La petición del Papa Francisco a cada uno de los países y a la comunidad internacional de que “la libertad debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra”, es una idea central de su Mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que tendrá lugar en septiembre, con el lema “Libres de elegir si migrar o quedarse”.
“Libres de partir, libres de quedarse”, era el título de una iniciativa de solidaridad promovida hace algunos años por la Conferencia Episcopal Italiana como respuesta concreta a los desafíos de las migraciones contemporáneas, señala el Santo Padre. “Y de mi escucha constante a las Iglesias particulares he podido comprobar que la garantía de esa libertad constituye una preocupación pastoral extendida y compartida”, agrega.
“La huida de la Sagrada Familia a Egipto no fue fruto de una decisión libre, como tampoco lo fueron muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel. Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es”, asegura el Papa.
“Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir. Ya en el año 2003, san Juan Pablo II afirmaba que ‘crear condiciones concretas de paz, por lo que atañe a los emigrantes y refugiados, significa comprometerse seriamente a defender ante todo el derecho a no emigrar, es decir, a vivir en paz y dignidad en la propia patria’ (Mensaje para la 90 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 3)”, recuerda el Papa Francisco.
“Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación. Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades.”, explica el Pontífice.
Un derecho no codificado
Y ¿qué podemos hacer y qué debemos dejar de hacer?, se pregunta Francisco. “Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común”.
“Mientras nos acercamos al Jubileo del 2025, es bueno recordar este aspecto de las celebraciones jubilares”: el derecho a no tener que emigrar. “Se trata de un derecho aún no codificado, pero de fundamental importancia, cuya garantía se comprende como corresponsabilidad de todos los estados respecto a un bien común que va más allá de los límites nacionales”, añade el Santo Padre.
“Para que la migración sea una decisión realmente libre, es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia”.
“Está claro que la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables”, subraya el Papa.
“Sin embargo, aquellos han de estar en condiciones de realizar tal cosa sin ser despojados de los propios recursos naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos pocos. Y allí donde las circunstancias permitan elegir si migrar o quedarse, también habrá de garantizarse que esa decisión sea informada y ponderada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones peligrosas o de traficantes sin escrúpulos”, según el mensaje papal.
La dignidad de cada migrante
“Por eso”, concluye el Papa, “mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular”.
Lo importante”, cita aquí Francisco los cuatro verbos que ha repetido incansablemente en su predicación estos años, “es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera”.
El Papa incluye finalmente una oración para esta 109 Jornada Mundial, en la que pide que “podamos manifestar tu ternura a cada migrante que pones en nuestro camino y difundir en los corazones y en cada ambiente la cultura del encuentro y del cuidado”.
Por la mañana, tuvo lugar en la Sala de Prensa vaticana una presentación del mensaje del Papa para esta Jornada, en la que intervinieron el P. Fabio Baggio, C.S., Subsecretario del Dicasterio para el Servicio para el Desarrollo Humano Integral; Monseñor Francesco Savino, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y obispo de Cassano all’Jonio; la Dra. Chiara Lombardi, directora general del VIS (Voluntariado Internacional para el Desarrollo); y Dullal Ghosh, emigrante de Bangladesh, miembro de la cooperativa Sophia.