Paul Graas es un joven español-holandés que vive en Ámsterdam desde hace varios años. Trabaja en el “Stichting Instudo” y ha comenzado una iniciativa para conectar a católicos holandeses, con el objetivo de crear una comunidad que haga frente al individualismo predominante.
En esta entrevista, Paul Graas habla de su libro “Santidad para losers” y ofrece un análisis sobre la fe y el ecumenismo en Holanda.
¿Por qué escribió “Santidad para losers”?
– Hay bastante literatura espiritual muy buena en español, tanto para jóvenes como para adultos. Pero en holándes no la hay. Obviamente se traducen libros buenos y clásicos de espiritualidad, pero no hay libros escritos en holandés por holandeses, especialmente para gente joven. Esto tiene su explicación, porque es un país en el que no hay muchos católicos jóvenes, pero es un proyecto que me hacía ilusión para poder llevar a los jóvenes temas de espiritualidad adaptados a su mentalidad.
“Santidad para losers” también es un libro que nace, gracias a Dios, por la educación que recibí de mis padres. Desde joven he tenido un anhelo de santidad y descubrí mi vocación, que se concreta en ser numerario del Opus Dei. Pero notaba que, por el ambiente en el que me he formado, tenía una percepción un poco equivocada de la santidad. Era una percepción según la cual si yo le pongo ilusión y trabajo, al final lograré ser santo. Sin embargo, con el tiempo uno observa que en la vida hay adversidades y que, incluso si cuentas con la gracia de Dios, cometes errores. Al darme cuenta de esto me llevé una desilusión.
Por otro lado, en mi ambiente veía retos de salud mental y heridas que marcan las relaciones entre las personas y notaba que el discurso clásico de lucha ascética no podía llegar a los jóvenes en ese ambiente.
Poco a poco, al profundizar en mi relación con el Señor, Él me hizo darme cuenta de que podemos ser santos, pero tenemos que cambiar la perspectiva. Eso es lo que he querido plasmar en el libro. No digo necesariamente cosas nuevas, pero sí he buscado transmitir el mensaje en un idioma que logre convencer a los jóvenes de que pueden ser santos.
¿Cuál es la actitud de la juventud holandesa con respecto a la religión?
– Tenemos tres grupos. Tenemos el grupo de jóvenes que han sido educados en la fe católica, luego el de aquellos que vienen de un ambiente protestante y, por último, el grupo de los que están totalmente secularizados.
Empezando por el primer grupo, ahí tienes a gente joven católica que siempre ha sido consciente de que es una minoría. No hay colegios realmente católicos en Holanda, por ejemplo. Los hay por el nombre, pero se han secularizado. Lo único que tienen relacionado con la fe católica es un festival de villancicos en Navidad. Por tanto, los jóvenes católicos siempre han estado en un ambiente en el que eran los únicos practicantes y, con suerte, en su parroquia había una comunidad o han podido conectar con algún movimiento católico. Dependiendo de cómo esté arraigada la fe en la familia o en el ambiente social, esa fe se abandona o se forja.
El siguiente grupo es el de los que vienen de ambientes protestantes, que pueden ser puritanos, calvinistas, evangélicos o liberales, hay mucha diversidad. Pero los protestantes están mejor organizados, social y eclesialmente. Hay más colegios con identidad cristiana protestante y parroquias con grupos grandes. El reto que supone esto es que en ciertas partes del país puedes ser educado en una burbuja, en el sentido de que tu ambiente es cristiano mayoritariamente y eso es todo lo que conoces.
El tercer grupo es el del ambiente secular, la mayoría de jóvenes holandeses tiene unos abuelos católicos o protestantes, pero ellos no han recibido formación. No tienen ni idea de la fe, desconocen el Evangelio y no saben quién es la Virgen María. Cristo para ellos es una figura histórica y la Iglesia es algo que pertenece a las noticias o al plano sociológico.
Conociendo ese ambiente, ¿cómo viven los católicos su fe en Holanda?
– Cuando tratas con los católicos notas que muchos de ellos tienen la tendencia de encerrarse en la parroquia. No significa que no tengan amigos no cristianos, sino que la vivencia de la fe es un poco clerical. Se quedan dentro de sus parroquias, grupos o movimientos, conscientes de que pocas personas comparten su fe. La mentalidad clerical sigue presente para muchos en Holanda por esta razón.
Pero aquí tienes también un grupo muy interesante, que es pequeño todavía pero está creciendo. Es el grupo de los conversos, que conocen muy de fondo el ambiente o protestante o secularizado. Han tenido una experiencia vital muy interesante porque suelen convertirse de jóvenes adultos y tienen más conciencia de lo que es ser católico en un mundo secularizado. Saben de base evangelizar y tomar la iniciativa.
¿Cómo se puede evangelizar en un país con esas características?
– Seas católico, protestante o secularizado, lo que notas es que mucha gente joven está desilusionada con lo que se han encontrado en la vida.
Más que convencer de que hay que luchar por vivir tu fe, lo primero que hay que hacer es darse cuenta de que esa desilusión es equivocada. Siempre puedes empezar de nuevo y Dios te quiere incondicionalmente. Tu identidad no está basada en los fallos que has cometido, los vicios que tienes o el ambiente en el que te encuentras. Tu identidad es algo mucho más profundo que hay que descubrir.
Por eso pienso que una de las virtudes más importantes para la formación es la humildad, una reflexión propia basada en el amor de Dios. Esto no tiene mucha diferencia entre católicos, protestantes y secularizados, porque todos vivimos en una sociedad muy individualista y tenemos heridas.
¿En qué consiste la iniciativa de “CREDO”?
