Vaticano

Papa Francisco: «Somos del Señor, le pertenecemos»

El Papa Francisco presidió la Santa Misa por el miércoles de ceniza, dando así comienzo a la Cuaresma, “el tiempo favorable para volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre las cenizas de nuestra frágil humanidad”.

Paloma López Campos·22 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
Miércoles ceniza homilía

Un momento de la Misa del miércoles de ceniza (Vatican News)

El 22 de febrero, miércoles de ceniza, comenzó la Cuaresma 2023. El Papa Francisco presidió una Misa que vino precedida de una procesión penitencial. En la celebración se incluyó el rito de la imposición de la ceniza. Esto, en palabras del Santo Padre, “nos introduce en este camino de regreso, nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos”.

Y es que, ciertamente, la Cuaresma es el momento preciso “para volver a lo esencial”. La liturgia nos invita, en primer lugar, a volver a lo que realmente somos. “La ceniza nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, nos reconduce a la verdad fundamental de la vida: sólo el Señor es Dios y nosotros somos obra de sus manos”. Esto, dijo el Papa, debe provocar que “mientras inclinamos la cabeza, con humildad, para recibir las cenizas, traigamos a la memoria del corazón esta verdad: somos del Señor, le pertenecemos”.

Sin embargo, Francisco señaló que los fieles no son los únicos que viven este periodo. Dios, “como Padre tierno y misericordioso (…) también vive la Cuaresma, porque nos desea, nos espera, aguarda nuestro regreso. Y siempre nos anima a no desesperar, incluso cuando caemos en el polvo de nuestra fragilidad y de nuestro pecado, porque «Él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo» (Sal 103,14)”.

Cuaresma, tiempo para reconocer la verdad

Por tanto, la Cuaresma es un momento idóneo para limpiar la mirada y recordar “quién es el Creador y quién la criatura; para proclamar que sólo Dios es el Señor; para desnudarnos de la pretensión de bastarnos a nosotros mismos y del afán de ponernos en el centro”.

El Papa durante la Misa del miércoles de ceniza (Vatican News)

“Pero hay también un segundo paso: la ceniza nos invita a volver a Dios y a los hermanos. De hecho, si volvemos a la verdad de lo que somos y nos damos cuenta de que nuestro yo no es autosuficiente, entonces descubrimos que existimos gracias a las relaciones, tanto la originaria con el Señor como las vitales con los demás”. La Cuaresma, continuó el Papa, es tiempo para reconsiderar nuestras relaciones con el Padre y con el prójimo, “para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado”, para disfrutar de la alegría del encuentro y de la escucha.

Tres vías de Cuaresma

Todas estas ideas conllevan unas prácticas concretas: la limosna, la oración y el ayuno. Sobre esto, Francisco advirtió de que “no se trata de ritos exteriores, sino de gestos que deben expresar una renovación del corazón. La limosna no es un gesto rápido para limpiarse la conciencia, sino un tocar con las propias manos y con las propias lágrimas los sufrimientos de los pobres; la oración no es ritualidad, sino diálogo de verdad y amor con el Padre; el ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero”. Esto es importante porque “en la vida personal, como en la vida de la Iglesia, lo que cuenta no es lo exterior, los juicios humanos y el aprecio del mundo; sino sólo la mirada de Dios, que lee el amor y la verdad”.

Por tanto, si se vive con sinceridad, “la limosna, la caridad, manifestará nuestra compasión con quien está necesitado, nos ayudará a volver a los demás; la oración dará voz a nuestro íntimo deseo de encontrar al Padre, haciéndonos volver a Él; el ayuno será una gimnasia espiritual para renunciar con alegría a lo que es superfluo y nos sobrecarga, para ser interiormente más libres y volver a lo que realmente somos”.

Para concluir, el Papa lanzó una clara invitación para este periodo de Cuaresma: “Pongámonos en camino por medio de la caridad: nos han dado cuarenta días favorables para recordarnos que el mundo no se cierra en los estrechos límites de nuestras necesidades personales y para redescubrir la alegría, no en las cosas que se acumulan, sino en el cuidado de aquellos que se encuentran en la necesidad y en la aflicción. Pongámonos en camino por medio de la oración: se nos otorgan cuarenta días favorables para dar a Dios la primacía de nuestra vida, para volver a dialogar con Él de todo corazón, no en ratos perdidos. Pongámonos en camino por medio del ayuno: se nos ofrecen cuarenta días favorables para reencontrarnos, para frenar la dictadura de las agendas siempre llenas de cosas por hacer; de las pretensiones de un ego cada vez más superficial y engorroso; y de elegir lo que de verdad importa”.

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