En la Audiencia de esta mañana, el Papa Francisco ha retomado la catequesis sobre el celo apostólico, al comentar la Carta a los Efesios de san Pablo; ha pedido “la Misericordia del Padre cuando el mundo está cada vez más probado por las guerras y alejado de Dios”, recordando el próximo “Domingo de la Divina Misericordia, fiesta instituida por san Juan Pablo II como deseaba el Señor Jesús por medio de santa Faustina Kowalska, hace casi un siglo”; y ha invitado a leer y dejarse inspirar por la encíclica Pacem in Terris de san Juan XXIII.
“Por tu dolorosa Pasión, ten piedad de nosotros y del mundo entero”, ha rezado el Papa Francisco, con la tradicional fórmula de la coronilla, al dirigirse a los peregrinos de lengua polaca. Y al final de la Audiencia general, volvió a manifestar a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro: “El domingo que viene celebramos la Misericordia de Dios. Es el Domingo de la Misericordia. El Señor nunca deja de ser misericordioso. Pensemos en la misericordia de Dios que siempre nos acoge, siempre nos acompaña. nunca nos deja solos”.
Cabe recordar que con la Fiesta de la Divina Misericordia concluye la Octava de Pascua. Esta devoción, extendida por todo el mundo, fue promovida por san Juan Pablo II, como ha recordado el Papa Francisco, y la canonización de santa Faustina Kowalska tuvo lugar el 30 de abril de 2000.
“Prontitud para evangelizar”
“Hoy reflexionamos sobre el celo apostólico”, con palabras de san Pablo en la Carta a los Efesios, comenzó el Papa su catequesis. Tras indicar que algunos “se dedican a opciones equivocadas, a un falso impulso evangélico, que busca el amor de sí mismo”, el Pontífice se preguntó cuáles son las características del celo apostólico, según san Pablo. Y el Papa destacó, en particular, “la prontitud para propagar el Evangelio”.
El Santo Padre señaló más adelante que el anunciador del Evangelio “debe moverse, debe cambiar. El calzado es el celo. Se trata del calzado de un soldado que va a la batalla, donde hay adversario, hay trampas. Los predicadores del Evangelio son los pies del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia. Quienes anuncian a Jesús se tienen que mover, pensando en el anuncio de Jesús. No hay anuncio sin movimiento, sin salida, sin iniciativa”.
“No se es cristiano si no se está en camino, si no se sale de sí mismo. No se anuncia el Evangelio parados, detrás de un escritorio, encerrados en un despacho, sustituyendo la creatividad del anuncio por la elaboración de ideas”, haciendo una tarea de “cortar y pegar”. El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo, con prontitud”, como san Pablo.
“El verdadero evangelizador siempre está dispuesto a ponerse en movimiento para anunciar el Evangelio de la Paz, está preparado para salir, no está fosilizado en jaulas”, añadió más adelante. “Hemos de tener esta prontitud para anunciar la novedad del Evangelio de la Paz, que Cristo sabe dar más y mejor a como la da el mundo. Evangelizadores que se mueven sin miedo, para llevar la belleza de Jesús, la nobleza de Jesús, que cambia todo. Y preguntó: “¿estás dispuesto a que Jesus te cambie el corazón? Piensa un poco”.
En varias ocasiones, al dirigirse a peregrinos en diversas lenguas, el Papa ha felicitado el tiempo pascual: “feliz Pascua en la paz de Cristo”, y ha recordado en su oración, además de a los enfermos, ancianos, y más necesitados, como hace siempre, a los nuevos diáconos de la Compañía de Jesús.
“‘Pacem in Terris’, una verdadera bendición”
“Ayer fue el aniversario de la encíclica ‘Pacem in Terris‘, que san Juan XXIII dirigió a la Iglesia y al mundo en plena guerra fría”, recordó Francisco en su alocución a los peregrinos de lengua italiana. Una encíclica que fue firmada el 11 de abril de 1963, hace 60 años.
“El Papa abrió ante todos el horizonte amplio en el que habla de construir la paz. Esa encíclica fue una verdadera bendición”, añadió el Santo Padre Francisco, “como una apertura serena del cielo, en medio de nubes oscuras. Las relaciones entre los políticos y los seres humanos no se regulan a través de las armas sino utilizando la justicia y la solidaridad laboriosa. Invito a los fieles a los hombres y mujeres de buena voluntad a leer la Pacem in Terris. Rezo para que los jefes de las naciones se dejen inspirar en los proyectos y en las decisiones”.