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Papa Francisco: «La esperanza debe ser conquistada»

Continúa el viaje del Papa Francisco a la República Democrática del Congo. En sus últimos encuentros ha estado con víctimas de la violencia y con los representantes de algunas obras de caridad en el país.

Paloma López Campos·2 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Papa esperanza

El Papa Francisco durante su encuentro con representantes de obras caritativas (CNS Photo / Paul Haring)

El viaje apostólico del Papa continúa en la República Democrática del Congo. Entre sus últimos encuentros se cuentan la conversación con víctimas de la violencia en el este del país y con representantes de obras de caridad del territorio.

Víctimas de la violencia

Durante el encuentro con las víctimas de violencia, el Papa agradeció la valentía de las personas que contaron sus testimonios, añadiendo que “sólo cabe llorar, permaneciendo en silencio”. Quiso expresar su cercanía diciendo: “sus lágrimas son mis lágrimas, su dolor es mi dolor. A cada familia en luto o desplazada a causa de poblaciones incendiadas y otros crímenes de guerra, a los sobrevivientes de agresiones sexuales, a cada niño y adulto herido, les digo: estoy con ustedes, quisiera traerles la caricia de Dios. Su mirada tierna y compasiva se posa sobre ustedes. Mientras los violentos los tratan como objetos, el Padre que está en los cielos mira su dignidad y le dice a cada uno: «Tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y yo te amo»”.

Francisco condenó el uso de la violencia y las armas. “Causa vergüenza e indigna saber que la inseguridad, la violencia y la guerra que golpean trágicamente a tanta gente, son alimentadas no sólo por fuerzas externas, sino también internas, por intereses y para obtener ventajas. Me dirijo al Padre que está en los cielos, que quiere que todos en la tierra seamos hermanos y hermanas. Inclino la cabeza humildemente y, con dolor en el corazón, le pido perdón por la violencia del hombre contra el hombre”.

Orando a Dios, el Papa dijo: “Padre, ten piedad de nosotros. Consuela a las víctimas y a los que sufren. Convierte los corazones de los que cometen crueles atrocidades, que deshonran a toda la humanidad. Y abre los ojos de aquellos que los cierran o miran para otro lado ante estas abominaciones”.

Condenando la actitud de aquellas personas que promueven los conflictos o se aprovechan de ellos, el Papa instó a esforzarse por lograr la paz todos juntos. “¿Qué podemos hacer? ¿Por dónde comenzar? ¿Cómo actuar para promover la paz?”

“​​En primer lugar, no a la violencia, siempre y en cualquier caso, sin condiciones y sin “peros”. ¡No a la violencia! Amar a la propia gente no significa alimentar el odio hacia los demás. Al contrario, querer al propio país supone negarse a ceder ante los que incitan al uso de la fuerza”. Esto no es tan fácil, pues “para decir verdaderamente “no” a la violencia no es suficiente evitar actos violentos; es necesario extirpar las raíces de la violencia”.

Por otro lado, “hay que decir un segundo no: no a la resignación. La paz requiere combatir el desaliento, el malestar y la desconfianza, que llevan a creer que es mejor recelar de todos, vivir separados y distantes, en vez de darse la mano y caminar juntos”.

La paz implica esfuerzo, “un futuro de paz no caerá del cielo, pero será posible si se destierra de los corazones el fatalismo resignado y el miedo de involucrarse con los demás. Un futuro diferente llegará, si es para todos y no para algunos, si es en favor de todos y no contra algunos”.

Además de los “no”, es necesario algún “sí”. “Ante todo, sí a la reconciliación”, dice el Papa. “​​Finalmente”, añadió el Papa, “sí a la esperanza”. Esta esperanza es “un derecho que debe ser conquistado”.

Francisco finalizó su discurso aludiendo a Cristo: “Que Jesús, nuestro hermano, Dios de la reconciliación que plantó el árbol de la vida de la cruz en el corazón de las tinieblas del pecado y del sufrimiento, Jesús, Dios de la esperanza que cree en ustedes, en su país y en su futuro, bendiga a todos ustedes y los consuele; que derrame la paz en sus corazones, en sus familias y en toda la República Democrática del Congo. Gracias”.

Obras de caridad

Al dirigirse a los representantes de obras de caridad, el Papa Francisco comenzó diciendo: “ustedes son el bosque que crece todos los días en silencio y hace que la calidad del aire mejore, que se pueda respirar”.

Ante las cosas que contaron los trabajadores de obras solidarias, Francisco comentó que le “sorprendió una cosa, y es que no me refirieron simplemente los problemas sociales ni enumeraron muchos datos sobre la pobreza, sino que sobre todo hablaron de los pobres con cariño. Hablaron de ustedes y de personas que no conocían antes, y que ahora son para ustedes familiares, con nombres y rostros. Gracias por esta mirada que sabe reconocer a Jesús en sus hermanos más pequeños”.

“Yo quisiera darle voz a lo que ustedes hacen, favorecer el crecimiento y la esperanza en la República Democrática del Congo y en este continente. He venido aquí animado por el deseo de dar voz a quien no la tiene”. Francisco demostró una gran compasión con todos los testimonios que le contaron y manifestó su deseo de que la ayuda a los más vulnerables siga siendo siempre una prioridad en la Iglesia.

Al hilo de esto, el Papa comentó: “los creyentes en Cristo nunca deben mancillar el testimonio de la caridad, que es testimonio de Dios, buscando privilegios, prestigio, visibilidad o poder. Esto es una cosa fea, que no se debe hacer nunca. No, los medios, los recursos y los buenos resultados son para los pobres, y quien se ocupa de ellos siempre está llamado a recordar que el poder es servicio y que la caridad no lleva a dormirse en los laureles, sino que requiere urgencia y concreción. En este sentido, entre las muchas cosas por hacer, quisiera subrayar un reto que compete a todos y en gran medida a este país. Lo que causa la pobreza no es tanto la ausencia de bienes o de oportunidades, sino su distribución no equitativa”.

El ejercicio de la caridad en el servicio a los demás es primordial pero, “antes que nada, la caridad requiere ejemplaridad. De hecho, no es sólo una cosa que se hace, sino que es expresión de aquello que se es. Se trata de un estilo de vida, de vivir el Evangelio. Por tanto, se necesita credibilidad y transparencia”.

Animando también a trabajar en unidad, el Papa se despidió diciendo: “muchas gracias porque me han conmovido el corazón. Ustedes valen mucho. Los bendigo y les pido, por favor, que sigan rezando por mí, porque lo necesito. Gracias”.

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