El Papa Francisco ha rogado en el Ángelus de este domingo XXXI del Tiempo Ordinario, en cuyo Evangelio Jesús reprende a los escribas y fariseos que no practican lo que predican, que “se detenga en nombre de Dios” la guerra en Tierra Santa, que “cesen el fuego”, y que “se recorran todos los caminos posibles para que se evite absolutamente una ampliación del conflicto”.
Además, el Pontífice ha manifestado con tono de angustia “que se pueda socorrer a los heridos, que las ayudas lleguen a la población de Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima. Que se liberen inmediatamente los rehenes, entre ellos, tantos niños, que regresen a sus familia”.
“Pensemos en los niños involucrados en esta guerra, como también en Ucrania y en otros conflictos. Así se está matando su futuro, Recemos para que se tenga la fortaleza de decir basta”, ha alentado el Papa.
Nepal, afganos, víctimas de tempestades
Tras el rezo de la oración mariana del Ángelus, Francisco ha recorrido algunos lugares de sufrimiento en el mundo. y ha manifestado estar “cercano a la población de Nepal, que sufre a causa de un terremoto, como también cerca de los prófugos afganos que han encontrado refugio en Pakistán, pero que ahora no saben a dónde ir”. El Papa ha rezado “también por las víctimas de las tempestades y aluviones en Italia y en otros países”.
Al referirse a grupos de peregrinos, ha saludado con afecto “a todos ustedes, romanos y peregrinos de otros países, en particular a los peregrinos de Viena y de Valencia”, y de Cagliari. “Por favor, no olviden rezar por mí”, ha concluido el Papa Francisco, una petición que es intención de oración para el mes de noviembre.
No a la duplicidad de corazón y vida
En el comentario del evangelio, antes del rezo del Ángelus, al referirse a los escribas y fariseos que “dicen y no hacen”, el Papa Francisco invitó a todos, especialmente a los que tienen responsabilidades, a no tener “el corazón doble” y a no preocuparse sólo “por mostrarnos impecables fuera”.
Al comentar el pasaje evangélico de san Mateo (23, 1-12), propuesto para la liturgia de hoy, sobre las palabras de Jesús a los escribas y fariseos, que el Papa calificó como “muy severas”, señaló dos aspectos: “la distancia entre el decir y el hacer, y la primacía de lo exterior sobre lo interior». Sobre el primero subrayó que, a los líderes religiosos del pueblo de Israel, «que pretenden enseñar a los demás la Palabra de Dios y ser respetados como autoridades del Templo», Jesús les cuestiona «la duplicidad de sus vidas: predican una cosa, pero luego viven otra”.
“Somos frágiles”, añadió Francisco, y por eso todos experimentamos “una cierta distancia entre el decir y el hacer”. Pero tener “un doble corazón”, vivir con “un pie en dos zapatos”, es otra cosa. Sobre todo “cuando estamos llamados –en la vida, en la sociedad o en la Iglesia– a desempeñar un papel de responsabilidad”.
“La regla es ser primero testigos creíbles”
“Recordemos esto: ¡no a la duplicidad!”, ha agregado. “Para un sacerdote, un trabajador pastoral, un político, un profesor o un padre, vale siempre esta regla: esto que dices, que predicas a los otros, comprométete tú a vivirlo primero. Para ser maestros con autoridad es necesario ser primero testigos creíbles”.
El Papa Francisco ha concluido con las habituales preguntas para el examen: “¿Intentamos practicar lo que predicamos o vivimos en la duplicidad? ¿Decimos una cosa y hacemos otra? ¿Estamos preocupados solo por mostrarnos impecables fuera, maquillados, o cuidamos de nuestra vida interior en la sinceridad del corazón?”
En su oración final, el Pontífice pidió que nos dirijamos a la Virgen María. “Ella que ha vivido con integridad y humildad del corazón según la voluntad de Dios, nos ayude a volvernos testigos creíbles del Evangelio”.