Vaticano

Papa Francisco: “Existe el peligro de no darse cuenta de la venida de Jesús”

El Papa ha rezado el Ángelus desde su ventana en este I domingo de Adviento. El inicio de este tiempo litúrgico ha servido al pontífice para recordar que “en nuestro trabajo diario, en un encuentro fortuito, en el rostro de una persona necesitada, incluso cuando afrontamos días que parecen grises y monótonos, justo ahí está el Señor, llamándonos”.

Maria José Atienza·27 de noviembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos
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A cuatro semanas de la Solemnidad de la Natividad del Señor, el inicio del tiempo litúrgico de Adviento ha de ser para los cristianos, el momento de preguntarse dónde, cómo y cuándo buscamos y encontramos al Señor. Esta ha sido la línea de las palabras que el Papa, tras el rezo del Ángelus, ha dirigido a los fieles congregados en la plaza de San Pedro.

El Papa ha subrayado que «el Señor viene, Dios siempre viene» y ha animado a estar atentos para que evitar que “distraídos como estamos por tantas cosas, esta verdad nos queda sólo en teoría; o nos imaginamos que el Señor viene de una manera llamativa, tal vez a través de algún signo prodigioso”. De hecho, ha subrayado que “Dios se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida. No viene en eventos extraordinarios, sino en cosas cotidianas. Y ahí, en nuestro trabajo diario, en un encuentro fortuito, en el rostro de una persona necesitada, incluso cuando afrontamos días que parecen grises y monótonos, justo ahí está el Señor.

Francisco ha alertado ante el “peligro de no darse cuenta de su venida y no estar preparados para su visita” y se ha referido al Evangelio propio de este primer domingo de Adviento en el que “Jesús dice que cuando Él venga, ‘habrá dos hombres en el campamento: uno será llevado y el otro dejado’ (v. 40). ¿En qué sentido? ¿Cuál es la diferencia? Simplemente que uno estaba vigilante, capaz de discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana; el otro, en cambio, estaba distraído, «apartado», y no se daba cuenta de nada”.

El Papa ha concluido sus palabras animando a los presentes a sacudirse “el letargo” y a preguntarse, sinceramente, si están “tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas”. El pontífice ha animado, además, a dirigir la vista a la “Virgen Santa, Mujer de la espera, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió en su seno”.

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