Vaticano

El Papa Francisco, ¿una diplomacia con vistas a China?

Según fuentes vaticanas, la misión del cardenal Matteo Zuppi a China como enviado del Papa ya ha sido acordada con las autoridades y, por tanto, tendrá lugar, aunque aún no se han definido el momento, el método, el objetivo y el tipo de reuniones. Las fuentes chinas, sin embargo, son menos optimistas.

Andrea Gagliarducci·26 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

©CNS photo/Paul Haring

La jerarquía china nunca ha aceptado demasiado bien los viajes de los altos jerarcas vaticanos. El último en ir a China fue el entonces cardenal Theodore McCarrick, hace ocho años. McCarrick cayó después en desgracia por el escándalo de abusos en que se vio envuelto, y fue obligado a dimitir del estado clerical. Pero siguió siendo, al fin y al cabo, el último cardenal en llegar a China.

Entretanto, muchas cosas han cambiado. En 2018, el Papa Francisco firmó un acuerdo provisional con China para el nombramiento de obispos. El acuerdo duró dos años, y se renovó en 2020 y 2022. Condujo al nombramiento de seis obispos con la doble aprobación de Roma y Pekín, aunque algunos de ellos ya estaban en proceso de aprobación antes del acuerdo. Pero recientemente se ha producido una súbita aceleración por parte china, que ha puesto en peligro el acuerdo recién renovado.

¿Servirá la misión del cardenal Zuppi a China para reforzar el acuerdo chino-vaticano? ¿O será de otro tipo?

El Dragón Rojo y el impacto geopolítico

Enviar al cardenal Zuppi a China como enviado del Papa sería la cuarta expedición en poco tiempo para el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. El Papa le había nombrado primero su enviado especial para Ucrania, y en calidad de tal Zuppi había ido primero a Kiev, donde incluso se reunió con el presidente Volodyimir Zelensky, y después a Moscú, donde también se entrevistó con Yury Ushakov, asesor del presidente Vladimir Putin.

La de Zuppi no era una misión de paz, sino de tender puentes de diálogo. Y la primera forma de diálogo fue el compromiso humanitario. Así, el cardenal se centró en la cuestión de los niños ucranianos llevados al otro lado de la frontera. Según los ucranianos, fueron deportados, arrancados de sus familias. Según los rusos, fueron llevados a casa. Sin embargo, nadie sabe el número exacto. Se trata, en muchos casos, de niños sin familia, o no acompañados, por lo que es difícil tener un número preciso.

Parece que finalmente se llegó a un acuerdo sobre un intercambio de listas entre Ucrania y Rusia que podría conducir al eventual retorno de estos niños. Pero habrá que seguir trabajando en este acuerdo.

Como parte de la misión, el Cardenal Zuppi viajó a Estados Unidos, donde también se reunió con el Presidente Joe Biden. También allí se dio prioridad a las cuestiones humanitarias.

¿Por qué, entonces, China? Porque la Santa Sede, o al menos el Papa, mira con interés la mediación china en el conflicto de Ucrania. Y, en esto, la Comunidad de Sant’Egidio, a la que pertenece el cardenal Zuppi, puede ser un buen punto de contacto. Dado que Sant’Egidio ha sido uno de los principales promotores del diálogo con China, se encuentra entre los que ven más positivamente el acuerdo para el nombramiento de obispos, y por tanto puede servir de puente, aunque sea interpretativo, con China.

El acuerdo para el nombramiento de obispos

Aunque por parte china existe escepticismo en cuanto a que el visto bueno para la visita del cardenal Zuppi llegue realmente, hay algunos indicios de que sería el momento justo para pensar en esta visita.

Tras la segunda renovación del acuerdo para el nombramiento de obispos, se produjeron dos acontecimientos que agriaron las relaciones chino-vaticanas.

