Tras el rezo del Regina Caeli, en este domingo de la Divina Misericordia instituido por san Juan Pablo II, y tras saludar desde la Plaza de San Pedro a los romanos, peregrinos y grupos de oración que cultivan la espiritualidad de la Divina Misericordia, el Papa Francisco ha defendido hoy “, seguro de interpretar los sentimientos de los fieles de todo el mundo, la memoria de san Juan Pablo II”, al calificar como “suposiciones sin fundamento” recientes declaraciones sobre la niña desaparecida en 1983, Emanuela Orlandi.
“L’Osservatore Romano” diario oficial vaticano, ha calificado como una “locura” las acusaciones contra san Juan Pablo II de Pietro Orlandi, hermano de la niña vaticana desaparecida. En un reciente programa televisivo, Orlandi aseguró que dentro del Vaticano se sabía que el entonces Papa solía salir por las noches acompañado de monseñores polacos, “y no precisamente a bendecir casas”.
Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, ha calificado en L’Osservatore Romano’ estas palabras como “Una locura. Y no lo decimos porque Karol Wojtyla sea un santo o porque haya sido Papa. Aunque esta masacre mediática entristece e hiere el corazón de millones de creyentes y no creyentes, la difamación debe ser denunciada porque es indigno tratar así en un país civil a cualquier persona, viva o muerta”, ha escrito Andrea Tornielli.
Feliz Pascua a los hermanos de Oriente
El Santo Padre Francisco comentó antes de rezar el Regina Caeli “dos apariciones de Jesús resucitado a los discípulos, y en particular a Tomás, el apóstol incrédulo”. Y tras el rezo de la oración mariana pascual, expresó su “cercanía a los hermanos y hermanas de Oriente que hoy celebran la Pascua”. Que “el Señor Resucitado esté con ustedes y los llene de su Santo Espíritu. Feliz Pascua a todos ustedes”, reiteró el Papa. Luego, el Pontífice concretó aún más un saludo especial “a nuestros hermanos y hermanas que en Rusia y en Ucrania hoy celebran la Pascua, que el Señor esté cerca de ellos y les ayude a hacer la paz”.
A continuación señaló que “lamentablemente, en gran contraste con el mensaje pascual, las guerras continúan sembrando muerte. Apenémonos por estas atrocidades y recemos por estas víctimas, pidiendo a Dios que no tenga que sufrir más la muerte violenta por mano del hombre, sino la sorpresa por la vida que Él da y la renueva con su gracia”.
En ese instante, expresó que sigue “con preocupación los sucesos de Sudán, Estoy cercano al pueblo sudanés que tanto ha sufrido, y aliento a rezar para que se dejen las armas y prevalezca el diálogo para seguir juntos el camino de la paz y la concordia”.
El Papa saludó también “a grupos venidos de Francia, Brasil, España, Polonia, Lituania, a los bomberos de diversos países europeos que hoy han venido a Roma para una gran manifestación abierta a los ciudadanos. Gracias por su servicio”, les saludó.
Buscar al Resucitado en la Iglesia
En su alocución inicial, el Santo Padre señaló que el apóstol Tomás “no es el único al que le cuesta creer. Es más, nos representa un poco a todos nosotros. De hecho, no siempre es fácil creer, especialmente cuando, como es su caso, se ha sufrido una gran decepción.
ha seguido a Jesus durante años corriendo riesgos y soportando penalidades. El Maestro fue crucificado como un delincuente y nadie lo ha liberado. Nadie ha hecho nada. Ha muerto y todos tienen miedo. Pero Tomás muestra que tiene valentía, Mientras los otros están encerrados en el cenáculo por miedo, él sale, corre el riesgo de que alguien pueda reconocerlo, denunciarlo y arrestarlo”.
Sin embargo, cuando el Señor “le complace para mostrarle sus llagas, las pruebas de su amor, que son los canales siempre abiertos de su misericordia, Jesús se las muestra pero de forma ordinaria, delante de todos, en la comunidad, no fuera”, subrayó el Papa. “Como diciéndole: si quieres encontrarme no busques lejos, quédate en la comunidad, con nosotros, no te vayas, reza con ellos, parte con ellos el Pan”.
“Nos lo dice a nosotros también”, prosiguió el Santo Padre Francisco. “Sin la comunidad es muy difícil encontrar a Jesús”. Y se preguntó: “Nosotros, ¿dónde buscamos al Resucitado? ¿En algún evento especial? ¿En una manifestación religiosa espectacular, sorprendente? *Únicamente en nuestras emociones o sensaciones? O en la comunidad, en la Iglesia, aceptando el desafío de quedarnos. Aunque no sea perfecta, no obstante todos sus límites y caídas, que son nuestros límites y nuestras caídas, nuestra Madre Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y ahí, en el Cuerpo de Cristo se encuentran impresas todavía y para siempre las señales más grandes de su amor”.
Amar a la Iglesia, casa acogedora para todos
“Preguntémonos”, invitó el Papa Francisco, “si, en nombre de este amor, en nombre de las llagas de Jesús, estamos dispuestos a abrir los brazos a quien está herido por la vida, sin excluir a nadie de la Misericordia de Dios, sino acogiendo a todos, cada uno, como un hermano, como una hermana. Como Dios acoge a todos. Dios acoge a todos”, repitió. “María, Madre de la Misericordia nos ayude a amar a la Iglesia, y a hacer una casa acogedora para todos”.