En la Audiencia general de hoy, al continuar el ciclo de catequesis sobre ‘La pasión por la evangelización’, el Papa Francisco ha señalado que “la Iglesia, antes que muchos medios, métodos y estructuras, que a veces distraen de lo esencial, necesita corazones como el de Teresa, corazones que atraen al amor y acercan a Dios”.
El Santo Padre se refería a santa Teresita del Niño Jesús, patrona universal de las misiones, cuyas reliquias estaban a su lado en la plaza de San Pedro. “Es hermoso que esto suceda mientras estamos reflexionando sobre la pasión por la evangelización, sobre el celo apostólico. Hoy, por tanto, dejémonos ayudar por el testimonio de Santa Teresita. Ella nació hace 150 años, y en este aniversario tengo intención de dedicarle una Carta Apostólica”, ha anunciado el Pontífice, poco antes de ser ingresado en el Gemelli para una cirugía abdominal.
Al reflexionar sobre la santa carmelita de Lisieux, el Santo Padre ha manifestado en la Audiencia: “Es patrona de las misiones, pero nunca estuvo en misión. Era una monja carmelita descalza y su vida estuvo bajo el signo de la pequeñez y la debilidad: ella misma se definía “un pequeño grano de arena”.
De salud frágil, murió con tan solo 24 años. Pero aunque su cuerpo estaba enfermo, su corazón era vibrante, misionero. En su ‘diario’ cuenta que ser misionera era su deseo y que quería serlo no solo por algunos años sino durante toda la vida, es más, hasta el fin del mundo”.
“Como un motor escondido”
Teresa fue “hermana espiritual” de varios misioneros, ha señalado el Papa. “Desde el monasterio los acompañaba con la oración y con las cartas que les enviaba. Sin aparecer intercedía por las misiones, como un motor que, escondido, da a un vehículo la fuerza para ir adelante”.
“Sin embargo”, ha subrayado, “a menudo no fue entendida por las hermanas monjas: obtuvo de ellas “más espinas que rosas”, pero aceptó todo con amor, con paciencia, ofreciendo junto a la enfermedad, también los juicios y las incomprensiones”. Y “lo hizo con alegría, por las necesidades de la Iglesia, para que, como decía, se esparcieran “rosas sobre todos” sobre todo sobre los más alejados de Dios”.
A continuación, el Papa se ha preguntado: “todo este celo, esta fuerza misionera y esta alegría de interceder ¿de dónde llegan? Nos ayudan a entenderlo dos episodios que sucedieron antes de que Teresa entrara en el monasterio”, ha continuado.
Navidad de 1886: olvidarse de sí misma
Así lo ha contado, en síntesis, el Papa. “El primero se refiere al día que le cambió la vida, la Navidad de 1886, cuando Dios obró un milagro en su corazón. A Teresa le quedaba poco para cumplir catorce años. Siendo la hija más pequeña, en casa era mimada por todos”.
“Al volver de la Misa de medianoche, el padre, muy cansado, no tenía ganas de asistir a la apertura de los regalos de la hija y dijo: “¡Menos mal que es el último año!”. Teresa, de carácter muy sensible y propensa a las lágrimas, se sintió mal, subió a su habitación y lloró. Pero rápido se repuso de las lágrimas, bajó y llena de alegría, fue ella la que animó al padre”.
“¿Qué había pasado? Que, en esa noche, en la que Jesús se había hecho débil por amor, ella se volvió fuerte de ánimo: en pocos instantes había salido de la prisión de su egoísmo y de su lamento; empezó a sentir que “la caridad le entraba en el corazón, con la necesidad de olvidarse de sí misma”.
“Desde entonces dirigió su celo a los otros, para que encontraran a Dios y en vez de buscar consolación para sí se propuso ‘consolar a Jesús, hacerlo amar por las almas’, porque – anotó Teresa, doctora de la Iglesia – ‘Jesús está enfermo de amor y […] la enfermedad del amor sólo se cura con amor’ (Carta Marie Guérin, julio 1890)”. Y “su celo, en el ejemplo de Jesús buen Pastor, estaba dirigido sobre todo a los pecadores, a los ’alejados’”.
