En las catequesis de las últimas semanas el Santo Padre está explicando las condiciones para hacer un buen discernimiento espiritual. En el día de hoy se ha centrado en la importancia de la propia biografía y su narrativa. Esta debe ser interpretada como un libro que nos ha sido dado y debemos saber leer.
Como modelo de santo que sabe interpretar su propia biografía el Papa se ha referido a san Agustín, al que ha definido como un gran buscador de la verdad. También ha recordado las palabras del santo en las que decía: “Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te andaba buscando; y deforme como era, me lanzaba sobre las bellezas de tus criaturas. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo” (Confesiones X, 27.38). Y continuaba el Papa recomendando el consejo agustiniano de entrar dentro de uno mismo porque en el interior del hombre es donde reside la verdad.
El modelo que propone el Papa
El Pontífice señalaba que los hombres también hemos tenido las mismas experiencias que Agustín, con pensamientos negativos y victimistas, del tipo “´´yo no valgo nada`, ´a mí todo me va mal`, ´nunca realizaré nada bueno`, etc. Leer la propia historia significa también reconocer la presencia de estos elementos ´tóxicos`, pero para ampliar después la trama de nuestra historia, aprendiendo a notar otras cosas, haciéndola más rica, más respetuosa con la complejidad, logrando también recoger las formas discretas en las que Dios actúa en nuestra vida”.
Este modo de razonar tiene un enfoque narrativo, es decir, no se centra en una acción puntual, sino que incluye el contexto: “¿De dónde viene este pensamiento? ¿Dónde me lleva? ¿Cuándo he tenido la posibilidad de encontrarlo antes? ¿Por qué es más insistente que otros?”.
La narrativa de la propia vida
El Papa señalaba la importancia de que cada persona construya el relato de su propia vida captando los matices y detalles significativos, que pueden resultar valiosos ayudas aunque en un primer momento no lo parecieran. “Una lectura, un servicio, un encuentro, a primera vista considerados cosas de poca importancia, en el tiempo sucesivo transmiten una paz interior, transmiten la alegría de vivir y sugieren ulteriores iniciativas de bien. Detenerse y reconocer esto es indispensable para el discernimiento, es un trabajo de recogida de perlas preciosas y escondidas que el Señor ha sembrado en nuestro terreno”.
Acostumbrarse a interpretar la propia vida nos acerca cada vez a la onda de Dios, educa y afina nuestra mirada, descubriendo los pequeños milagros que el Señor realiza por nosotros cada día. En la parte final de las palabras del Papa invitaba a preguntarse, “¿He contado mi vida a alguien alguna vez? Se trata de una de una de las formas de comunicación más hermosas e íntimas. Esto permite descubrir cosas desconocidas hasta ese momento, pequeñas y sencillas, pero, como dice el Evangelio, es precisamente de las cosas pequeñas que nacen las grandes” (cfr Lc 16,10).