En su meditación del Ángelus, el Papa Francisco ha reflexionado sobre “la espera confiada” apoyándose en la parábola de la semilla del Evangelio del día.
Al igual que un sembrador, ha dicho el Pontífice, “el Señor deposita en nosotros las semillas de su Palabra y de su gracia, semillas buenas y abundantes, y después, sin dejar de acompañarnos, espera con paciencia”. Durante este tiempo, “el Señor sigue cuidándonos, con la confianza de un Padre”. Al mismo tiempo, espera porque “es paciente” a que “las semillas se abran, crezcan y se desarrollen hasta dar fruto de buenas obras”.
Al mismo tiempo, ha explicado Francisco, actuando así “el Señor nos da un ejemplo: nos enseña también a sembrar con confianza el Evangelio allí donde estemos y después a esperar que la semilla plantada crezca y dé fruto en nosotros y en los demás”.
En este sentido, el Papa ha asegurado que, con mucha frecuencia, “más allá de las apariencias, el milagro está ya en marcha y a su debido tiempo dará frutos abundantes”.
Como es habitual, el Santo Padre ha concluido su reflexión planteando algunas preguntas para la oración personal: “¿Yo dejo sembrar en mí la Palabra? ¿A su vez, siembro con confianza la Palabra de Dios en los ambientes en los que vivo? ¿Soy paciente a la hora de esperar, o me desanimo porque no veo inmediatamente los resultados? Y, ¿sé confiar todo serenamente al Señor, al tiempo que doy lo mejor de mí para anunciar el Evangelio?”.
El Papa Francisco insiste en la necesidad de paz
Tras el rezo del Ángelus, el obispo de Roma ha pedido un aplauso para el nuevo beato “Michele Rapaz, sacerdote y mártir, pastor según el corazón de Cristo, fiel y generoso testigo del Evangelio que experimentó tanto la persecución nazi como la soviética”.
El Papa también ha pedido de nuevo por la paz, recordando los “enfrentamientos y masacres que se han producido en la parte otiental de la República Democrática del Congo”. Ha mencionado además los conflictos de Ucrania, Tierra Santa, Sudán, Myanmar y “todos los lugares en los que se sufre por la guerra”.
Por último, el Papa ha mandado un saludo a todos los “romanos y peregrinos”. Entre los asistentes a la plaza de san Pedro han estado “fieles procedentes de Líbano, Egipto y España”, de Inglaterra, Polonia, Carini, Catania, Siracusa y Padua, entre otros.