Tomando pie del Evangelio de hoy, 20 de noviembre, el Romano Pontífice ha recordado que Cristo da un vuelco al título de “rey” y se muestra como “nuestro rey, con los brazos abiertos”. Si Cristo se ha hecho hombre y rey para abrazar todas las realidades de nuestra vida, señala el Santo Padre, es necesario preguntarnos si “este rey del universo es el rey de mi existencia”.
Francisco ha puesto la atención en que Cristo no mira nuestra vida un solo momento, sino que “permanece ahí”, poniendo énfasis en que cuando mira a cada hombre Cristo “quiere abrazarte, volverte a levantar y salvarte”.
El Santo Padre ha mencionado que la salvación nos viene si nos dejamos amar por el Crucificado, que está siempre dispuesto a perdonarnos. Francisco ha querido resaltar que “no tenemos un dios desconocido que está allá arriba en el cielo, poderoso y distante, sino un Dios cercano, tierno y compasivo, cuyos brazos abiertos consuelan y acarician”.
Para dejar de ser espectadores ante esta muestra de amor por parte de Dios, el Papa ha dicho que “hay que comenzar por la confianza, por llamar a Dios por su nombre, tal como lo hizo el buen ladrón”.
Tras la celebración de la Santa Misa, el Papa se ha dirigido a la ciudad de Asti, agradeciendo a todos los involucrados la bienvenida que le han dado. Ha hablado de los jóvenes, invitando a todos a participar en la próxima JMJ de Lisboa y ha dicho que “hacen falta jóvenes transgresores, no conformistas”.
Francisco también se ha hecho eco de los conflictos que están teniendo lugar por todo el mundo. Ha invitado a los fieles a acordarse de las personas que sufren estas situaciones, diciendo que “nuestro tiempo está viviendo una carestía de paz, esforcémonos y sigamos rezando por la paz”.
Por último, el Papa ha mencionado a la Virgen María, dirigiéndose a ella como Reina de la paz y ha encomendado a todos los presentes a la Madre de Dios. Tras estas palabras, ha comenzado el rezo del Ángelus.