En su meditación del Evangelio pronunciada antes del rezo del Ángelus, el Papa Francisco ha destacado la reacción de los judíos ante la afirmación de Cristo: “He bajado del Cielo”. Sus contemporáneos, ha dicho el Santo Padre, “están convencidos de que Jesús no puede venir del Cielo, porque es hijo de un carpintero y porque su madre y sus hermanos son gente común”.
Esta reacción, ha continuado Francisco, muestra que “están bloqueados en su fe por su idea preconcebida sobre sus orígenes humildes y por la presunción, por tanto, de que no tienen nada que aprender de Él”. Sus prejuicios, ha señalado el Pontífice, muestran una cerrazón de corazón y de mente.
Sin embargo, “son personas que cumplen la ley, dan limosna, respetan los ayunos y los tiempos de la oración”. Además, para el momento del Evangelio en el que se coloca este pasaje, “Cristo ya ha realizado varios milagros”. Por tanto, “¿cómo es que esto no les ayuda a reconocer en Él al Mesías?”, se ha preguntado el Papa.
El Papa advierte de los prejuicios
“Porque realizan sus prácticas religiosas no tanto para escuchar al Señor, sino más bien para encontrar en estas una confirmación a lo que ellos ya piensan”, ha sido la contundente respuesta de Francisco. Y ha señalado que los judíos “no se preocupan siquiera de pedir a Jesús una explicación: se limitan a murmurar entre ellos contra Él”.
El Papa ha pedido por ello que “prestemos atención a todo esto, porque a veces nos puede suceder lo mismo también a nosotros”. Ha subrayado que “la fe y la oración verdaderas abren la mente y el corazón, no los cierran”.
El Santo Padre ha planteado unas preguntas finales para la reflexión personal: “¿En mi vida de fe soy capaz de callar realmente en mi interior y de escuchar a Dios? ¿Estoy dispuesto a acoger su voz más allá de mis esquemas y venciendo también, con su ayuda, mis miedos?”.
Para concluir, el Papa Francisco ha acudido a la intercesión de la Virgen María, para que “nos ayude a escuchar con fe la voz del Señor y a cumplir con valentía su voluntad”.