El pasado 20 de enero se presentó en Múnich un informe sobre abusos sexuales cometidos en dicha diócesis en el extenso periodo de tiempo de 1945 a 2019. Durante esos 75 años rigieron la diócesis seis cardenales, de los cuales viven actualmente los tres últimos: Joseph Ratzinger/Benedicto XVI (1977-1982), Friedrich Wetter (1982-2008) y Reinhard Marx (desde 2008). El informe WSW —así denominado por los tres socios del bufete de abogados Westpfahl Spilker Wastl, a los que la misma diócesis encargó la investigación— concluía, en sus más de 1.200 páginas, que al menos 497 personas habrían sido víctimas de abusos sexuales cometidos por 235 personas (182 clérigos y 53 laicos).
En la opinión pública, la atención se ha centrado no tanto en las víctimas o en los propios autores de abusos como en la reacción que mostraron principalmente los tres prelados mencionados como respuesta a los casos que se produjeron durante su respectivo gobierno y en los que se les achacaba “no haber reaccionado adecuadamente o de acuerdo con las normas a los casos de (presuntos) abusos que habían llegado a su conocimiento”.
El informe WSW cifraba dicha actuación inadecuada en cuatro casos debidos al entonces Cardenal Ratzinger, en 21 casos en relación con el cardenal Wetter; al cardenal Marx se le reprochaba no haber actuado correctamente en dos casos y, además “no haber concedido la necesaria importancia a la cuestión”, por haber comenzado a ocuparse directamente de ella solo en 2018, diez años después de llegar a la sede muniquesa.
Especial interés sobre Benedicto XVI
Como cabía esperar, despertó un especial interés la posible implicación del Papa emérito, y en particular en un caso concreto, toda vez que el informe WSW le dedicaba un tomo adicional de más de 350 páginas: se trataba de un sacerdote “H.” (en el informe también llamado “X” o “caso X”), que en 1980 se trasladó de la diócesis de Essen a Múnich para seguir un tratamiento psiquiátrico. La primera cuestión que se planteaba es si el entonces cardenal Ratzinger estuvo presente en una sesión de trabajo de la curia muniquesa, celebrada el 15 de enero de 1980, en que se trataba dicha cuestión.
En un escrito de 82 páginas, en que el Papa emérito respondía a las preguntas planteadas por el bufete de abogados WSW, decía que no recordaba haber estado presente en dicha reunión. Ahora bien, en una declaración presentada por su secretario, el Arzobispo Georg Gänswein el 24 de enero, al tiempo que anunciaba que Benedicto hará próximamente una declaración más amplia, matizaba dicha afirmación: “Sin embargo, desea aclarar ahora que, contrariamente a lo que se declaró en la audiencia, sí asistió a la reunión del la curia el 15 de enero de 1980.
Por lo tanto, la declaración contraria era objetivamente equivocada. Le gustaría subrayar que esto no se hizo de mala fe, sino que fue el resultado de un descuido en la redacción de su declaración. Lamenta mucho este error y pide que se le disculpe. Sin embargo, es objetivamente correcta, y está documentada en los expedientes, la afirmación de que en esta reunión no se tomó ninguna decisión sobre la asignación pastoral del sacerdote en cuestión. Por el contrario, sólo se concedió la petición de proporcionarle alojamiento durante su tratamiento terapéutico en Múnich.”
Efectivamente, en el acta de la sesión —recogida en el informe WSW— se lee: “La diócesis de Essen pide que el Sr. H. permanezca durante un tiempo con un sacerdote en una parroquia de Múnich. Se someterá a tratamiento psicoterapéutico”. A ello dio su consentimiento la curia en dicha sesión. En los documentos sobre dicho asunto hay también una nota más detallada del responsable de personal de la diócesis: “La diócesis de Essen solicita la admisión temporal de un capellán joven que acude a Múnich para un tratamiento psicoterapéutico. El capellán tiene mucho talento y puede recibir distintos destinos. Se desea que se aloje en una buena parroquia en casa de un colega comprensivo. Se ha recibido la solicitud escrita de Essen”. El responsable de personal sugiere la parroquia de San Juan Evangelista de Múnich como posible “destino”. Sin embargo, en la reunión no se tomó ninguna decisión sobre la posible labor pastoral que pudiera desempeñar dicho sacerdote. Sobre todo, en dicha reunión no se trató el historial de H. Por tanto, el Papa emérito puede declarar hoy, con razón, que no tenía “ningún conocimiento” de ello. Cuando, más tarde, salió a la luz la mala conducta sexual de H. en Múnich, Ratzinger ya se había trasladado a Roma.
Así lo ha ratificado también el cardenal Wetter —quien ha publicado una respuesta a las acusaciones vertidas sobre él, en las que pedía sinceras disculpas por todo lo ocurrido y por “mi decisión errónea en el caso del sacerdote H. con respecto a su encargo pastoral”—. El cardenal Wetter expone su relación con dicho caso con todo lujo de detalles: “Según recuerdo, la primera vez que entré en contacto con el caso H. fue cuando se planteó la cuestión de si podía volver a trabajar en la pastoral después de su mala conducta. La decisión —que tomé tras una intensa consulta en la curia diocesana— de enviarlo a Garching/Alz bajo estricta supervisión fue sin duda objetivamente errónea. No creí necesario que me trasladaran el dossier completo desde el principio, ya que H. llevaba ya bastante tiempo trabajando en Múnich. Eso fue ya un error. Si hubiera sabido todo el pasado, hoy estoy convencido de que lo habría hecho regresar a Essen en lugar de enviarlo a Garching”.
