Vaticano

El Papa Francisco: “No podemos confinar la fe entre los muros de los templos”

El Papa Francisco ha presidido la Santa misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor, la penúltima de las grandes celebraciones de esta Semana de Navidad que ha estado marcada por la despedida a Benedicto XVI.

Maria José Atienza·6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos
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La basílica de san Pedro ha vuelto a ser el epicentro de la vida de la Iglesia en Roma. Junto a obispos y sacerdotes y unos 5.000 fieles, el Papa Francisco ha presidido la Santa misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor. Una celebración en la que el Papa Francisco ha comparado la vida de fe con el camino de los magos de Oriente.

El Papa ha querido comenzar sus palabras apuntando cómo la “fe no nace de nuestros méritos o de razonamientos teóricos, sino que es don de Dios”, una gracia de Dios que hace despertar en nosotros una “inquietud que nos mantiene despiertos; cuando nos dejamos interrogar, cuando no nos conformamos con la tranquilidad de nuestros hábitos, sino que nos la jugamos”.

La respuesta personal es ese ponerse en camino de los magos que, asumiendo sus riesgos, dejan sus tranquilidades para buscar a Dios. En esta línea, el Papa ha advertido sobre los “tranquilizantes del alma”, que se multiplican en la actualidad y que aparecen como “sustitutos para sedar nuestra inquietud y apagar esas preguntas, desde los productos del consumismo a las seducciones del placer, desde los debates sensacionalistas hasta la idolatría del bienestar”.

Así ha señalado el Papa los dos primeros puntos que podemos aprender de la actitud de los magos: en primer lugar, la inquietud de las preguntas. El segundo lugar, el riesgo del camino en el que encontramos a Dios.

Esta actitud de camino, de pregunta interior y de búsqueda sincera de Dios a pesar de renunciar a las comodidades, “de nada sirve activarnos pastoralmente si no ponemos a Jesús en el centro y lo adoramos”, es lo que describe la vida de fe, ha continuado el Papa “sin un camino continuo y un diálogo constante con el Señor, sin la escucha de la Palabra, sin la perseverancia, no se puede crecer. La fe, si permanece estática, no crece; no podemos reducirla a una mera devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla”.

El Papa ha concluido sus palabras con una llamada a “adorar a Dios y no a nuestro yo; adoremos a Dios para no inclinarnos ante las cosas que pasan ni ante las lógicas seductoras y vacías del mal”.

La celebración ha seguido su curso habitual terminando con la adoración a la imagen del Niño Jesús, propio de este tiempo de Navidad.

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