Los jóvenes recibieron con alegría al Papa Francisco en el Parque Eduardo VII, en el que fue el primer encuentro entre los peregrinos y el Santo Padre durante la JMJ en Lisboa. Los momentos previos a la llegada del Papa estuvieron marcados por la música y la expectación. En cuanto el automóvil en el que se desplazaba Francisco se acercó al recinto, el parque se llenó de gritos de bienvenida.
Cuando el Santo Padre llegó al escenario, un grupo de artistas interpretó un baile. Tras esto pronunció unas palabras de bienvenida el patriarca de Lisboa, el cardenal Manuel José Macário do Nascimento Clemente, quien agradeció el espíritu de juventud que mantiene siempre Francisco.
Durante la ceremonia también se realizó el desfile de banderas de los países que participan en este encuentro. Inmediatamente después, llegaron al lugar los iconos de la JMJ. Todo ello bajo la atenta mirada del Papa Francisco, quien se mostró sonriente.
A continuación, comenzó el momento litúrgico de la ceremonia. El Papa pronunció una oración antes de que el coro cantara el Aleluya y se proclamara un pasaje del Evangelio según san Lucas. El fragmento escogido fue el de los 72 discípulos enviados por Cristo a difundir la Buena Nueva.
Dios nos llama
Tras el Evangelio, el Papa Francisco dirigió a los jóvenes un discurso, que empezó agradeciendo a todos los organizadores y trabajadores de la JMJ. El Santo Padre dijo a los presentes que “no están aquí por casualidad, el Señor os los llamó. No solo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas”.
Francisco animó a todos a pensar que el sentido de la vida de cada uno está en que Dios nos llama a cada uno por nuestro nombre. “Ninguno de nosotros es cristiano por casualidad, todos fuimos llamados por nuestro nombre”.
Francisco explicó que “hemos sido llamados porque somos amados. A los ojos de Dios somos hijos valiosos”. El Señor quiere hacer de cada uno “una obra maestra única y original”, lo cual supone “una belleza que no podemos vislumbrar”.
El Papa animó a que los peregrinos se recuerden esto los unos a los otros. Además quiso subrayar que “somos amados como somos, sin maquillaje, y somos llamados por nuestro nombre. No es un modo de decir. Si Dios te llama por tu nombre, significa que para Dios ninguno de nosotros, sino un rostro, una cara, un corazón”.
Francisco habló también de las ilusiones de la vida virtual y las redes sociales que no conocen a la persona, sino que se centran solo en su utilidad. Algo que con Cristo, no ocurre, pues a Jesús “cada uno de ustedes le importa”.
El Papa Francisco invita a la acogida
Es cierto que en la Iglesia somos todos pecadores, pero somos la “comunidad de los llamados, cada uno como somos”. Por ello, el Papa afirmó que “en la Iglesia hay espacio para todos, ninguno sobra. Eso lo dice Jesús claramente”.
Francisco recalcó que “el Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos”. En los Evangelios podemos ver que “Jesús nunca cierra la puerta, sino que te invita a entrar y ver”.
Por otro lado, el Papa alentó a los jóvenes a ser inquietos y a hacer preguntas. “Nunca se cansen de preguntar. Hacer preguntas es bueno, es más, a menudo es mejor que dar respuestas”.
El Santo Padre finalizó su discurso recordando, una vez más, que “Dios nos ama, nos ama como somos, no como quisiéramos ser o como la sociedad quisiera que seamos”. En esa tarea de vivir conscientes de ello, nos acompaña Santa María, “nuestra gran ayuda”, pues “Ella es nuestra Madre”.
Por último, el Papa Francisco quiso dirigir unas palabras de ánimo a todos los jóvenes reunidos: “No tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante”.