Vaticano

El Papa denuncia los «intentos de foros internacionales de imponer un pensamiento único»

El discurso del Santo Padre al cuerpo diplomático ha tratado temas como el derecho a la vida, la libertad religiosa, el totalitarismo ideológico y la condena de la carrera armamentística mundial.

Maria José Atienza·9 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
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La Sala de la Bendición ha acogido la Audiencia a los Miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante la Santa Sede para la presentación de saludos de Año Nuevo al Papa Francisco.

Un discurso amplio tanto en extensión como en contenido. El encuentro del Papa Francisco con los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede ha sido el escenario de una “invocación por la paz en un mundo que ve cómo crecen las divisiones y las guerras” como ha querido señalar el Papa.

El Papa ha vuelto a referirse a la tercera guerra mundial que vivimos actualmente “a trozos” y ha querido recordar las claves de la Encíclica Pacem in terris de san Juan XXIII, de la que se cumplen 60 años y que sigue, por desgracia, de plena actualidad.

El Papa Francisco ha querido enmarcar su discurso en el sesenta aniversario de la Encíclica Pacem in terris de san Juan XXIII. Como ha querido apuntar el pontífice, la amenaza nuclear que entonces se cernía sobre el mundo “es evocada todavía hoy, arrojando al mundo en el miedo” y ha señalado directamente su preocupación ante“el estancamiento de las negociaciones acerca del reinicio del Plan de Acción Integral Conjunto, más conocido como Acuerdo sobre el programa nuclear iraní”.

“Hoy está en curso la tercera guerra mundial de un mundo globalizado, en el que los conflictos parecen afectar directamente sólo a algunas áreas del planeta, pero que implican sustancialmente a todos”, ha señalado el Papa. En esta guerra a pedazos, el Papa ha recordado el conflicto actual que vive Siria, el aumento de la violencia entre palestinos e israelíes, la situación del Cáucaso meridional, los dramas que viven las poblaciones de Burkina Faso, Malí y Nigeria y la situación de Myanmar. En todos ellos, ha denucniado el Papa se “ponen siempre de relieve las consecuencias letales de un continuo recurso a la producción de armamento”, una realidad ante la que Francisco ha afirmado tajantemente que “ninguna paz es posible allí donde proliferan instrumentos de muerte”.

El aborto, un ataque violento a la paz y la dignidad de la vida

El Papa ha querido seguir cuatro “bienes fundamentales” que recoge la Pacen in terris: la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad.

En relación a la primera, la Paz en la verdad, el Papa ha señalado que “la paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”.

Una condena clara de las políticas abortistas y antinatalistas que se ha repetido en el discurso del Papa que ha apuntado el “’miedo’ a la vida, que en muchos lugares se traduce como temor al futuro y dificultades para formar una familia o tener hijos” y que lleva a la realidad de un invierno demográfico, como el europeo, difícilmente sobrellevable en un estado de bienestar.

En esta línea el Papa ha querido hacer “un llamado a las conciencias de los hombres y las mujeres de buena voluntad, particularmente de cuantos tienen responsabilidades políticas, para que trabajen por tutelar los derechos de los más débiles y se erradique la cultura del descarte, que lamentablemente incluye también a los enfermos, las personas discapacitadas y los ancianos”.

Denuncia del totalitarismo ideológico

Quizás uno de los puntos más fuertes del discurso a los diplomáticos de este año ha sido la denuncia de las faltas de libertad en el mundo realizada por el Papa. El Pontífice ha ido más allá de las “conocidas” faltas de para denunciar las “crecientes polarizaciones e intentos de diversos foros internacionales para que se imponga un pensamiento único, lo que impide el diálogo y margina a aquellos que piensan distinto”.

Frente a los representantes de diversas naciones del mundo el Santo Padre ha señalado “un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia respecto al que no adhiere a supuestas posiciones de ‘progreso’” y que emplea “cada vez más recursos para imponer, especialmente en relación a los países más pobres, formas de colonización ideológica, creando, por otra parte, un nexo directo entre la concesión de ayudas económicas y la aceptación de tales ideologías”.

Tampoco ha querido olvidar el Papa la ideologización a la que se ha sometido el sistema educativo en muchos países que intentan imponer leyes educativas que atentan contra la libertad de conciencia y de creencia de las familias. El Papa ha recordado que “educar exige siempre el respeto integral por la persona y por su fisonomía natural, evitando imponer una nueva y confusa visión del ser humano”.

La libertad religiosa, una de las cuestiones que más preocupa al Papa en la actualidad, ha tenido también su parte en este discurso. A este propósito, Francisco ha recordado que “un tercio de la población mundial vive persecución a causa de su fe. Junto a la falta de libertad religiosa está también la persecución por motivos religiosos”.

El Papa ha puesto el foco en la violencia y las discriminaciones contra los cristianos que ocurren no sólo en lugares en los que los cristianos son una minoría sino “allí donde los creyentes ven reducida la posibilidad de expresar sus propias convicciones en el ámbito de la vida social, en nombre de una mala interpretación de la inclusión. La libertad religiosa, que no puede reducirse a la mera libertad de culto, es uno de los requisitos mínimos necesarios para vivir de manera digna”.

Migraciones, trabajo y cuidado del planeta

Por último, siguiendo la línea expresada en documentos como Fratelli Tutti o Laudato Si’, el pontífice ha querido subrayar “tres ámbitos, en los que emerge con particular fuerza la interconexión que une hoy a la humanidad”: migraciones, trabajo y economía y cuidado del planeta.

En cuanto a las migraciones, Francisco ha vuelto a pedir “reforzar el marco normativo, por medio de la aprobación del Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, para que se puedan implementar políticas adecuadas que acojan, acompañen, promuevan e integren a los migrantes.

Al mismo tiempo, ha pedido “dar dignidad a la empresa y al trabajo, combatiendo toda forma de explotación que termina por tratar a los trabajadores del mismo modo que una mercancía” y, por último, ha recordado los negativos efectos que el cambio climático está teniendo para las poblaciones más vulnerables.

El Papa ha cerrado su discurso mostrando, asimismo, “el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad” y ha lanzado un deseo casi utópico “sería hermoso que alguna vez pudiéramos encontrarnos solamente para agradecer al Señor omnipotente por los beneficios que siempre nos concede, sin vernos obligados a enumerar las situaciones dramáticas que afligen a la humanidad” antes de dar las gracias a los representantes diplomáticos allí reunidos.  

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