En la Solemnidad de la Ascensión del Señor, el Santo Padre Francisco ha manifestado antes del rezo de la oración mariana del Regina Caeli, que “Jesús en el cielo ‘trabaja’, por así decir, como nuestro abogado ante el Padre”, y que “está siempre vivo para interceder a nuestro favor“, “no nos ha dejado solos, como dice el Evangelio hoy: ‘Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo’”.
Además, tras el Regina Caeli, el Papa ha pedido que “por favor, no nos acostumbremos a los conflictos y a la violencia. no nos acostumbremos a las guerras. Y sigamos estando cerca del martirizado pueblo ucraniano”.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha confirmado, en este sentido, que el Papa Francisco ha confiado al cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, la tarea de “dirigir una misión, de acuerdo con la Secretaría de Estado, para ayudar a aliviar las tensiones en el conflicto de Ucrania, con la esperanza, a la que nunca renuncia el Santo Padre, de que así se puedan iniciar caminos de paz”. “El calendario de esta misión y sus modalidades se están estudiando actualmente”, añade la nota.
Antes de referirse a Ucrania, el Pontífice había hecho alusión a Sudán. “Es triste”, pero un mes después del estallido de la violencia en este país africano, “la situación continúa siendo grave. Al alentar a los acuerdos parciales alcanzados hasta ahora, renuevo mi sentido llamamiento a que se depongan las armas, y pido a la comunidad internacional que no ahorre esfuerzos para hacer que prevalezca el diálogo y aliviar el sufrimiento de la población”, ha manifestado.
“Hablar con el corazón”
“Se celebra hoy la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. cuyo lema es ‘Hablar con el corazón’”, ha añadido también el Papa. “Es el corazón el que mueve a hablar con una comunicación abierta y acogedora. Saludo a los periodistas y a los trabajadores de las comunicaciones que están aquí presentes, Agradezco su trabajo. y deseo que estén siempre al servicio de la verdad y del bien común. Un aplauso a todos los periodistas”, pidió Francisco.
También se ha referido el Papa al comienzo de “la Semana Laudato si’. Agradezco al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral su trabajo, y a las numerosas organizaciones presentes, e invito a todos a colaborar para el cuidado de la casa común. ¡Hace mucha falta unir habilidades y creatividad!”
El Papa ha enviado un mensaje de “cercanía de corazón” a la región de Emilia Romaña, que ha padecido “la reciente calamidad de las inundaciones, y ha informado que “ahora en la Plaza se van a distribuir libretos sobre la Laudato si’, que ha preparado el Dicasterio, en colaboración con el Instituto Ambiental de Estocolmo”.
El Papa Francisco ha saludado al final a todos los romanos y peregrinos venidos de Italia y de diferentes países. “Agradezco particularmente a las Hermanas Franciscanas de santa Isabel de Indonesia, a los fieles de Malta, de Mali, de Argentina, de la isla caribeña de Curacao, y la Banda Musical de Puerto Rico. ¡Nos gustaría escucharles después!”, ha dicho. El Papa saludó también a los chicos de la Confirmación de Génova, a los que ayer vio con la gorra roja en Santa Marta, a diversos grupos parroquiales italianos, y a las asociaciones comprometidas en la defensa de la vida humana, a diversos coros juveniles y a los chicos de la Inmaculada. Y no se olviden de rezar por mí”, reiteró, como hace siempre.
“Con la Ascensión, algo nuevo y hermoso”
“Hoy en Italia y en muchos otros países se celebra la Ascensión del Señor”, comenzó el Papa su alocución. “Es una fiesta que conocemos bien, pero que puede hacer surgir algunas preguntas, al menos dos. La primera: ¿por qué celebrar la partida de Jesús de la tierra? ¡Su despedida parecería un momento triste, no algo por lo que estar alegre! Y una segunda pregunta: ¿qué hace ahora Jesús en el cielo, por qué es importante que esté ahí? Por qué celebramos y qué hace Jesús ahora en el cielo: estas son las dos preguntas que nos ayudan a entender lo que celebramos”.
A la primera cuestión, el Santo Padre ha respondido así: “Por qué celebramos. Porque con la Ascensión sucedió algo nuevo y hermoso: Jesús ha llevado nuestra humanidad al cielo, es decir a Dios. Esa humanidad, que había tomado en la tierra, no se ha quedado aquí, ha subido a Dios y estará ahí para siempre. Desde el día de la Ascensión Dios mismo, podríamos decir, ha ‘cambiado’: ¡Desde entonces ya no es solo espíritu, sino que por todo lo que nos ama lleva en sí nuestra misma carne, nuestra humanidad! El lugar que nos espera está indicado, nuestro destino está ahí. Hoy celebramos “la conquista del cielo”: Jesús que vuelve al Padre, pero con nuestra humanidad. Y así el cielo es ya un poco nuestro. Jesús ha abierto la puerta y su cuerpo está ah”.
Interceder a Dios por las personas que conocemos
En relación a “la segunda pregunta: ¿qué hace Jesús en el cielo?”, ésta fue, en síntesis, su meditación: “Él está por nosotros delante del Padre, le muestra continuamente nuestra humanidad, las llagas que ha sufrido por nosotros; ‘trabaja’, por así decir, como nuestro abogado ante el Padre (cfr 1 Jn 2,1). Por eso no nos ha dejado solos. De hecho, antes de ascender nos dijo, como dice el Evangelio hoy: ‘Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo’ (Mt 28,20)”.
Jesús “está siempre con nosotros, está ‘siempre vivo para interceder’ (Hb 7,25) a nuestro favor. En una palabra, por tanto, intercede; está en el mejor ‘lugar’, delante del Padre suyo y nuestro, para interceder por nosotros. Y por tanto, espera que le presentemos las situaciones, los problemas, las personas, pero también las miserias y los pecados, para obtener perdón y misericordia, y mandar sobre nosotros su amor y el del Padre, el Espíritu Santo.
“La intercesión es fundamental”; ha subrayado el Santo Padre. “Por eso Jesús en el Evangelio de hoy nos pide también por nosotros que trabajemos, que seamos laboriosos, “bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (cfr Mt 28,19). Entonces preguntémonos: ¿yo intercedo, ‘sumerjo’ en Dios a las personas que conozco, a las que me encomiendan sus problemas, las que atraviesan momentos difíciles? ¿Me hago intercesor por ellos ante Jesús, que espera mi oración para donar su Espíritu a los que le presento? ¿Llevo al Señor mis fatigas, pero también las de la Iglesia y el mundo? La Reina del cielo nos ayude a interceder con la fuerza de la oración”.