«Ahora mismo solo hay que rezar». El cardenal Pierbattista Pizzaballa es consciente de que la situación en Tierra Santa se complica por momentos. Quizá como nunca antes. El Patriarca latino de Jerusalén responde a las preguntas de Omnes desde una Ciudad Santa que él mismo describe como casi paralizada. «La mayoría de las actividades están suspendidas, las escuelas están cerradas. Solo salen los que se ven obligados a abandonar sus casas. Una situación surrealista, en la que dominan la tensión, el miedo y el nerviosismo», dice con voz preocupada.
Atrapados por una terrible sorpresa
Ira, odio, resentimiento y deseos de venganza son los sentimientos que recorren tanto a la población israelí como a la palestina -con motivos evidentemente opuestos- como un río desbordado. El relato del cardenal provoca un golpe en el corazón: «Lo que estamos viviendo no puede llamarse realmente una escalada de violencia. Es algo más. Es un gran salto, doloroso, increíble, para el que nadie estaba preparado. Ha sido una terrible sorpresa».
La esperanza eclipsada
Así las cosas, la esperanza parece casi eclipsada. No lo oculta el Patriarca cuando puntualiza bien sus palabras y dice que desgraciadamente «hablar de esperanza es complicado. Ahora tenemos que trabajar para que cesen las hostilidades. Solo entonces será posible reconstruir, partiendo de los muchos escombros, ante todo humanos, que esta situación está creando. Pero llevará mucho tiempo”, asegura.
Repercusiones también para la Iglesia
La guerra en Tierra Santa tampoco ahorra repercusiones a la Iglesia. «Las actividades de la Iglesia -dice Pizzaballa- se reducen al mínimo. Por supuesto, seguimos rezando y celebrando la Santa Misa, aunque no todos puedan asistir, porque los territorios palestinos están cerrados. También seguimos garantizando los servicios humanitarios».
El difícil camino de la diplomacia
Por ahora, el cardenal no ve mucho margen para maniobras diplomáticas porque, explica, «aún es pronto: estamos todavía en el corazón de la tensión militar, de las emociones. Quizá dentro de unos días sea más fácil identificar un interlocutor y algunos canales de comunicación». El compromiso de Pizzaballa en este frente es «intentar reconstruir las relaciones, hablar con los distintos líderes religiosos e identificar posibles vías de confrontación», señala.
El llamamiento a la comunidad internacional
A continuación, el Patriarca latino de Jerusalén lanza un llamamiento a la comunidad internacional: «Debe comprometerse inmediatamente en una desescalada de este conflicto, porque si continuara, el riesgo de que se extendiera sería casi seguro. Sería una enorme tragedia que iría mucho más allá de estas fronteras».