– La historia de “CREDO” representa lo que hemos hablado antes de la sociología holandesa. Todo empieza con un chico llamado Albert-Jan, que viene de un ambiente evangélico. Los evangélicos son el grupo cristiano que más crece en Holanda y en el mundo entero. Tienen un tinte carismático y son muy apostólicos. Albert-Jan provenía de ese ambiente pero, al darse cuenta de que los evangélicos no tienen una gran tradición, a él le surgió el anhelo de seguir a Jesucristo y notaba que con ese grupo no podía profundizar más.
Este chico conoció la Iglesia católica a través de un centro del Opus Dei y conectó enseguida con las enseñanzas católicas. Tanto es así que en menos de un año entró en la Iglesia, enamorado de la Eucaristía y consciente de que ahí podía profundizar en su relación con Dios.
Albert-Jan se casó, tuvo una hija y los vaivenes de la vida le hicieron enfrentarse a la dificultad de llevar una vida cristiana en medio del mundo. De pronto, un martes decidió ir a la parroquia a Misa por la mañana y en el templo se encontró a un chico de 20 años. Después de Misa se acercó y le preguntó si iba allí regularmente, pero el chico le contestó que era la primera vez que entraba en una iglesia.
Este joven sintió curiosidad por la fe a través de unos vídeos de Jordan Peterson y del obispo Barron, por lo que escribió un correo electrónico a un pastor protestante y un sacerdote católico preguntando qué tenía que hacer para ser cristiano. El sacerdote le sugirió que acudiera a una Misa y allí es donde se encontró con Albert-Jan. Empezaron a hablar y, finalmente, tras conversaciones y empezar a acudir a una parroquia, el joven se convirtió al catolicismo.
Albert-Jan se percató de que esto pasa con mucha frecuencia. La gente tiene curiosidad por la fe pero no encuentran a nadie que les acerque a la religión. Por eso empezó a organizar reuniones, como ir a tomar algo después de Misa, tener una barbacoa o hacer una fiesta para que la gente se encuentre y puedan preguntar lo que quieran sobre el catolicismo. Así de manera muy asequible los jóvenes se encuentran con otros católicos para aprender más de la fe y compartirla.
Albert-Jan pensó que si las personas llegaban a la Iglesia y tomaban la iniciativa de salir de una “fe digital” basada en la formación a través de vídeos, había que ayudarles a seguir dando esos pasos. Me contactó, proponiendo hacer un proyecto que buscara a aquellos que tienen su “fe digital” para acompañarles y que conozcan a otras personas que también comparten su fe.
A través de otro proyecto mío, tenía contacto con profesionales del mundo de la comunicación del ambiente protestante y ellos son quienes nos han ayudado en la iniciativa. Son un grupo con grandes proyectos cristianos, muchísima experiencia profesional y apertura a las ideas católicas.
En “CREDO” queremos, a través de las redes sociales y de nuestra página web, mostrar testimonios de gente joven holandesa que se ha convertido al catolicismo. Al mismo tiempo, creamos contenido de alta calidad que explique conceptos de la fe católica de forma sencilla. Pero no nos limitamos al contenido, sino que también ayudamos a la gente a ponerse en contacto con otros católicos y con parroquias. Con todo esto, logramos que esta vivencia no se quede en algo digital.
La idea es introducir de manera muy asequible encuentros con la fe católica, que van desde tomar un café a ir a Misa. Nosotros somos intermediarios, buscamos a la gente joven que está online y les ponemos en contacto en el mundo real con otros católicos.
¿Cómo es el ambiente ecuménico en Holanda?
– Yo estoy un poco en la frontera en ese sentido, porque estoy muy en contacto con protestantes, especialmente en el mundo de la comunicación. Cuando tienes un ambiente tan secularizado, encontrar a alguien que comparte tu fe en Jesucristo ayuda mucho a conectar con ellos por esa creencia común. En mi época de estudiante, por ejemplo, más de la mitad de mis mejores amigos eran protestantes.
Sí es verdad que el mundo católico siempre ha estado un poco más aislado en Holanda, pero eso está cambiando porque hay una apertura nueva que tiene dos explicaciones. Por un lado, como estamos en un país tan secularizado nos hemos ido apoyando entre los cristianos. Por otro lado, la Iglesia tiene un atractivo especial para muchos cristianos de otras denominaciones.
Un detalle que ejemplifica esto es la acogida de los monasterios, donde personas de cualquier fe pueden ir a pasar unos días para hacer un retiro. La gente tiene necesidad y curiosidad por ese ambiente místico, por el cuidado de la liturgia y el silencio. En los monasterios hay una espiritualidad que llega a lo profundo del ser humano y eso nos llama la atención a todos, católicos y protestantes.
También creo que hay un interés real por algunos aspectos, como la Virgen María. Hay protestantes que empiezan a interesarse por María y quieren redescubrir su figura desde su propia tradición. Tanto en el ambiente teológico como en el ascético se nota una mayor cercanía entre los católicos y otros cristianos.
¿Qué retos hay para vivir la fe católica y mantener ese ambiente ecuménico en Holanda?
– El individualismo es un reto muy importante en Holanda. También el tema de la educación, porque faltan colegios de auténtico arraigo católico, en ese sentido tienen mejores iniciativas los calvinistas.
Otro reto que hay es la falta de parroquias en las que haya una comunidad real. En ese mismo sentido, faltan personas jóvenes con formación y ganas de salir a evangelizar.
El último reto es la politización de la fe y la polarización que crean cuestiones como el aborto o la ideología de género. Los católicos en Holanda tenemos que abrirnos un poco, algo que dice mucho el Papa Francisco.
Frente a todo esto, hay que destacar la labor de la Conferencia Episcopal de Holanda. Nuestros obispos hacen un gran trabajo en nuestro país y debemos reconocer todo lo que hacen por los católicos holandeses.