Kameel Spanyoli es un cristiano árabe de 44 años, licenciado en Comunicación en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y residente en Nazaret, donde trabaja con la Orden Franciscana.
Sobre lo que está ocurriendo actualmente en Israel, afirma que «es el fruto envenenado de un largo proceso, que culmina en el feroz enfrentamiento entre dos extremismos. Quienes pagan el precio, por desgracia, son las poblaciones civiles de ambos bandos».
Sin embargo, le señalamos que las responsabilidades de Hamás parecen tan evidentes como despreciables. «El sábado pasado», responde, «cientos de terroristas de Gaza invadieron Israel y masacraron a inocentes. No dispararon a soldados, dispararon a jóvenes, a jóvenes que bailaban en una fiesta, a un par de padres sentados en un desayuno familiar, a ancianos que salían a trabajar al jardín. Decenas de israelíes fueron secuestrados. Los secuestradores, a cara descubierta, con un orgullo espantoso, subieron a Internet vídeos de los secuestros. Muchos israelíes se enteraron de que sus seres queridos habían sido secuestrados por las redes sociales y la televisión. Esto es verdaderamente despreciable».
El papel de la comunidad cristiana en Israel
Tras el llamamiento por la paz en Israel lanzado el pasado domingo en el Ángelus durante el Sínodo, el Papa Francisco llamó al párroco de Gaza ante la escalada cada vez más dramática de la guerra, expresándole su preocupación y cercanía. Le preguntamos a Kameel qué papel puede desempeñar la comunidad cristiana del Estado de Israel.
«En primer lugar», afirma, «no debemos cansarnos de rezar para que los responsables de ambos bandos se esclarezcan en la búsqueda de una solución de paz o, al menos en esta terrible etapa, de una tregua. Están muriendo civiles inocentes, no hay piedad ni siquiera con mujeres y niños. La comunidad cristiana no es aquí un monolito: la de Jerusalén es diferente de la de Gaza. Sin embargo, el mundo cristiano está unido en la defensa de Israel contra la cobarde agresión de Hamás, a pesar de las tensiones y expresiones de hostilidad hacia nosotros alimentadas por los judíos ultraortodoxos».
El lunes, el diario israelí Haaretz publicó un vídeo en el que se veía a un grupo de judíos escupiendo en dirección a unos peregrinos cristianos en la «ciudad vieja» de Jerusalén, donde se encuentran varios lugares sagrados para el cristianismo, el judaísmo y el islam. Haaretz añadió que se produjeron otros incidentes de este tipo cuando muchos judíos extremistas visitaron la ciudad vieja de Jerusalén con motivo de la festividad de Sucot, una de las fiestas judías más importantes, que conmemora la liberación de los judíos de Egipto relatada en la Biblia. Surge la pregunta de si hay que temer la extensión del conflicto con la intervención de otros países.
«No nos cansemos de rezar por la paz»
«Lo preocupante», señala Kameel», «son las posturas adoptadas por algunos políticos, como el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, que ordenó la compra inmediata de 10.000 armas de fuego para entregar a civiles. En un futuro inmediato, anunció el ministro, se distribuirán 4.000 fusiles de asalto entre los miembros de los llamados ‘equipos de alerta’, formados por voluntarios con experiencia militar que actúan en todas las ciudades pequeñas de Israel. En este caso, la militarización de los ciudadanos de a pie es una seria señal de alarma. Por supuesto, la eventual implicación total de Hezbolá produciría daños incalculables, desencadenando muy probablemente la intervención de Estados Unidos en clave anti-libanesa. No nos cansemos de rezar por la paz y por la sabiduría de los hombres».
Esta es la exhortación final de Kameel Spanyoli, evocando las palabras del Papa Francisco: «El terrorismo y el extremismo no ayudan a alcanzar una solución al conflicto entre israelíes y palestinos, sino que alimentan el odio, la violencia, la venganza, y solo hacen sufrir a unos y otros».