El lunes 9 de septiembre, el Papa Francisco partió de Papúa Nueva Guinea e inició una visita histórica a Timor Oriental, un país pequeño, pero profundamente católico del sudeste asiático, rico en historia y tradiciones culturales. Allí estará hasta el miércoles 11, en su tercera etapa del viaje apostólico
Últimos compases en Papúa Nueva Guinea
La séptima jornada del viaje papal comenzó por la mañana temprano en Papúa Nueva Guinea, con el encuentro con los jóvenes que tuvo lugar en el estadio Sir John Guise de Port Moresby. El evento fue un derroche de alegría y celebración, con alrededor de 20.000 fieles dando la bienvenida al Pontífice con cantos, bailes tradicionales y testimonios.
El responsable de la Comisión Juvenil, el obispo de Kimbe, abrió el encuentro dando una cálida bienvenida. A continuación, los jóvenes presentes ofrecieron diversas representaciones teatrales y musicales, compartiendo historias de fe y esperanza.
Durante su discurso, el Papa Francisco animó a los jóvenes a vivir con fe y valentía, y a convertirse en testigos del Evangelio en sus comunidades. “Les diré una cosa: estoy feliz por estos días pasados en este país, donde conviven mar, montaña y bosques tropicales; ¡Pero sobre todo un país joven habitado por muchos jóvenes!
Pero yo les pregunto: ¿cuál es el lenguaje que fomenta la amistad, que derriba los muros de división y que abre el camino para que todos entremos en un abrazo fraterno?” y a la respuesta de un joven: “amor”, el Papa añadió: “¿Y qué hay contra el amor? El odio. Pero también hay algo quizás peor que el odio: la indiferencia hacia los demás.» Y concluyó agradeciendo «a todos los que prepararon este hermoso encuentro».
Poco después, el Papa se trasladó al aeropuerto internacional Jacksons de Port Moresby, donde se celebró una ceremonia de despedida de Papúa Nueva Guinea. Después de saludar a los líderes locales, el Santo Padre partió hacia Dili, capital de Timor Oriental.
Bienvenida en Timor Oriental
El vuelo del Papa Francisco pasó por Papúa Nueva Guinea, Australia e Indonesia antes de aterrizar en el aeropuerto internacional Presidente Nicolau Lobato de Dili a las 14.10 hora local.
Dili, ciudad de aproximadamente 277.000 habitantes, es la capital y ciudad más grande de Timor Oriental, un país con una historia compleja, que se independizó de Portugal en 1975, luego fue invadido en 1976 por Indonesia hasta el 20 de mayo de 2002, cuando finalmente declaró su independencia.
A su llegada, el Papa Francisco fue recibido por el Presidente de la República, José Manuel Ramos-Horta, y el Primer Ministro, además de dos niños vestidos con trajes tradicionales que le ofrecieron flores y un collar tradicional (tais).
Encuentro en el palacio presidencial
Después de un breve traslado a la Nunciatura Apostólica, situada cerca de la histórica iglesia de Sant’António de Motael, el Papa tuvo un encuentro oficial con el Presidente de Timor Oriental en el Palacio Presidencial Nicolau Lobato alrededor de las 18:30 horas (hora local).
El país recibió al Papa con una solemne ceremonia de bienvenida con himnos nacionales, banderas y cañonazos. Veintinueve niños vestidos con trajes tradicionales recibieron al Pontífice con flores y otro pañuelo tradicional (tais), símbolo de respeto y amistad.
Reunión con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático
En el libro de oro, el Papa escribió su dedicatoria en español: “Doy gracias al Señor que me trajo a Timor Oriental y animo a su pueblo a vivir la alegría de la fe en armonía y diálogo con la cultura. Lo mejor y más hermoso que tiene Timor Oriental es su gente. Os bendigo desde el fondo de mi corazón. Francisco, 9 de septiembre de 2024”.
En su primer discurso leído en español, el Papa Francisco recordó cómo los primeros misioneros dominicos llegaron al país procedentes de Portugal en el siglo XVI, «trayendo consigo el catolicismo y la lengua portuguesa».
Asimismo añadió que «el cristianismo se incultura”. Una doctrina «que promueva el desarrollo de las personas y especialmente de los más pobres».
En un país con tantos jóvenes, el Santo Padre sugirió «que el primer ámbito en el que debemos invertir es la educación, la familia y la escuela, una educación que ponga a los niños y a los jóvenes en el centro y promueva su dignidad».
Concluyó sus palabras encomendándolas a la «protección de la Inmaculada Concepción, su patrona celestial, invocada con el título de Virgen de Aitara».
“Ojalá les acompañe siempre y les ayude en la misión de construir un país libre, democrático y solidario -concluyó- donde nadie se sienta excluido y todos puedan vivir en paz y dignidad”, dijo.
Al final del encuentro, el Papa dio su bendición a unas mil personas, empleados del Palacio Presidencial y sus familias que se reunieron en el patio frente a la entrada principal. Después de una foto grupal, el Presidente de la República despidió al Papa, concluyendo así una jornada llena de encuentros y significados.