El Papa ha señalado en este domingo de octubre, XXVII del tiempo ordinario, que sigue “con aprensión y dolor lo que está sucediendo en Israel, donde la violencia ha estallado aún más fuertemente, provocando cientos de muertos y heridos”, y ha expresado “su cercanía a las familias de las víctimas; rezo por ellos y por todos los que están viviendo horas de terror y de angustia”.
“Que los ataques y las armas se detengan, por favor, y que se comprenda que el terrorismo y la guerra no llevan a ninguna solución, sino solo a la muerte, al sufrimiento de tantos inocentes. La guerra es una derrota, toda guerra es una derrota, recemos por la paz en Israel y Palestina”, ha clamado el Papa.
“En este mes de octubre, dedicado no sólo a las misiones sino también a la oración del Rosario, no nos cansemos de invocar, por la intercesión de María, el don de la paz en tantos países del mundo marcados por guerras y conflictos”, ha alentado Francisco, que recordó también en el Ángelus “a la querida Ucrania, que sufre a diario tan martirizada”.
Rosarios por el Sínodo
El Pontífice se ha referido asimismo a los trabajos del Sínodo, y ha agradecido a “todos los que siguen, y sobre todo acompañan con la oración el Sìnodo en curso, acontecimiento eclesial de escucha, de compartir y de comunión fraterna en el Espíritu. Invito a todos a confiar sus trabajos al Espíritu Santo”.
Precisamente ayer sábado, memoria de la Santísima Virgen del Rosario, el cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo, presidió la primera edición del rosario con antorchas que tendrá lugar cada sábado de octubre por la tarde en la Plaza de San Pedro, una iniciativa a cargo de la Basílica vaticana. Las meditaciones del cardenal Grech de ayer versaron sobre los misterios gozosos del Rosario.
“La ingratitud genera violencia”.
Pocos minutos antes, en la reflexión previa al rezo del Ángelus, el Papa se había referido al agradecimiento, a raíz de la parábola del dueño de la viña, y los labradores que matan al hijo del dueño que va a pedirles cuenta. Francisco ha calificado la parábola como “dramática con un final triste”.
“El propietario de la viña hizo todo bien, con amor (..). La vendimia debería haber concluido felizmente”. Sin embargo, “en la mente de los viñadores se insinúan pensamientos ingratos y ávidos”, en lugar del agradecimiento. “La ingratitud alimenta la avidez, y crece en ellos un sentimiento progresivo de rebelión que los lleva a sentirse acreedores en vez de deudores”.
Cuando no se vive “con la alegría de sentirse amado y salvado, sino con la triste ilusión de no tener necesidad de amor ni de salvación, uno se encuentra prisionero de su propia codicia, de la necesidad de tener más que los demás, de querer estar por encima de los demás”, ha añadido el Santo Padre. Entonces surge la violencia, “porque la ingratitud genera violencia, nos quita la paz, mientras que “un simple gracias puede restablecer la paz”.
“¿Sé decir gracias, permiso, perdón?”
Como es habitual, Francisco ha formulado algunas preguntas para el examen. Entre otras, “¿me doy cuenta de que he recibido la vida como un don y de que yo mismo, yo misma, soy un don?; “creo que todo comienza por la gracia del Señor?”; “¿sé decir gracias?”. “Gracias, permiso y por favor, son “secretos de la convivencia humana”. ¿Sé pronunciar estas tres pequeñas palabras?”; “¿sé no ser invasivo?”, ha preguntado.
Finalmente, el Papa ha acudido a la Virgen María, “cuya alma engrandece al Señor”, para “nos ayude a hacer de la gratitud la luz que surge cada día del corazón”.