“Sin una Iglesia renovada no habrá futuro para el cristianismo en nuestro país”
Cuando se presentó el informe el día 20, el Cardenal Marx emplazó a los medios a una rueda de prensa para el jueves 27 de enero, a fin de presentar, tras el estudio del informe en el obispado, “unas primeras perspectivas y bosquejar el camino a seguir”. En la rueda de prensa se mostró conmocionado con los resultados del informe WSW, que “supone un antes y un después para la Iglesia en la archidiócesis y más allá de esta”, pues se manifiesta “el lado oscuro que a partir de ahora formará parte de la historia de nuestra archidiócesis”; para muchas personas la Iglesia se ha convertido en un “espacio de desgracia en lugar de un espacio de salvación, en un espacio de miedo y no de consuelo”. A pesar del gran compromiso mostrado por los sacerdotes y por otras personas que trabajan en la Iglesia “ha habido este lado oscuro que ha ido saliendo cada vez más a la luz”.
El Cardenal calificó de “completamente absurdo” hablar de un “abuso de los abusos” para oponerse a una “reforma de la Iglesia”. Así —según añadió— se lo refirió al Papa en la carta en que renunciaba a la sede episcopal —renuncia que no aceptó Francisco—: “para mí, enfrentarse a los abusos sexuales forma parte de una renovación y una reforma integrales, como ha asumido el camino sinodal. Sin una Iglesia renovada no habrá futuro para el cristianismo en nuestro país”
La “mayor culpa” consistió es haber “obviado a las personas afectadas”, lo cual es imperdonable. “No teníamos ningún interés real por lo que les había sucedido, por su sufrimiento”. Según Marx, “esto también tiene razones sistémicas”, concretamente el clericalismo del que también habla el Papa Francisco; por ello es de especial relevancia haber creado el pasado año una junta asesora de afectados y una comisión independiente para enfrentarse con el pasado, “que ya nos han proporcionado impulsos esenciales desde su perspectiva”.
¿Renuncia del cargo?
También se refirió a la renuncia presentada al Papa en mayo de 2021: “personalmente, lo vuelvo a decir claramente; en condición de arzobispo —según mi convicción moral y tal y como entiendo el cargo— soy responsable de la actuación del arzobispado. No estoy apegado a mi cargo. La oferta de renuncia del pasado año iba en serio; el Papa tomó otra decisión y me pidió continuar mi ministerio responsablemente. Estoy dispuesto a continuar ejerciéndolo, si es una ayuda para los siguientes pasos; pero si llego a tener la opinión de que soy más bien un obstáculo que una ayuda, hablaría con los órganos consultores y haría que me cuestionaran críticamente. En una Iglesia sinodal ya no tomaré esa decisión yo solo”.
La única consecuencia personal que se ha tomado hasta ahora afecta a Lorenz Wolf, Vicario judicial de la diócesis desde 1997, a quien se le había criticado duramente en el informe WSW: 104 casos en los que está implicado dan “ocasión de crítica”, además de achacársele que “puso los intereses de los inculpados por encima de los de las presuntas víctimas”. Wolf escribió al Cardenal Marx renunciando a sus cargos; en la rueda de prensa, el Cardenal dijo: “estoy de acuerdo con él; a su debido tiempo tomará él postura” sobre las acusaciones.
Respondiendo a la pregunta de un periodista (“¿Quién dice la verdad, el Papa emérito o el informe?”), Marx respondió que hasta ahora no tiene ninguna información “que me haga concluir que el Papa emérito ha encubierto”; por otro lado, no puede decir que el bufete de abogados WSW “no haya trabajado limpiamente”; pero su informe no es “ni una sentencia judicial ni un juicio de la historia”, sino un elemento para enfrentarse con el pasado. El veredicto final lo determinarán las conversaciones y los debates que han de celebrarse ahora, así como lo que aporten los expertos. Además, Marx dijo que primero había que esperar a la declaración que ha anunciado Benedicto XVI. Sin embargo, su impresión es que el Papa emérito ha colaborado de forma constructiva con los autores del informe.
Sobre sacerdotes homosexuales
Reinhard Marx también respondió a una pregunta sobre sacerdotes homosexuales: nadie está obligado a exponer su inclinación sexual; “pero si lo hace, debemos respetarla; el ser homosexual no debe ser una restricción a la posibilidad de ser sacerdote”. Se desmarcó expresamente así de “algunos hermanos en el episcopado” por no considerar que la homosexualidad sea un obstáculo para la ordenación sacerdotal.
Ahora bien, añadió que de todos los sacerdotes —con independencia de su orientación sexual— se espera que vivan el celibato. “Por el momento, este es el requisito para el sacerdocio”. En relación con la reciente campaña #OutInChurch que pretende cambiar el derecho laboral de la Iglesia, Marx dijo: “Si decimos que una relación homosexual quizás no sea un matrimonio según las enseñanzas de la Iglesia, pero también la aceptamos positivamente como una relación vinculante”, entonces esto debe aplicarse a todos. El derecho laboral de la Iglesia también debería modificarse en este sentido. Y el Vicario General Christoph Klingan añadió que actualmente hay un grupo de trabajo episcopal que está “trabajando intensamente en una propuesta sobre cómo cambiar esta norma eclesiástica”.