Quién es misionero
Esta predilección por los pecadores y los ‘alejados’ lo revela el segundo episodio, ha subrayado el Papa. “Teresa supo de un criminal condenado a muerte por crímenes horribles, Enrico Pranzini: considerado culpable del brutal homicidio de tres personas, estaba destinado a la guillotina, pero no quiso recibir el consuelo de la fe. Teresa lo tomó muy en serio e hizo todo lo que pudo: reza de todas las formas por su conversión, para que el que, con compasión fraterna, llama ‘pobre desgraciado Pranzini’, tenga un pequeño signo de arrepentimiento y haga espacio a la misericordia de Dios, en la que Teresa confía ciegamente. Tuvo lugar la ejecución”.
“Al día siguiente Teresa leyó en el periódico que Pranzini, poco antes de apoyar la cabeza en el patíbulo ‘se volvió, cogió el crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas!’”, ha contado el Santo Padre.
“Esta es la fuerza de la intercesión movida por la caridad, el amor, este es el motor de la misión”, ha reflexionado el Papa. “De hecho, los misioneros, de los que Teresa es patrona, no son solo los que hacen mucho camino, aprenden lenguas nuevas, hacen obras de bien y son muy buenos anunciando; no, misionero es cualquiera que vive, donde se encuentra, como instrumento del amor de Dios; es quien hace de todo para que, a través de su testimonio, su oración y su intercesión, Jesús pase. cada uno de nosotros está llamado a esta vocación misionera”.
“Este es el celo apostólico que, recordemos siempre, no funciona nunca por proselitismo, jamás, o por constricción, jamás, sino por atracción: uno no se vuelve cristiano porque sea forzado por alguien, sino porque es tocado por el amor”, ha añadido. Al concluir, Francisco
ha alentado: “Pidamos a la santa la gracia de superar nuestro egoísmo y la pasión de interceder para que Jesús sea conocido y amado”.
Francófonos y españoles: Corazón de Jesús
En el transcurso de la Audiencia, el Papa ha dado “una cordial bienvenida a los peregrinos francófonos, en particular a las delegaciones de las diócesis de Séez y Bayeux-Lisieux, encabezadas por sus respectivos obispos, que acompañan a las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús en el 150 aniversario de su nacimiento y el centenario de su beatificación”. Y ha añadido: “Pidamos a nuestra Santa la gracia de amar a Jesús como ella le amó, de ofrecerle nuestras pruebas y dolores, como hizo ella, para que Él sea conocido y amado por todos”.
A los peregrinos de lengua española, ha señalado que “en este mes del Corazón de Jesús, pidamos al Señor que haga nuestros corazones semejantes al suyo, y que seamos sus instrumentos para que Él pueda ‘pasar haciendo el bien’. Como santa Teresita, que vivió entregada a Dios y olvidada de sí misma, amando y consolando a Jesús, e intercediendo por la salvación de todos. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.
El Papa ha saludado también cordialmente a los polacos: “Dad testimonio de Jesús con el ejemplo de vuestras vidas, perseverad en la caridad cristiana y en el apoyo a los ucranianos”, y “a todos los peregrinos de habla inglesa, especialmente a los grupos de Escocia, Indonesia y los Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo. Que Dios os bendiga”.
Corpus Christi
En cuanto a los de lengua italiana, Francisco ha saludado a la Pía Unión de las Madres Cristianas de la Diócesis de Iasi (Rumanía), a los religiosos del Instituto Misiones de la Consolata y a las Hermanas Misioneras de la Consolata que celebran sus respectivos Capítulos Generales, a los que ha animado a “caminar siempre con alegría por los caminos del Señor”.
El Papa se ha referido a la próxima solemnidad del Corpus Christi: “Dirijo ahora mi pensamiento a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados, inspirado por la próxima fiesta del Corpus Christi, que celebra la Eucaristía, centro y fuente de la vida de la Iglesia. Acérquense con frecuencia y devoción a Jesús, Pan de Vida que da fuerza, luz y alegría, y Él se convertirá en la fuente de sus elecciones y acciones”, ha dicho.
El jueves, rezar por la paz con Acción Católica
Por último, el Santo Padre ha informado que “mañana, a las 13 horas, Acción Católica Internacional propone a los creyentes de las diversas confesiones y religiones que se reúnan en oración, dedicando ‘Un minuto por la paz’. Acogemos esta invitación, rezando por el fin de las guerras en el mundo y especialmente por la querida y martirizada Ucrania. A todos mi bendición”.