Vaticano

El Papa ve en Pascua “signos de esperanza”, pero insta a “senderos de paz»

“Cristo ha resucitado. Él es la Resurrección. Feliz Pascua a todos”. Así ha comenzado el Papa Francisco su Mensaje Pascual antes de dar la Bendición Urbi et Orbi con un llamamiento a la paz y a la “confianza recíproca” ante más de 50.000 personas en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre observa “signos de esperanza” por la acogida a los que huyen, pero insta a respetar “la dignidad humana”.

Francisco Otamendi·9 de abril de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
Pascua Papa Francisco

El Papa Francisco durante la Misa el domingo de Pascua (CNS photo/Vatican Media)

“Cristo ha resucitado. Hoy proclamamos que Él, el Señor de nuestra vida, es la Resurrección y la Vida del mundo. Es Pascua, que significa paso. Porque en Jesús se realizó el paso definitivo de la humanidad de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión. Él es el Señor del tiempo y de la historia. Quisiera decirles a todos con alegría en el corazón, Feliz Pascua”.

Han sido las primeras palabras del Papa Francisco en su Mensaje Pascual  desde el balcón principal de la Basílica a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, más de cincuenta mil en un día de cielo azul, y al mundo que lo ha seguido a través de medios de comunicación y redes sociales. En ellas pidió, en primer lugar, para “los enfermos y los pobres, los ancianos, los que están atravesando momentos de prueba y dificultad, un paso de la tribulación a la consolación: no estamos solos. Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre”. 

“Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte, El Señor nos ha abierto un puente hacia la vida. En Pascua, el destino del mundo cambió”, ha subrayado el Papa Francisco. “Y hoy, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia”.

“Cristo verdaderamente ha resucitado, como se proclama en las iglesias de Oriente”, señaló el Sucesor de Pedro. “La esperanza no es una ilusión, es verdad, y a partir de la Pascua el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza veloz”. 

El santo Padre fijó entonces su mirada “en los primeros testigos de la resurrección. Los Evangelios describen la prisa con la que el día de Pascua, las mujeres corrieron a dar la noticia a los discípulos. Y después de que María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro, Juan y el mismo Pedro corrieron los dos juntos para llegar al lugar donde Jesus había sido sepultado. Y después, la tarde de Pascua, habiendo encontrado al Resucitado en el camino de Emaús, dos discípulos partieron sin demora y se apresuraron para recorrer muchos kilómetros en subida y a oscuras, movidos por la alegría incontenible de la Pascua, que ardía en sus corazones”.

La paz y los derechos humanos

En la Pascua, ha dicho el Papa, “el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, ve el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir deprisa hacia Él, esperanza del mundo”.

En este sentido, Francisco ha alentado a crear un camino de “confianza recíproca entre las personas, entre los pueblos y las naciones”, Dejémonos sorprender por el gozoso anuncio de la Pascua. Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. Apresurémonos a recorrer los senderos de paz y fraternidad. Alegrémonos por los signos concretos de esperanza que nos llegan de tantos países, comenzando por aquellos que ofrecen asistencia y acogida a quienes huyen de la guerra y de la pobreza”. 

“Pero a lo largo del camino todavía hay muchas piedras”, añadió, por lo que pidió al Resucitado que “nos ayude a abrir nuestros corazones. Y pidió ayuda para el amado pueblo de Ucrania en el camino hacia la paz, e infunde la luz pascual sobre el pueblo ruso”, manifestó.

“Conforta a los heridos y a cuantos han perdido a sus seres queridos a causa de la guerra. Abre los corazones de la comunidad internacional para que se esfuercen por poner fin a esta guerra y a todos los conflictos que ensangrentan al mundo, comenzando por Siria”. 

Y mencionó a continuación el violento terremoto de Turquía y de la misma Siria; Jerusalén, para que se restauren el clima de confianza recíproca, el diálogo entre israelíes y palestinos, y la paz; la estabilidad del Líbano; Túnez; Haití; los procesos de paz en Etiopía y Sudán del Sur, y el cese de la violencia en República Democrática del Congo; Nicaragua, Eritrea; “todos aquellos a quienes se impide profesar libremente su fe”; pidió “consuelo para las víctimas del terrorismo internacional”, especialmemnte en Burkina Faso, Mali, Mozambique y Nigeria; la paz en Myanmar; los refugiados, deportados, prisioneros políticos y migrantes, en especial los más vulnerables. y “todos los que sufren a causa del hambre, la pobreza, el narcotráfico, la trata de personas, y toda forma de esclavitud”.

“Que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad, y que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia, se sanen esas heridas sociales, se busque solamente y siempre el bien común de los ciudadanos, y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica”, señaló en su Mensaje de Pascua.

Finalmente, antes de dar la Bendición Urbi et Orbi (a la ciudad de Roma y al mundo), pidió al “Señor de la Vida” “aliéntanos en nuestro caminar, y repítenos también a nosotros, como a los discípulos la tarde de Pascua, la paz esté con ustedes”: esto lo repitió en tres ocasiones.

“Volver a Galilea, al primer amor”

Al anochecer del Sábado Santo, el Papa presidió la solemne Vigilia Pascual. En la homilía, el Santo Padre invitóa volver al primer encuentro con el Señor, al “primer amor”, al momento en que “comenzó nuestra historia de amor con Jesús, donde fue la primera llamada”, a “recordar dónde y cuándo fue tu Galilea, y camina hacia tu Galilea. Es el ‘lugar’ donde conociste a Jesús en persona, donde para ti Él no se quedó en un personaje histórico como otros, sino que se convirtió en la persona de la vida: no un Dios lejano, sino el Dios cercano, que te conoce más que nadie y te ama más que nadie”.

“Hermano, hermana, acuérdate de Galilea, de tu Galilea: de tu llamada, de aquella Palabra de Dios que en un momento preciso te habló”, añadió el Papa; acuérdate “de aquella poderosa experiencia en el Espíritu, de la mayor alegría de perdón experimentada tras aquella Confesión, de aquel intenso e inolvidable momento de oración, de esa luz que se encendió en tu interior y transformó tu vida, ese encuentro, de esa peregrinación…”. 

“Esto es, pues, lo que hace la Pascua del Señor”, añadió: “nos impulsa a seguir adelante, a salir del sentido de derrota, a rodar la lápida en la que a menudo encerramos la esperanza, a mirar con confianza en el futuro, porque Cristo ha resucitado y ha cambiado el rumbo de la historia; pero para ello la Pascua del Señor nos lleva a nuestro pasado de gracia, nos hace volver a Galilea, donde comenzó nuestra historia de amor con Jesús, donde fue la primera llamada”.

“Cada uno sabe dónde está su Galilea, cada uno de nosotros conoce nuestro propio lugar de resurrección interior, el inicial, el fundacional, el que cambió las cosas. No podemos dejarlo en el pasado, el Resucitado nos invita a ir allí para hacer Pascua. Recuerda tu Galilea, recuérdala, revívela hoy. Vuelve a aquel primer encuentro”, invitó el Papa Francisco.

El autorFrancisco Otamendi

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