“Dios es amor; el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Juan 4,16). Estas palabras, con las que comienza la Encíclica «Deus caritas est», de Benedicto XVI, expresan el núcleo de la fe cristiana. En un mundo en el que a veces se asocia el nombre de Dios con la venganza o incluso el odio y la violencia, el mensaje cristiano del Dios Amor es de gran actualidad.
El Papa inicia la homilía de la Misa celebrada en la Basílica de San Pedro en sufragio de Benedicto XVI y los cardenales y obispos fallecidos a lo largo del año haciendo referencia a la “Deus caritas est”: “Benedicto XVI, a quien hoy recordamos junto a los cardenales y obispos fallecidos a lo largo del año, en su primera encíclica escribió que el programa de Jesús es ‘un corazón que ve’”. “Cuántas veces nos ha recordado que la fe no es ante todo una idea que comprender o una moral que asumir, sino una persona a encontrar, Jesucristo”, destaca Francisco.
“Su corazón late fuerte por nosotros, su mirada se compadece de nuestra aflicción”, como ocurre con la viuda en el centro del Evangelio de hoy, que acaba de perder a su único hijo, y con él “la razón de vivir”. “Aquí está nuestro Dios, cuya divinidad brilla en contacto con nuestras miserias, porque su corazón es compasivo”, observa el Santo Padre: “La resurrección de ese hijo, el regalo de la vida que vence a la muerte, surge precisamente de aquí: de la compasión del Señor, que se conmueve ante nuestro mal extremo, la muerte”.
“Cuán importante es comunicar esta mirada compasiva a aquellos que experimentan el dolor por la muerte de sus seres queridos”, subraya el Papa, enfatizando que “la compasión de Jesús tiene una característica: es concreta”: “Tocar el féretro de un difunto era inútil; en ese tiempo, además, se consideraba un gesto impuro que contaminaba a quien lo realizaba. Pero Jesús no presta atención a esto, su compasión borra las distancias y lo acerca. Este es el estilo de Dios, hecho de cercanía, compasión y ternura. Y de pocas palabras”.
Benedicto XVI falleció a las 9:34 del 31 de diciembre de 2022. Durante la Misa de Año Nuevo, el Papa expresó afecto e intercesión por su amado predecesor. En la homilía, dijo: “Encomendamos a Benedicto XVI a la Santísima Madre de Dios, para que lo acompañe en su paso de este mundo a Dios”.
Poco después, durante la oración de los fieles, se dedicó una intención al Papa emérito: “El Pastor supremo que siempre vive para interceder por nosotros lo reciba benignamente en el reino de la luz y la paz”. Finalmente, durante el Ángelus, ante los 40.000 fieles presentes en la plaza, el Papa Bergoglio añadió: “En estas horas, invocamos su intercesión especialmente por el Papa emérito Benedicto XVI, quien ayer por la mañana dejó este mundo. Nos unimos todos, con un solo corazón y una sola alma, para dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”.