Vaticano

Los Estados deben ayudar a las mujeres a “acoger el don de la vida”

El Papa Francisco ha manifestado en el Ángelus del IV Domingo de Cuaresma, tras el Día Internacional de la Mujer, que son “las instituciones, sociales y políticas, las que tienen el deber fundamental de proteger y promover la dignidad de todo ser humano, ofreciendo a las mujeres, portadoras de vida, las condiciones necesarias para poder acoger el don de la vida”.

Francisco Otamendi·11 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
papa audiencia

El Papa Francisco saluda a una madre y a su hijo durante una audiencia (OSV News)

Dos días más tarde del 8 de marzo, y todavía muy reciente la decisión del Parlamento francés de incluir el denominado “derecho” al aborto en la Constitución del país galo, el Papa Francisco ha efectuado un llamamiento especial a la sociedad, a los políticos y al mundo.

El Pontífice ha manifestado en el Ángelus de hoy que son las instituciones las que deben proveer las condiciones necesarias, no sólo para proteger la dignidad de todo ser humano, sino para ofrecer a todas las mujeres. “portadoras de vida”, las condiciones más favorables, incluso “necesarias”, para que puedan acoger “el don de la vida y asegurar a sus hijos una existencia digna”.

Además, el Santo Padre ha querido expresar su cercanía a todas las mujeres, “especialmente a aquellas cuya dignidad no se respeta”. “Todavía nos queda mucho trabajo por hacer a cada uno de nosotros para que se reconozca concretamente la igual dignidad de la mujer”. El Papa da por hecho, en consecuencia, que la sociedad no considera todavía la misma dignidad a valores y mujeres.

Rezar por Haití, cercanía a los hermanos musulmanes

También después del rezo de la oración mariana, Francisco ha mostrado su “cercanía y dolor la grave crisis que afecta a Haití y los episodios violentos que se han producido en los últimos días. Estoy cerca de la Iglesia y del querido pueblo haitiano, que sufre desde hace años”. 

“Os invito a rezar, por intercesión de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, para que cese toda violencia y para que todos ofrezcan su contribución al crecimiento de la paz y la reconciliación en el país, con el apoyo renovado de la comunidad internacional”, ha añadido el Papa refiriéndose a uno de los países más pobres de América, quizá el más pobre según los rankings habituales, y también del mundo.

A continuación, el Papa ha informado que “esta noche nuestros hermanos y hermanas musulmanes comenzarán el Ramadán: expreso mi cercanía a todos ellos”, y ha saludado también de modo particular a todos los peregrinos de Roma, de toda Italia y de muchas partes del mundo. Entre ellos, “los alumnos del Colegio Irabia-Izaga de Pamplona, los peregrinos de Madrid, Murcia, Málaga y a los de St Mary’s Plainfield – New Jersey”, entre otros.

También ha saludado con afecto a la comunidad católica de la República Democrática del Congo en Roma, y ha rogado que “recemos por la paz en este país, así como en la atormentada Ucrania y en Tierra Santa. Que cesen cuanto antes las hostilidades que causan inmensos sufrimientos a la población civil”, ha pedido a los fieles.

Jesús no vino a condenar, sino a salvar

En su comentario a las lecturas de este cuarto Domingo de Cuaresma, el Pontífice ha citado el fragmento evangélico que presenta la figura de Nicodemo, y ha meditado sobre el hecho de que “Jesús no vino a condenar, sino a salvar. ¡Es hermoso!”

A menudo en el Evangelio vemos a Cristo desvelar las intenciones de las personas que encuentra, a veces desenmascarando actitudes falsas, como con los fariseos, o haciéndolas reflexionar sobre el desorden de su vida, como la samaritana. ha señalado el Papa. 

“Ante Jesús no hay secretos: Él lee en el corazón, en el corazón de cada uno de nosotros. (…) Nadie es perfecto, todos somos pecadores, todos nos equivocamos, y si el Señor usara el conocimiento de nuestras debilidades para condenarnos, nadie podría salvarse”.

Mirar con misericordia

“Pero no es así”, señala el Santo Padre. “Porque Él no lo utiliza para señalarnos con el dedo, sino, para abrazar nuestra vida, para liberarnos de los pecados y para salvarnos. A Jesús no le interesa procesarnos o someternos a una sentencia; Él quiere que ninguno entre nosotros se pierda”.

“Jesús no vino a condenar, sino a salvar el mundo, ha reiterado. “Pensemos en nosotros, que tantas veces condenamos a los demás; tantas veces nos gusta chismorrear, buscar chismes contra los demás. Pidamos al Señor que nos dé, a todos nosotros, esta mirada de misericordia, para mirar a los demás como Él nos mira a todos nosotros”.

“Que María nos ayude a desear el bien los unos a los otros”, ha concluido el Santo Padre.

El autorFrancisco Otamendi

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