Vaticano

El Papa urge el Domingo de Ramos a cuidar a los “cristos abandonados” 

El Santo Padre Francisco ha presidido la celebración del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor en la Plaza de San Pedro, tras recibir el alta médica. Tanto en la homilía de la Misa como en el Ángelus, ha invitado a seguir el amor de “Jesús abandonado” en la cruz, y cuidar a tantos “cristos abandonados”, pueblos enteros, emigrantes, presos, ancianos, niños no nacidos, enfermos o discapacitados.

 

Francisco Otamendi·2 de abril de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
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Tras las tres noches pasadas en el Policlínico Gemelli debido a una infecciòn respiratoria, y recibir ayer el alta médica, el Papa Francisco ha presidido esta mañana la celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor en la Plaza de San Pedro, al inicio de la Semana Santa con decenas de miles de peregrinos.

Antes de comenzar la Santa Misa, tuvo lugar la bendición de los ramos de olivo junto al Obelisco de la Plaza de San Pedro, al que se desplazó el Santo Padre en el papamóvil, y donde le esperaban los cardenales. Luego tuvo lugar la procesiòn hasta la Basílica para la Santa Misa al aire libre que, presidida por el Papa, fue concelebrada por los cardenales Leonardo Sandri, Giovanni Battista Re y Francis Arinze, y el resto de purpurados.

En la homilía, el Papa comenzó recordando las palabras de Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46). Es la invocación que la Liturgia nos hace repetir hoy en el Salmo responsorial (cf. Sal 22,2) y es la única pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio que hemos escuchado. Son, pues, las palabras que nos llevan al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos”, señaló el Papa.

“Para que tengamos esperanza”

El Santo Padre se preguntó: “¿Por qué llegó a ese punto? La respuesta es una sola: por nosotros. Por mí, por mí”, repitió en varias ocasiones. “Se hizo solidario con nosotros hasta el extremo, para estar con nosotros hasta las últimas consecuencias. Para que ninguno de nosotros pudiera considerarse solo e insalvable. Experimentó el abandono para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre”. 

“Lo hizo por ti, por mí”, volvió a insistir el Papa, “para que cuando tú, yo, o cualquiera se vea entre la espada y la pared, perdido en un callejón sin salida, sumido en el abismo del abandono, absorbido por el torbellino del ‘por qué’, pueda tener esperanza. No es el final, porque Jesús ha estado allí y está ahora contigo. Para que cada uno de nosotros pueda decir: en mis caídas, en mi desolación, cuando me siento traicionado, descartado y abandonado, cuando ya no puedo más, Él está conmigo. Tú estás ahí, Jesús. En mis fracasos, Tú estás conmigo. Cuando me siento errado y perdido, cuando ya no puedo más, Tú estás ahí, Tú estás conmigo. En mis ‘por qué’ sin respuesta, Tú estás conmigo. Él está conmigo. Así es como el Señor nos salva, desde el interior de nuestros «por qué». Desde ahí despliega la esperanza”.

“Ojos y corazón para los abandonados”

A continuación, el Romano Pontífice se refirió al amor del Señor por cada uno, y a “Jesús abandonado”, que “ nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados”. “He aquí quién es Dios y cuánto nos ama. ¡Cuánto nos quiere! ¡Cuánto le hemos costado!”

“Un amor así, todo para nosotros, hasta el extremo, puede transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne, capaces de piedad, de ternura, de compasión”, añadió el Papa. “Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana”. 

Francisco recordó entonces, fuera de guión, a “aquel hombre de la calle que falleció solo abandonado, entre las columnas” de San Pedro. “Es Jesús que necesita de nosotros”, dijo. 

“Por eso quiere que cuidemos de los hermanos y de las hermanas que más se asemejan a Él, en el momento extremo del dolor y la soledad.  Hoy hay tantos «cristos abandonados». Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados,  personas catalogadas como problemas”.

“Pero también hay tantos cristos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco”, prosiguió el Santo Padre: “niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, que pueden ser tu mamá, tu papá, el abuelo, la abuela,  enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor”. 

“Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte”, subrayó, con palabras que recuerdan sus llamamientos apremiantes. “Porque, recordémoslo, las personas rechazadas y excluidas son iconos vivos de Cristo. Nos recuerdan la locura de su amor, su abandono que nos salva de toda soledad y desolación”. 

“Pidamos hoy la gracia de saber amar a Jesús abandonado y saber amar a Jesús en cada persona abandonada”, concluyó. “Pidamos la gracia de saber ver y reconocer al Señor que sigue gritando en ellos. No dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia. Dios no nos ha dejado solos; cuidemos de aquellos que han sido dejados solos”.

Gracias por las oraciones, y entrada en Semana Santa

Al concluir la Santa Misa, el Papa saludó a los fieles en la Plaza de San Pedro, especialmente a los que han venido de lejos, antes de rezar la oración mariana del Ángelus. En primer lugar, dio las gracias a todos por “sus oraciones, que han intensificado en los últimos días” de ingreso hospitalario, tras detectarse una infección respiratoria

El Papa recordó la caravana de la paz que ha partido estos días desde Italia a Ucrania, promovida por diversas asociaciones. Junto a artículos de primera necesidad, llevan la cercanía del pueblo italiano al “atormentado pueblo ucraniano. Y hoy ofrecen ramos de olivo, símbolo de la Paz de Cristo. Nos unimos a este gesto con la oración, que será más intensa en los días de la Semana Santa”, añadió.

El Papa Francisco recordó que “con esta celebración hemos entrado en la Semana Santa. Los invito a vivirla como nos enseña la tradición del santo pueblo fiel de Dios. Es decir, acompañando al Señor Jesús con fe y con amor”.

“Aprendamos de nuestra Madre la Virgen Maria. Ella siguió a su Hijo con su corazón. Era una sola alma con Él, y aun sin comprender todo, junto a Él se entregó plenamente a la voluntad de Dios Padre. Que la Virgen nos ayude a permanecer cerca de Jesús, presente en las personas que sufren, descartadas, abandonadas. Que la Virgen nos lleve de la mano de Jesús presente en estas personas. A todos un buen camino hacia la Pascua”, finalizó el Papa.

El autorFrancisco Otamendi

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