El Papa Francisco realizará su viaje apostólico más largo hasta la fecha este mes de septiembre. Entre los días 2 y 13 de dicho mes, el Pontífice visitará Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
El Santo Padre saldrá de Italia el 2 de septiembre, y estará del 3 al 6 en Yakarta, capital de Indonesia. A continuación, estará tres días en Puerto Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea, y Vanimo, ciudad principal en la provincia de Sandaun en el país oceánico. Del 9 al 11 de septiembre Francisco visitará Dili, capital de Timor Oriental. Por último, pasará dos días en Singapur.
Como indica la agenda del viaje, el Papa se encontrará con dignatarios, autoridades y figuras religiosas de todos estos países. Estas reuniones tendrán un carácter variado, al igual que las poblaciones de los territorios que visitará el obispo de Roma. De los cuatro países en los que va a estar, los católicos son mayoría sólo en dos de ellos: Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental. Indonesia es de mayoría musulmana, mientras que en Singapur el budismo es la religión más practicada.
La diversidad en el viaje no está solo en la geografía o en las confesiones religiosas, sino también en el plano económico. Indonesia es la economía más potente de todo el continente asiático. Por su parte, Singapur tiene un mercado internacional importante que sitúa su PIB per cápita como el más alto del mundo.
Frente a esto, casi el 40 % de la población en Timor Oriental vive por debajo del umbral de pobreza y la mitad de los habitantes son analfabetos. Algo parecido ocurre en Papúa Nueva Guinea, donde el hecho de que la mayoría de la población habite en zonas rurales dificulta mucho el establecimiento de una educación uniforme y reglada en el país.
Indonesia
La República de Indonesia es el archipiélago más grande del mundo y cuenta con una población de casi 300 millones de personas. Esta cantidad de habitantes justifica la diversidad cultural y lingüística de las distintas islas, a la que se unen la multitud de religiones que conviven en el país.
A pesar de que la constitución de la nación formaliza la libertad religiosa, el estado solo reconoce como religiones oficiales el islam, el cristianismo, el budismo, el hinduismo y el confucianismo. La confesión mayoritaria es el islam. De hecho, la gran mayoría de musulmanes viven en Indonesia, mientras que los cristianos apenas superan el 10 % de presencia en la población.
A finales del siglo XX la fe cristiana sufrió una dura persecución en el país. Muchos creyentes sufrieron conversiones forzosas para salvar la vida y escapar de la violencia. A pesar de que las afrentas peligrosas han disminuido, los cristianos sienten todavía una cierta discriminación, tanto en el ámbito público como el privado. Sin embargo, las estadísticas informan de que la religión cristiana está ganando popularidad entre los indonesios y muchos habitantes que vienen de China se están convirtiendo al cristianismo.
Es importante resaltar que, a pesar del reconocimiento de la libertad religiosa, el estado también regula la práctica y expresión de la fe de los individuos. Según el “Pew Research Center”, todos los ciudadanos del país deben indicar en su documento de identidad la religión que profesan, sin existir la posibilidad de declararse aconfesional. En caso de no facilitar esta información o de identificarse como miembro de una religión no reconocida por el gobierno, los habitantes de Indonesia pueden tener problemas para acceder a los servicios públicos.
Papúa Nueva Guinea
Tras su visita a Indonesia, el Papa Francisco estará unos días en Papúa Nueva Guinea, un país de mayoría cristiana caracterizado por su diversidad cultural y biológica. Con una población mayoritariamente rural, el territorio de Papúa Nueva Guinea es muy rico en recursos naturales, por lo que su economía se apoya principalmente en la agricultura.
El número de habitantes en el país ha ido aumentando con el tiempo. Sin embargo, con ese crecimiento de la población ha llegado también la aparición de una grave epidemia: el VIH/Sida. La falta de concienciación acerca de los riesgos de esta enfermedad y la carencia de medios para detectarla y prevenirla provocan que Papúa Nueva Guinea sea el país del Pacífico con la mayor incidencia de este virus.
El hecho de que la mayor parte de la población viva alejada de los núcleos urbanos también dificulta el acceso a la educación. De hecho, la mayor parte de las personas son analfabetas. Distintas entidades religiosas tratan de resolver este problema abriendo y desarrollando escuelas por todo el territorio. Asimismo, tanto la Iglesia católica como la Iglesia Adventista del Séptimo Día administran sendas universidades.
La presencia del cristianismo no es solo importante a nivel educativo, sino que constituye la religión más practicada en Papúa Nueva Guinea. La tradición católica y de otras denominaciones cristianas se mezcla con rituales animistas, lo cual, unido a las grandes distancias que tienen que recorrer los sacerdotes, dificulta la evangelización.
Timor Oriental
Del 9 al 11 de septiembre el Papa Francisco estará en Timor Oriental, un país en el que más de un 95 % de la población se considera católico. Otras denominaciones cristianas, como el protestantismo, también tienen una fuerte influencia en el país, debido a las diversas actividades de evangelización desarrolladas en el territorio.
