Vaticano

Un Papa dolorido ruega por Nicaragua, Ucrania, Turquía y Siria

El Papa Francisco ha invitado en el Ángelus a rezar un Avemaría por la paz en Nicaragua, y ha manifestado su dolor por la situación de Monseñor Rolando Álvarez, obispo condenado a 26 años de prisión, y por los deportados del país. También ha rogado por “la martirizada Ucrania”, y por las víctimas de los terremotos en Turquía y Siria.

Francisco Otamendi·12 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
Papa Nicaragua

El Papa durante el Ángelus (Foto tomada de Vatican News Español)

Tras el rezo del Ángelus, en el que el Santo Padre ha preguntado si nos conformamos con “no hacer el mal”, en lugar de “intentar crecer en el amor a Dios y a los demás”, el Papa Francisco ha recordado “el dolor” de los pueblos que sufren, como Turquía y Siria, donde ha habido tantos miles de víctimas de la “catástrofe” de los terremotos, sobre los que el Romano Pontífice ha estado viendo fotografías hoy mismo. El Papa ha rogado que “recemos” y veamos “qué podemos hacer”.

A continuación, ha pedido que “no olvidemos a la martirizada Ucrania”, y recemos para que el Señor “abra caminos de paz y dé el coraje para recorrerlos”.

Inmediatamente, el Papa ha mostrado su cercanía y rogado oraciones por el obispo de Matagalpa (Nicaragua), Monseñor Rolando Álvarez, quien ha sido condenado a 26 años de prisión, y por los deportados de la “querida nación” nicaragùense. Además, ha pedido oraciones para que el Señor “abra el corazón a los responsables políticos” del país, y ha invitado a rezar un Avemaría por la paz en Nicaragua.

“Dios nos ama como un enamorado”

Antes del Ángelus, el Santo Padre ha comentado el Evangelio de la liturgia de hoy, en el que Jesús dice: ‘No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento’ (Mt 5,17). Dar cumplimiento: ésta es una palabra clave para entender a Jesús y su mensaje. ¿Qué significa?”

El Papa ha manifestado que “Dios no razona con cálculos y tablas; Él nos ama como un enamorado: ¡no hasta el mínimo, sino hasta el máximo! No nos dice:Te amo hasta cierto punto. No, el verdadero amor nunca llega hasta un punto determinado y nunca se siente satisfecho; el amor va más allá, no puede hacer menos. El Señor nos lo mostró dando su vida en la cruz y perdonando a sus asesinos (cf. Lc 23,34). Y nos ha confiado el mandamiento que más aprecia: que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado (cf. Jn 15,12). ¡Este es el amor que da cumplimiento a la Ley, a la fe, a la vida!”.

Antes, Francisco había recordado que el primer paso lo da Dios. “El mensaje es claro: Dios nos ama primero, gratuitamente, dando el primer paso hacia nosotros sin que lo merezcamos; y, por ende, nosotros no podemos celebrar su amor sin dar a nuestra vez el primer paso para reconciliarnos con quienes nos han herido. Así hay cumplimientos a los ojos de Dios, de lo contrario la observancia externa, puramente ritualista, es inútil. […] Los mandamientos que Dios nos ha dado no deben encerrarse en las cajas fuertes asfixiantes de la observancia formal, pues de lo contrario nos quedamos en una religiosidad externa y desapegada, siervos de un ‘dios amo’ en lugar de hijos de Dios Padre”.

“¿Amo a mi prójimo como Él me ama?”

Por último, el Papa ha instado a preguntarnos sobre nuestros cálculos y conformismos: “¿Cómo vivo mi fe? ¿Es una cuestión de cálculo, de formalismo, o es una historia de amor con Dios? ¿Me conformo con no hacer el mal, con mantener ‘la fachada’, o intento crecer en el amor a Dios y a los demás? Y de vez en cuando ¿me confronto a mí mismo con el gran mandamiento de Jesús, me pregunto si amo a mi prójimo como Él me ama?”

“Porque tal vez somos inflexibles para juzgar a los demás y nos olvidamos de ser misericordiosos, como Dios lo es con nosotros”, concluyó el Santo Padre. “Que María, que observó perfectamente la Palabra de Dios, nos ayude a dar cumplimiento a nuestra fe y a nuestra caridad”.

El autorFrancisco Otamendi

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica