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Paula Aguiló: «En Ucrania afrontan la Navidad de un modo sorprendentemente esperanzador»

Tras su séptimo viaje a Ucrania, Paula destaca la fe y esperanza de los creyentes en medio de la guerra. Durante su misión, recorrió orfanatos, refugios y comunidades religiosas, llevando ayuda humanitaria y espiritual en condiciones extremas.

Javier García Herrería·1 de enero de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
Paula Aguiló

Paula (conduciendo) y Marta en la furgoneta en la que han recorrido Ucrania

Paula Aguiló (@misionucraniaesp) ha completado su séptimo viaje a Ucrania con el objetivo de llevar ayuda humanitaria. En esta ocasión, la joven madrileña de 26 años viajó junto a su amiga Marta, recorriendo gran parte del país entre el 1 de noviembre y el 5 de diciembre. Financia sus desplazamientos solicitando donaciones a conocidos, familiares y cualquier persona dispuesta a colaborar. Durante su estancia, se centra en apoyar a comunidades católicas y ortodoxas que enfrentan crecientes dificultades y desgaste.

Hoy día 1 de enero, Jornada Mundial de la Paz, nos acercamos a la guerra de Ucrania, tan mencionada por el Papa en sus oraciones, para conocer mejor cómo afecta a los creyentes. 

¿Cómo afrontan la Navidad en Ucrania la población creyente?

– De un modo sorprendentemente esperanzador. Las personas, incluso en medio de una realidad tan dura, se abstraen para centrarse en el misterio del nacimiento de Cristo. Es una celebración llena de fe que no elimina el dolor, pero les permite experimentar una conexión espiritual poderosa, incluso con el sufrimiento aumentando cada día por la pérdida de seres queridos y las dificultades de la guerra.

¿Cuántos lugares visitaste durante esta última misión?

– Estuve en cuatro orfanatos, tres comunidades religiosas y dos casas de misericordia. También pasamos tiempo en refugios improvisados, como parroquias que se han convertido en centros de atención para madres y niños. Por supuesto, también visitamos a muchas personas en sus casas. Por último, trabajé cerca del frente con amigos que se dedican a recoger cuerpos de soldados y civiles para devolverlos a sus familias.

En esta ocasión te ha acompañado Marta. ¿De dónde sacas gente para acompañarte en proyectos tan alocados?

– Bueno, supongo que Dios me pone a la gente en el camino (risas). Estuve viviendo dos meses en Tierra Santa para conocer y rezar en la tierra de Jesús. Allí conocí a Marta, otra chica española, que estaba peregrinando allí también. La amistad y la oración hicieron el resto y, de hecho, ya me acompañó hace unos meses en la VI misión a Ucrania.

¿Qué te impactó más en esta séptima misión?

– El cansancio emocional de la gente y la crueldad de las estrategias de guerra, como los ataques a las infraestructuras eléctricas en pleno invierno, lo que deja a la población en condiciones extremas. También me impresionó la perseverancia de la fe y la esperanza en medio de todo esto.

¿Quiénes son las personas que más te marcaron? ¿A quién recuerdas cuando cierras los ojos?

– Pienso mucho en Oressa, una mujer mayor de una residencia con la que me comunico sin palabras (no tenemos un idioma en común). También en los niños de los orfanatos y en mis amigos que siguen trabajando en el frente bajo circunstancias muy duras.

¿Cómo te afecta personalmente esta labor?

– La vuelta es siempre dura. Me toma tiempo readaptarme y recuperar el sueño. La misión me exige paciencia conmigo misma y con mi proceso. Por suerte, he pasado la Navidad con mi familia y ahora tengo tiempo para rezar con calma. 

¿Cómo vives tu espiritualidad durante estas misiones?

– La fe es el motivo de nuestro trabajo. Marta y yo rezamos juntas cuando podemos, aunque a veces las circunstancias no lo permiten. Los ratos de oración y el rosario son diarios y casi siempre podemos asistir a misa. 

Por otro lado, siempre intentamos que la iglesia sea un punto de encuentro a las personas a las que atendemos, incluso si la parroquia está bombardeada o lleva años cerrada. Damos el material desde allí y recordamos a todo el mundo que todo lo que hacemos es gracias a Dios.

¿Alguna institución de la Iglesia que destacarías por su trabajo allí?

– Con las que más trato tengo es con las Hermanas del Verbo Encarnado, que hacen un trabajo admirable. Ahora bien, que no se entienda este reconocimiento como algo exclusivo es un botón de muestra basado en mi experiencia particular. Por otro lado, en el este de Ucrania, la mayoría de comunidades son ortodoxas y tienen una dedicación heroica.

¿Qué mensaje quisieras compartir para cerrar?

– La misión me ha enseñado el poder de la esperanza, incluso en la adversidad más extrema. Cualquiera puede ser un faro de luz en la oscuridad, ya sea mediante acciones, oración o apoyo a quienes están en el terreno. El año jubilar que acaba de comenzar puede ayudarnos a descubrir esto a fondo.

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