Vaticano

Francisco lanza más oración y ayuno por la paz y mira a Charles de Foucauld

El Papa ha convocado para el viernes 27 de octubre una Jornada ecuménica e interreligiosa de Oración, Ayuno y Penitencia por la paz en Tierra Santa, a la que ha invitado “a todos los que tienen en el corazón la causa de la paz en el mundo”. Además, esta tarde de miércoles habrá una hora de oración en San Pedro por la paz. En la catequesis se ha fijado en san Charles de Foucauld.

Francisco Otamendi·18 de octubre de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
Papa Francisco

El Papa Francisco durante la audiencia general del 18 de octubre (CNS photo / Lola Gomez)

A raíz de las guerras en Ucrania y en Palestina e Israel, el Santo Padre Francisco intensifica la oración por la paz, y urge a la causa de la paz a todo el mundo. Esta mañana, en la catequesis de los miércoles sobre la pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente, ha anunciado una Jornada ecuménica e interreligiosa de Oración, Ayuno y Penitencia por la Paz en Tierra Santa el próximo 27 de octubre, y ha puesto la mirada en el corazón de san Charles de Foucauld

Por otra parte, al dirigirse a los peregrinos de lengua italiana y a todos los fieles, ha convocado a la 6 de la tarde de hoy mismo, fiesta de san Lucas evangelista, en la Plaza de San Pedro, a vivir “en espíritu de penitencia una hora de oración para implorar la paz para nuestros días, la paz en el mundo. Pido a todas las iglesias particulares que participen, estableciendo iniciativas semejantes que involucren al Pueblo de Dios”.

El Pontífice ha señalado que las víctimas aumentan, la situación en Gaza es desesperante, y ha efectuado un llamamiento: “Que se haga por favor todo lo posible para evitar una catástrofe humanitaria. Nos preocupa el posible alargamiento del conflicto, mientras en el mundo están abiertos diferentes frentes bélicos”.

“Que callen las armas, que se escuche el grito de paz de los pobres, de la gente, de los niños”, ha añadido. “Hermanas y hermanos, la guerra no resuelve ningún problema, siembra solo muerte y destrucción, aumenta el odio, multiplica la venganza. La guerra cancela el futuro” (lo dijo por dos veces). “Exhorto a los creyentes a tomar en este conflicto una sola parte, la parte de la paz, no con palabras, sino con la oración, con la dedicación total”.

Domingo misionero mundial, san Juan Pablo II

Entre otros temas que han surgido en la catequesis, el próximo domingo se celebra la Jornada misionera mundial, que tiene como lema ‘Corazones ardientes’, ha recordado el Papa, al invitar “a las diócesis y parroquias a que participen en esta cita anual con la oración y la ayuda concreta para las necesidades de la misión evangelizadora de la Iglesia”.

En su saludo a los peregrinos de lengua polaca, el Santo Padre ha manifestado que “el lunes pasado conmemoramos el 45 aniversario de la elección de Karol Wojtyla a la Sede de Pedro. Durante su pontificado resonó con gran fuerza la llamada a abrir de par en par las puertas a Cristo. Esto ha dado fruto tanto en conversiones personales como en cambios sociales en muchos países hasta ahora cerrados a Cristo. Siguiendo el ejemplo de este santo Papa, continuad la obra de nueva evangelización que él inició. Os bendigo de corazón”.

En la bienvenida a los peregrinos de habla inglesa, especialmente a los grupos de Irlanda, Noruega, Indonesia, Malasia, Filipinas, Vietnam, Canadá y los Estados Unidos de América, Francisco ha enviado “un saludo especial a los jóvenes universitarios que participan en el Seminario Internacional de Roma por la Paz”, y ha saludado también a los sacerdotes del Instituto de formación teológica permanente del Pontificio Colegio Norteamericano. Invoco sobre todos vosotros la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo. Que Dios os bendiga”.

A los fieles de lengua árabe, el Papa ha recordado que “este mes de octubre dedicado a la Virgen del Rosario. Os invito a contemplar con la Madre de Dios los misterios de la vida de Cristo, invocando su intercesión por las necesidades de la Iglesia y del mundo. Que el Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal”.