Al igual que sucede en Papúa Nueva Guinea, hay un alto porcentaje de adultos analfabetos en Timor Oriental. Sin embargo, cada vez más niños van a la escuela y, a día de hoy, hay también una universidad nacional a la que pueden acceder los jóvenes que desean obtener una educación superior.
La falta de educación reglada no es impedimento para el desarrollo de una rica cultura en este país del Sudeste asiático. Desde unos famosos bailes tradicionales que se realizan con una particular vestimenta hasta una relación especial con animales como los gatos y los búfalos, los habitantes de Timor Oriental cultivan unas tradiciones ancestrales muy características.
Singapur
El Papa Francisco cerrará su viaje apostólico en la República de Singapur, el segundo país más poblado del mundo. El gran desarrollo que ha vivido esta nación contrasta con su sistema legislativo, muy estricto en ciertos aspectos.
Singapur es un país muy rico, con gran diversidad cultural y con mucha influencia en el plano internacional. Tiene un sistema económico muy sólido, lo que permite a los ciudadanos tener un nivel de vida elevado. Sin embargo, los extranjeros viven una realidad completamente distinta. La ley no contempla ninguna facilidad para quienes no hayan nacido en el país. Sin derecho a un salario mínimo, grandes dificultades para acceder a la vivienda y con la prohibición de casarse con un nativo, el trabajador extranjero tiende a encontrarse en una situación realmente precaria.
El control del gobierno alcanza también el ámbito religioso. Cada diez años las autoridades civiles realizan un censo para contabilizar las diferentes confesiones que se encuentran en el país. Si bien aproximadamente el 20 % de la población indica que no confiesa ningún credo, sí que hay una religión mayoritaria: el budismo. A pesar de todo, el número de singapurenses que el censo califica como budistas es tan solo del 30 %, una cifra muy cercana a la de quienes no practican ninguna religión.
Por su parte, los cristianos son un poco menos del 20 % de la población, siendo los católicos una minoría dentro de este grupo. Esto se explica porque fueron los anglicanos quienes primero llegaron para evangelizar a la población, alcanzando una presencia mayoritaria. A pesar de esto, la Iglesia católica tiene una multitud de iniciativas en el país, especialmente centradas en la educación, como muestran las escuelas y universidades administradas por la Iglesia.
Singapur es un país que presume de tolerancia religiosa, y la gran diversidad de confesiones que conviven en el territorio lo demuestra. Junto a la mezcla de religiones, existe también una amalgama de culturas. La cultura occidental, la china, la islámica y otras muchas se unen en un territorio que no es muy extenso, pero sí rico en diversidad.
Un Papa en dos continentes
A pesar de que todavía se desconoce la agenda del Papa para su viaje apostólico por Asia y Oceanía, sí que puede afirmarse que el Pontífice se encontrará con grupos muy distintos en unas visitas que buscan, por un lado acercarse a los católicos que tan lejos viven del Vaticano y, por otro lado, a personas influyentes en cada uno de estos territorios que tienen un papel importante en las políticas sociales y medioambientales.
La importancia de este viaje es evidente, pero Francisco no es el primer Pontífice que viaja a los continentes asiático y oceánico. San Juan Pablo II visitó Indonesia en 1989 y se calificó como “amigo de todo el pueblo de Indonesia”, al tiempo que mostró “un gran respeto por todo el pueblo de esta dinámica nación”. También fue el Papa polaco quien, en 1986, puso la Iglesia de Singapur en manos de la Virgen María durante una homilía pronunciada el 20 de noviembre de ese año.
Las visitas de los Pontífices siempre son eventos importantes para los católicos y los diferentes países. No solo por su papel como Jefe de Estado, en cada momento de la historia el Papa es un líder religioso con una voz de autoridad en todo lo que respecta a temas sociales, por lo que los habitantes de los países que acogen al obispo de Roma escuchan siempre con atención las palabras del Sucesor de Pedro.
Misión y salvación
Los países de Asia y Oceanía que el Papa Francisco va a visitar en septiembre han sido objeto de atención de la Santa Sede desde hace años. Como explicó san Juan Pablo II en su exhortación apostólica postsinodal «Ecclesia in Asia», “fue en Asia donde Dios, desde el principio, reveló y realizó su proyecto de salvación”.
En un documento parecido, «Ecclesia in Oceania», expresó que “el Señor ha convocado a su presencia a la Iglesia está en Oceanía: se trata de una llamada que, como siempre, también implica un envío a la misión”.
Queda claro, entonces, que desde la Santa Sede contemplan los dos continentes como lugares en los que el cristianismo tiene un largo pasado y, al mismo tiempo, un proyecto a futuro en el que los católicos están llamados a ser misioneros, “portadores de la esperanza”, como le gusta decir al Papa Francisco, para todos los habitantes de sus poblados y diversos países.