El Santo Padre ha reflexionado esta mañana, en la homilía de la Santa Misa del Domingo de la Palabra de Dios, sobre el pasaje evangélico del llamamiento de Jesús a los primeros discípulos, Simón y su hermano Andrés, que eran pescadores, Santiago y su hermano Juan, cuatro de los primeros doce apóstoles.
La Palabra de Dios despliega la potencia del Espíritu Santo, ha señalado el Papa en este III Domingo del tiempo ordinario. “Es una fuerza que atrae hacia Dios, como les sucedió a los jóvenes pescadores, que quedaron impresionados por las palabras de Jesús. Es una fuerza que nos mueve hacia los demás, como le sucedió a Jonás, cuando se dirigió a los que se encontraban alejados del Señor. La Palabra, por tanto, nos atrae hacia Dios y nos envía hacia los demás”.
Dejaron las redes y lo siguieron
“Jesús les dijo: “Síganme […]”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron” (Mc 1,17-18). Es grande la fuerza de la Palabra de Dios, como hemos visto también en la primera lectura: “La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos: “Parte ahora mismo para Nínive […] y anúnciale […]”. Jonás partió […], conforme a la palabra del Señor” (Jon 3,1-3).
“Como con los primeros discípulos, que acogiendo las palabras de Jesús dejaron las redes y comenzaron una aventura estupenda, así también en las riberas de nuestra vida, junto a las barcas de los familiares y a las redes del trabajo, la Palabra suscita la llamada de Jesús, que nos llama a hacernos a la mar con Él para los demás. Sí, la Palabra suscita la misión, nos hace mensajeros y testigos de Dios”, ha alentado en la homilía el Pontífice en la Misa de este Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Santo Padre Francisco en septiembre de 2019.
La Palabra de Dios, decisiva para los santos
Si miramos “a los amigos de Dios, a los testigos del Evangelio en la historia, vemos que para todos la Palabra ha sido decisiva”. El Papa ha citado aquí al primer monje, san Antonio, que, impresionado por un pasaje del Evangelio cuando estaba en Misa, lo dejo todo por el Señor; pensemos en san Agustín, cuya vida dio un vuelco cuando una palabra divina le sanó el corazón; pensemos en santa Teresa del Niño Jesús, que descubrió su vocación leyendo las cartas de san Pablo”.
“Y pienso en el santo de quien llevo el nombre, Francisco de Asís, quien, después de haber rezado, leyó en el Evangelio que Jesús envía a los discípulos a predicar y entonces exclamó: “Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica””, ha añadido.
“¿He leído al menos uno de los cuatro Evangelios?”
Tras meditar en lo que dejaron los primeros discípulos –”La barca y las redes, es decir la vida que habían llevado hasta aquel día”–, el Papa ha señalado que “muchas veces nos cuesta dejar nuestras seguridades, nuestros hábitos, porque permanecemos atrapados en ellos como los peces en la red”.
Finalmente, ha formulado alguna pregunta para el examen, alentando a leer el Evangelio cada día. “Qué puesto reservo yo a la Palabra de Dios en el lugar donde vivo? Allí habrá libros, periódicos, televisores, teléfonos, pero ¿dónde está la Biblia? En mi cuarto, ¿tengo el Evangelio al alcance de la mano? ¿Lo leo cada día para orientarme en el camino de la vida? Muchas veces he aconsejado llevar siempre consigo el Evangelio, en el bolsillo, en el bolso, en el teléfono”.
“Si amo a Cristo más que a nadie”, ha proseguido, “¿cómo puedo dejarlo en casa y no llevar conmigo su Palabra? Y una última pregunta: ¿he leído entero al menos uno de los cuatro Evangelios? El Evangelio es el libro de la vida, es sencillo y breve y, sin embargo, muchos creyentes nunca han leído uno desde principio hasta el final. Dejémonos conquistar por la belleza que la Palabra de Dios trae a nuestra vida”, ha concluido el Papa.
Ministerios de lector y catequista a 9 laicos
Durante la celebración Eucarística en la Basílica de San Pedro, ante cinco mil romanos y peregrinos de numerosos países, el Papa ha conferido a laicos y laicas de diferentes países del mundo los ministerios de Lector y Catequista. Han sido nueve personas, en su mayoría mujeres, de Jamaica y Brasil como Lectores, y de Corea (2), Chad (2), Trinidad y Tobago, Brasil, Bolivia y Alemania (2), concretamente de Ratisbona en este caso, como Catequistas, que han recibido una Biblia y un crucifijo de manos del Papa.
La celebración vaticana del III Domingo de la Palabra de Dios contó en 2022 con varias novedades, entre ellas, la institución de los primeros ministros de la Catequesis. Entre ellos estuvo Rosa Abad, de la archidiócesis de Madrid, diplomada, bibliotecaria de profesión y catequista de vocación, como explicó a Omnes, “Lo que el Señor te transmite no se puede callar”, señaló. “Sólo puedo dar gracias a Dios, en mayúscula”, manifestó Rosa Abad.