Anteriormente, las autoridades chinas habían nombrado al obispo de Yujiang, John Peng Weizhao, auxiliar de la diócesis de Jainxi, que, por cierto, no está reconocida por la Santa Sede. La Santa Sede había protestado, señalando que esta decisión, tomada sin dar ninguna información, violaba el espíritu del acuerdo.

Por ello, las autoridades chinas trasladaron unilateralmente al obispo Joseph Shen Bin de Haimen a Shanghái, instalándolo sin ningún nombramiento pontificio. Una irregularidad que el Papa Francisco subsanó tras varios meses, realizando el nombramiento, pero sobre la que también quiso pronunciarse oficialmente el cardenal Pietro Parolin.

¿Una doble vía entre China y la Santa Sede?

En efecto, la entrevista oficial del cardenal Parolin tras el nombramiento del obispo Shen Bin por el Papa Francisco parecía señalar una doble vía ahora en las relaciones con China.

Por un lado, el Papa Francisco está decidido a seguir el camino del diálogo, incluso de forma pragmática, sanando cualquier irregularidad si puede ser sanada y procediendo en este terreno lleno de baches. Por otro lado, hay una escuela vaticana que, aunque desea mantener un diálogo con China, quiere que este diálogo se base en la reciprocidad.

Las últimas decisiones chinas se derivan de una interpretación restrictiva del acuerdo sobre el nombramiento de obispos. El acuerdo, dicen, no contempla las diócesis, y por tanto China puede decidir transferir obispos a diócesis aunque no estén reconocidas por la Santa Sede, es más, China tiene incluso derecho a establecer su propia diócesis. Y el acuerdo, se dice, no habla de traslados, aunque entonces los chinos no contemplan la idea de que incluso un traslado de una diócesis a otra implique un nombramiento papal y una decisión del Papa.

De hecho, sin embargo, el acuerdo para trabajar debe basarse en el entendimiento mutuo, y ese es el reto más difícil. Por parte de la Santa Sede, el objetivo es que tarde o temprano se publique el acuerdo, haciéndolo definitivo, porque de este modo debería establecerse una pista segura, o al menos pública, a la que se pueda hacer referencia. No ocurrirá inmediatamente, pero es la solución más lógica.

Fue en 2005 cuando el entonces Secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Giovanni Lajolo (hoy cardenal), decidió que el diálogo con China debía basarse mientras tanto en una cuestión específica, que era el nombramiento de obispos. Y de hecho, tras la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos en 2007, hubo nombramientos que contaron con la doble aprobación de Roma y Pekín. Pero incluso en ese caso, las decisiones de Pekín fluctuaron, creando bastantes dificultades para el diálogo.

Para qué servirá el viaje de Zuppi

No se sabe si el viaje de Zuppi servirá para crear un clima de confianza que permita también proseguir con el acuerdo en los plazos previstos. Pero sin duda ese no será el objetivo. Sin duda, ayudaría a China a ganar mayor legitimidad en la escena internacional, y se cree que este es un elemento clave para el éxito final de la misión.

Si la Santa Sede ayuda al Dragón Rojo, y este tiene éxito, podría haber novedades. Pero, ¿a qué precio? ¿Cómo equilibraría la Santa Sede los intereses chinos, rusos y occidentales? El riesgo es el de parecer demasiado desequilibrada hacia un lado de la historia, dejando de lado la clásica moderación vaticana en nombre de un cierto pragmatismo.

La eventual misión del cardenal Zuppi tiene que ver con este equilibrio. Los desafíos que permanecen en el trasfondo conciernen a la libertad religiosa, a la capacidad de la Iglesia para ejercer su misión, a la propia libertad de la Iglesia. Pero también se refieren a la posición de la Iglesia en esta época de cambio.

Así pues, la doble vía de la diplomacia vaticana también conlleva retos no desdeñables. Los enviados especiales siempre han formado parte del esfuerzo diplomático. Lo importante es no abusar de ellos, porque de lo contrario se convierten en misiones personalistas. La misión china del cardenal Zuppi también tendrá que tener esto en cuenta.

El autorAndrea Gagliarducci

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