Vaticano

Primacía del Papa, comunión, unidad y sinodalidad

El Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha publicado un documento que recoge las respuestas a los diálogos ecuménicos sobre el ministerio del Papa iniciado por san Juan Pablo II.

Andrea Acali·13 de junio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé de Constantinopla intercambian regalos al final de una reunión privada en el Vaticano el 17 de septiembre de 2019. ©CNS photo/Vatican Media

La primacía del Papa ha sido siempre uno de los mayores obstáculos en el camino hacia la plena unidad de las Iglesias cristianas. El diálogo ecuménico avanza y ahora el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha publicado un documento de estudio, «El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y respuestas a la encíclica Ut unum sint’, con la aprobación del Papa Francisco, que resume por primera vez las respuestas a la encíclica de San Juan Pablo II y a los diálogos ecuménicos sobre la cuestión de la primacía y la sinodalidad. 

El documento concluye con una propuesta del Dicasterio que identifica las sugerencias más significativas presentadas para un ejercicio renovado del ministerio de unidad del Obispo de Roma «reconocido por todos y cada uno».

«El objetivo del documento -dijo el Prefecto del Dicasterio, el Cardenal Kurt Koch,- es ofrecer una síntesis objetiva de los recientes desarrollos en la discusión ecuménica reflejando las ideas y limitaciones de los documentos de diálogo y una breve propuesta del pleno del Dicasterio que identifica las sugerencias más significativas sobre el ministerio de unidad del Obispo de Roma». El documento incorpora unas 30 respuestas a la encíclica Ut Unum Sint y 50 documentos de diálogo sobre el tema, así como las opiniones de expertos católicos, protestantes y ortodoxos.

«Todo el mundo -añadió Koch- está de acuerdo en la necesidad de la unidad a nivel universal, pero la forma de ejercerla está sujeta a diferentes interpretaciones. A diferencia de las polémicas del pasado, la cuestión del primado no se ve sólo como un problema, sino como una oportunidad para reflexionar sobre la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo».

Una de las ideas más interesantes tiene que ver con el ejercicio del ministerio petrino intrínseco a una dinámica sinodal, como señaló el cardenal Grech, Secretario General de la Secretaría General del Sínodo: «Esta investigación resulta inestimable para responder a la petición de Juan Pablo II en Ut unum sint: una ‘forma de ejercicio del primado que, sin renunciar en absoluto a la naturaleza esencial de su misión, se abra a una nueva situación'». 

Grech se refirió también «a la época de los grandes concilios: mientras nos preparamos para celebrar el aniversario del Concilio de Nicea, no podemos olvidar que fue el emperador Constantino quien lo convocó. Y ello porque la Iglesia antigua, que era sin duda una Iglesia sinodal, no había madurado un consenso pleno en torno al primado». Por último, el cardenal subrayó cómo el proceso sinodal pone de relieve un nuevo «modo de ejercer el ministerio petrino» que «la Iglesia, a través del proceso sinodal, ya reconoce». 

La dinámica sinodal, desarrollada sobre el triple registro de la communio – fidelium, Ecclesiarum, episcoporum – muestra cómo sería posible llegar a un ejercicio de la primacía a nivel ecuménico». 

El representante de la Iglesia Apostólica Armenia ante la Santa Sede, Su Eminencia Khajag Barsamian, calificó el documento de «punto de partida renovado para el diálogo ecuménico. Los primeros siglos son una fuente de inspiración para la realidad actual, no sólo en términos de derecho, sino de comunión. Había una enorme diversidad de modelos eclesiásticos: estamos convencidos de que estas formas de comunión deben seguir siendo paradigmáticas». También subrayó la importancia de la sinodalidad para la plena comunión.

Por su parte, el representante del arzobispo de Canterbury ante la Santa Sede, Ian Ernst, subrayó la necesidad de una «reformulación del Vaticano I, que sigue siendo un gran escollo para el diálogo ecuménico porque hoy resulta incomprensible. Es necesario volver a presentarlo a la luz de una eclesiología de comunión que aclare los términos». Y ésta, como aclaró Koch, es una de las propuestas del documento de estudio, sobre el que se trabajará en los próximos años.

Otras sugerencias incorporadas en el documento incluyen una distinción más clara entre las diferentes responsabilidades del Obispo de Roma, en particular entre su ministerio patriarcal en la Iglesia Occidental y su ministerio primordial de unidad en la comunión de las Iglesias, así como una distinción entre el papel patriarcal y primordial del Obispo de Roma y su función política como jefe de Estado. Otra recomendación de los diálogos teológicos se refiere al desarrollo de la sinodalidad en el seno de la Iglesia católica.

Por último, la promoción de la «comunión conciliar» mediante encuentros regulares entre los líderes de la Iglesia en todo el mundo, para hacer visible y profundizar la comunión que ya comparten. En el mismo espíritu, muchos diálogos han propuesto diversas iniciativas para promover la sinodalidad entre las Iglesias, especialmente a nivel de obispos y primados, mediante consultas regulares y acciones y testimonios conjuntos.

El autorAndrea Acali

-Roma

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