Vaticano

El Papa Francisco dice no a la maternidad subrogada

En el discurso del Papa Francisco al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, la cuestión de la defensa de la vida adquirió un matiz importante. El Papa fue contundente en su rechazo a la práctica del vientre de alquiler.

Andrea Gagliarducci·10 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

©Unsplash

No es nada nuevo que la Santa Sede vincule la cuestión de la defensa de la vida a la paz. Porque no puede haber paz donde se desprecia la vida humana, y ciertamente se desprecia la vida humana si el ser humano es eliminado antes de nacer o asesinado antes del final natural de la vida. Sin embargo, en el discurso del Papa Francisco al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, la cuestión de la defensa de la vida adquirió un matiz aún más importante. Porque el Papa Francisco también dijo un firme «no» a la práctica de la maternidad subrogada, pidiendo la prohibición internacional de la práctica del llamado vientre de alquiler.

Una posición valiente y valiosa, que llega en vísperas de una importante conferencia que se celebrará en Roma, los días 5 y 6 de abril, sobre la Declaración de Casablanca, que pretende buscar un instrumento jurídico precisamente para impedir la práctica del vientre de alquiler. Una posición que el Papa Francisco ya había tomado en 2022, reunido con miembros del Consejo de la Federación de Asociaciones Familiares Católicas Europeas (FAFCE), y que sitúa a la Santa Sede en la vanguardia de la lucha contra la maternidad subrogada.

Por qué es importante el discurso del Papa

La posición sobre la maternidad subrogada dice mucho sobre cómo la actividad diplomática de la Santa Sede repercute en diversas cuestiones. El discurso que el Papa Francisco pronunció el 8 de enero ante los embajadores acreditados ante la Santa Sede es un ejemplo de ello.

El discurso es una tradición. Cada año, el primer lunes después de Epifanía, el Papa se reúne con los embajadores y, con ocasión de las felicitaciones de Año Nuevo, pronuncia un discurso que expone las prioridades diplomáticas de la Santa Sede para el año. La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 184 Estados del mundo, y el discurso del Papa es uno de los pocos momentos en que están todos juntos, teniendo en cuenta que no todos los embajadores son embajadores residentes en la Santa Sede.

Una de las líneas directrices suele ser el tema del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, fijada por Pablo VI el 1 de enero. El tema de este año era «Inteligencia artificial y paz», y abordaba cuestiones que la Santa Sede lleva tiempo tratando, empezando por las armas autónomas letales. Es un tema que se tocó en el discurso del Papa.

Sin embargo, el discurso del Papa Francisco abarcó varios temas. En 45 minutos, el Papa se refirió a todos los escenarios de conflicto que le son cercanos: de Tierra Santa a Ucrania, pasando por la situación en Nagorno Karabaj (el Papa habló del Cáucaso meridional, para evitar la disputa sobre el nombre de la región en disputa entre Armenia y Azerbaiyán), llegando también a denunciar lo que está sucediendo en Nicaragua y las tensiones en Venezuela y Guyana, y tocando las difíciles situaciones en el continente africano.

Tal vez faltó una alusión a la posible crisis china, a la posible crisis sobre el estrecho de Taiwán, que también podría repercutir en las relaciones entre la Santa Sede y China, y al recientemente renovado acuerdo provisional para el nombramiento de obispos. Pero se trataba de un signo de prudencia diplomática, de la necesidad de mantener un difícil equilibrio en situaciones difíciles.

Caminos hacia la paz

El discurso no fue solo un examen geopolítico, sino que también pretendía indicar algunos caminos posibles hacia la paz. Una paz que pasa por el diálogo interreligioso, el diálogo multilateral entre Estados, el cuidado de la creación -uno de los temas clave del pontificado-, y la atención a los emigrantes. Sobre todo, una paz que parta de la base de que se trabaja por los seres humanos, y que estos son rostros, carne, sangre, vidas. El Papa señala que la guerra es ahora global, que casi siempre afecta también a civiles, y advierte del peligro de considerar las muertes de civiles como «daños colaterales». Al mismo tiempo, el Papa Francisco reitera el tema de la crisis migratoria, e incluso entonces pide mirar a los migrantes no como números, sino como seres humanos, con sus crisis, con sus dificultades, con sus difíciles opciones de vida.

De ahí el llamamiento a respetar las convenciones internacionales que pretenden humanizar una guerra, e incluso el cardenal Parolin, secretario de Estado vaticano, llegó a proponer una oficina para juzgar hasta qué punto las partes «humanizan» una guerra, es decir, respetan el derecho humanitario.

La persona humana como clave de la diplomacia de la Santa Sede

Como puede verse, el hilo conductor de la diplomacia de la Santa Sede es siempre la persona humana y el bien común. Esta es la verdadera agenda internacional de la Santa Sede.

Se defienden enérgicamente los derechos humanos, pero se plantean serias dudas sobre la validez de los derechos humanos de segunda y tercera generación, los de las libertades individuales, que no encuentran un consenso unánime, pero que se basan sobre todo en ideologías individualistas, en nombre de las cuales se quiere atribuir también el llamado «derecho al aborto».

El no a la maternidad subrogada se convierte en una poderosa herramienta para la diplomacia de la Santa Sede. Dice no a la cultura del descarte, subraya la limitación de considerar a los hijos no como un don, sino como el fruto de un contrato, y sobre todo llama a la conciencia de todos los hombres de buena voluntad. No se trata de un llamamiento católico, sino de un acto político que transmite un mensaje preciso sobre la centralidad del ser humano.

Este es probablemente el pasaje más innovador del discurso del Papa al cuerpo diplomático. Y ya se puede suponer alguna iniciativa de la Santa Sede en este sentido, que también romperá el silencio que reina sobre la cuestión de la maternidad subrogada cuando ya no está de moda. Las imágenes de los niños nacidos en Ucrania por gestación subrogada y atrapados por la guerra a principios de 2020 permanecen en nuestros ojos, completadas con anuncios que explican cómo estos niños fueron bien cuidados mientras esperaban la llegada de sus «padres». Porque la guerra también hace esto: poner de relieve la naturaleza diabólica del hombre en tiempos de paz.

Este será probablemente el gran tema del futuro.

El autorAndrea Gagliarducci

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