es que los niños actúan por lo que han aprendido en su familia, en su colegio o en su entorno.
Dos dimensiones de la voluntad
Por último, expuso las distintas dimensiones de la voluntad: la voluntad como «motor» y la voluntad como «corazón». Quiso subrayar que quizá la tradición de la que procedemos, cultural o religiosa, haya hecho mayor hincapié en la primera dimensión, en la voluntad como motor; cuando es importante un equilibrio entre las dos.
«La distinción sirve para explicar que el problema del voluntarismo espiritual consiste en reducir la función de la voluntad a ser motor, es decir, a la capacidad de realizar acciones correctas. Por su parte, el riesgo de entender la voluntad solo como corazón sería acabar en algún tipo de quietismo espiritual, como si no hiciera falta esforzarse para lograr el bien y crecer moralmente».
Una vida lograda
El profesor Torralba concluyó con una propuesta y una clave. La propuesta, llegar a alcanzar una vida lograda. Y la clave, integrar las dos dimensiones, donde «una buena educación de la voluntad es aquella que consigue que el corazón sea el motor».