Francisco ha saludado también a los grupos de feligreses y estudiantes de lengua francesa, venidos de Suiza, Costa de Marfil, Francia y Marruecos, incluida la delegación del Instituto Teológico Ecuménico Al Mowafaqa, acompañada por el cardenal Cristóbal López Romero y la Sra. Karen Smith. “Que San Charles de Foucauld nos enseñe el valor del silencio y el poder evangelizador de una vida escondida en Dios”, les ha dicho. 

San Charles de Foucauld: Eucaristía, el sagrario

En esta catequesis sobre el celo apostólico, Francisco ha compartido en la Audiencia el testimonio de san Charles de Foucauld, canonizado el 15 de mayo de 2022 junto a otros siete beatos, que vivió una juventud alejada de Dios, hasta que conoció a Jesús de Nazaret. 

“Hoy quisiera hablaros de un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida. Me refiero a san Carlos de Foucauld el cual, ‘desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos’ (Fratelli tutti, 286)”. 

Experimentando una profunda conversión, pasó de ser atraído por Jesús al deseo de imitarlo, sintiéndose su “hermano pequeño”, ha subrayado el Papa. “De la atracción pasó a la imitación. Aconsejado por su confesor fue a Tierra Santa y, recorriendo los Santos Lugares, descubrió la llamada a vivir en el espíritu de Nazaret, pobre y oculto, manso y humilde de corazón”.

Francisco ha destacado en su reflexión que Charles de Foucauld “dedicaba mucho tiempo a meditar el Evangelio, pero esto no lo hacía encerrarse en sí mismo, al contrario, lo impulsaba a anunciarlo a los demás. Para él, la vida eucarística era el punto de partida para la misión, por eso rezaba durante horas ante el sagrario, y allí encontraba la fuerza evangelizadora para ir al encuentro de las personas que no conocían a Jesús”.

El secreto: “Perder la cabeza por Él”

¿Cuál era el “secreto” de su vida?, se ha preguntado el Papa. “He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret», confió a un amigo no creyente. “El Hermano Charles nos recuerda así que el primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el centro del corazón, es ‘perder la cabeza’ por Él. Si esto no sucede, difícilmente podremos demostrarlo con nuestra vida. Corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro grupo, de una moral o, peor aún, de un conjunto de normas, pero no de Jesús, de su amor, de su misericordia”, ha continuado el Papa. 

“Preguntémonos entonces: tengo a Jesús en el centro de mi corazón, ¿he perdido un poco la cabeza por Él? Charles sí, hasta el punto de pasar de la atracción por Jesús a la imitación de Jesús. Carlos deja a Jesús actuar en silencio, convencido de que la ‘vida eucarística’ evangeliza. Cree de hecho que Cristo es el primer evangelizador.  ¿Y nosotros, me pregunto, creemos en la fuerza de la Eucaristía?”

Los laicos. Anticipa el Concilio Vaticano II

‘Todo cristiano es un apóstol’, escribía Charles de Foucauld a un amigo laico, a quien recordaba que “cerca de los sacerdotes necesitamos laicos que vean lo que el sacerdote no ve, que evangelicen con una cercanía de caridad, con una bondad para con todos, con un afecto siempre dispuesto a entregarse”, ha recordado el Papa. 

“Charles anticipa así los tiempos del Concilio Vaticano II, intuye la importancia de los laicos y comprende que el anuncio del Evangelio pertenece a todo el Pueblo de Dios. Pero, ¿cómo podemos aumentar esta participación? Como hizo Carlos: poniéndonos de rodillas y acogiendo la acción del Espíritu, que siempre suscita formas nuevas para involucrar, encontrar, escuchar y dialogar, siempre en la colaboración y en la confianza, siempre en comunión con la Iglesia y con los pastores”.

Por último, el Santo Padre ha llamado a san Charles de Foucauld “figura profética para nuestro tiempo”, y nos ha preguntado “si llevamos en nosotros y a los otros la alegría cristiana, que no es simple gozo, sino caridad del corazón. La alegría es el termómetro que mide el calor de nuestro anuncio de Jesús, Él que es para todos la buena noticia”.

El autorFrancisco Otamendi

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