“La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y la memoria del Corazón Inmaculado de María, que la Iglesia se prepara a celebrar en los próximos días, nos recuerdan la necesidad de corresponder al amor redentor de Cristo, y nos invitan a encomendarnos con confianza a la intercesión de la Madre del Señor”, ha señalado el Papa Francisco al final de la Audiencia de este miércoles, al dirigirse a los romanos y peregrinos.
Un momento que ha aprovechado para anunciar que en septiembre dará a conocer un documento sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, cuya fiesta se celebra este viernes, con reflexiones sobre la religiosa santa Margarita María Alacoque y textos del Magisterio.
También ha recordado la fiesta de hoy de “san Bonifacio, apóstol de Alemania. Agradecidos por la larga y fecunda historia de fe en vuestras tierras, invocamos al Espíritu Santo, para que mantenga siempre vivas en vosotros la fe, la esperanza y la caridad”, ha señalado en palabras dirigidas de modo especial a los peregrinos de lengua alemana.
Espíritu Santo, “Ruah”, el poder de Dios
Continuando con el nuevo ciclo de catequesis “El Espíritu y la Esposa”, que es la Iglesia, el Santo Padre ha centrado su reflexión en el tema “El viento sopla donde quiere. Donde está el Espíritu de Dios, allí hay libertad” (Lectura: Jn 3,6-8).
“Seguimos reflexionando sobre el Espíritu Santo. En la Biblia se lo denomina “Ruah”, que significa soplo, aliento, viento. La imagen del viento nos remite al poder de Dios, que tiene una fuerza imparable, capaz de transformarlo todo a su paso”, ha explicado el Papa Francisco en la Audiencia de hoy, en la segunda sesión de la catequesis dedicada al Espíritu Santo.
“El viento sopla donde quiere”
Además de la fuerza del viento, el Evangelio pone en evidencia otra característica: la libertad. “El viento sopla donde quiere, no sabes de dónde viene ni adónde va”, dice Jesús. Esto indica que “el Espíritu Santo no se puede encerrar ni reducir en teorías o conceptos meramente humanos”, ha señalado el Pontífice.
Por otra parte, san Pablo afirma que “donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad”, es decir, que el Espíritu de Dios nos hace verdaderamente libres. “Pero la libertad puede entenderse de diversas maneras, puede convertirse en un pretexto para hacer lo que cada uno quiere; por eso, el Apóstol aclara que la libertad cristiana consiste en adherirse libremente a la voluntad de Dios. Y esto se expresa en el amor y el servicio a los demás, tal como nos enseñó Jesús con su propia vida”, ha añadido.
Luego, el Papa ha subrayado que en este mes dedicado al Corazón de Jesús, “pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a vivir con la libertad de los hijos de Dios, amando y sirviendo con alegría y sencillez de corazón. Que el Señor los bendiga y la Virgen Santa los proteja”.
El Espíritu Santo no puede ser “institucionalizado”
En su reflexión sobre el Espíritu Santo y la libertad, Francisco ha recordado que “una vez más, para descubrir el pleno significado de las realidades de la Biblia, no hay que detenerse en el Antiguo Testamento, sino llegar a Jesús. Junto al poder, Jesús destacará otra característica del viento, la de su libertad. A Nicodemo, que le visita por la noche, le dice solemnemente: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va: así es todo el que nace del Espíritu” (Jn 3, 8)”.-
“El viento es la única cosa que no se puede refrenar, no se puede “embotellar” ni encajonar. Pretender encerrar al Espíritu Santo en conceptos, definiciones, tesis o tratados, como a veces ha intentado hacer el racionalismo moderno, es perderlo, anularlo o reducirlo al espíritu humano puro y simple. Existe, sin embargo, una tentación similar en el ámbito eclesiástico, y es la de querer encerrar al Espíritu Santo en cánones, instituciones, definiciones. El Espíritu crea y anima instituciones, pero él mismo no puede ser “institucionalizado”, ha añadido el Santo Padre.
“El viento sopla “donde quiere” (1 Cor 12, 11). San Pablo hará de ello la ley fundamental de la acción cristiana: “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Co 3.17). Se trata de una libertad muy especial, muy distinta de la que se entiende comúnmente. No es libertad para hacer lo que uno quiera, ¡sino libertad para hacer libremente lo que Dios quiera! No libertad para hacer el bien o el mal, sino libertad para hacer el bien y hacerlo libremente, es decir, por atracción, no por compulsión. En otras palabras, libertad de hijos, no de esclavos”, ha concluido.
A los polacos: la libertad, un compromiso
Saludo cordialmente a los polacos, ha manifestado también el Papa. “En estos días estáis conmemorando el aniversario del primer viaje apostólico de Juan Pablo II a su patria y de su oración al Espíritu Santo para que descendiera y renovara la faz de la tierra, de vuestra tierra, y ha sido renovada. Habéis recuperado vuestra libertad. No olvidéis, sin embargo, que la libertad que viene del Espíritu no es un pretexto para la carne como dice san Pablo, sino un compromiso para crecer en la verdad revelada por Cristo y defenderla ante el mundo. Os bendigo de corazón”.