El Papa Francisco dirigió una emotiva carta pastoral al pueblo nicaragüense, reafirmando su cercanía espiritual y alentándolos en su devoción a la Inmaculada Concepción, figura central en la fe de la nación. En el contexto de la Novena de la Inmaculada, el Pontífice expresó su afecto hacia la comunidad cristiana de Nicaragua y resaltó su fidelidad a Dios y a la Iglesia como faros que iluminan sus vidas.
Francisco inició su mensaje recordando el amor que los nicaragüenses tienen por «Papachú«, una expresión local que refleja su confianza filial en Dios. Reconoció los desafíos que enfrenta el pueblo y los invitó a mantener la fe: «Precisamente en los momentos más difíciles, donde humanamente se vuelve imposible poder entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia».
Ser hijos de la Virgen
El Santo Padre destacó el papel de la Virgen María como modelo de confianza y amparo. En este sentido, subrayó la riqueza espiritual de la devoción nicaragüense, reflejada en el tradicional grito: «¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!», que encarna la entrega y gratitud de un pueblo que reconoce a la Virgen como Madre protectora.
En preparación para el Jubileo de 2025, Francisco alentó a los fieles a encontrar fuerza en su fe, particularmente en la oración del Rosario: «Recitando el Rosario, estos misterios atraviesan la intimidad de nuestro corazón, ahí donde se cobija la libertad de las hijas y los hijos de Dios, que nadie nos puede arrebatar». Resaltó que esta práctica, además de meditar en los misterios de Cristo y María, permite integrar las propias alegrías, dolores y esperanzas en la oración.
El Papa también hizo un llamado a perseverar en la confianza en Dios, especialmente en tiempos de incertidumbre. «Quiero decirlo con fuerza, la Madre de Dios no cesa de interceder por ustedes, y nosotros no dejamos de pedirle a Jesús que los tenga siempre de su mano», afirmó, mostrando su solidaridad con las dificultades que enfrenta la nación.
La Virgen y Nicaragua
Concluyendo su mensaje, Francisco reiteró la protección de la Inmaculada Concepción, subrayando la profunda conexión del pueblo con María a través de la expresión: «María de Nicaragua, Nicaragua de María».
La carta pastoral finalizó con una oración especial escrita para el Jubileo, en la que el Pontífice pidió a Dios la paz y las gracias necesarias para superar los desafíos actuales. «Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio… en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva», rezó el Papa, alentando a los nicaragüenses a mantener viva la esperanza.
Este mensaje refuerza la importancia de la fe y la devoción en la vida del pueblo de Nicaragua, recordándoles que, incluso en los momentos de mayor adversidad, cuentan con la guía de Dios y el apoyo de la Iglesia. La celebración de la Inmaculada Concepción, marcada por un fervor único, sigue siendo un símbolo de unidad y fortaleza espiritual para toda la nación.