Cultura

Pablo Delclaux: «El patrimonio de la Iglesia genera un 2,17% del PIB y 225.000 empleos»

Entrevistamos a Pablo Delclaux, que trabaja en la oficina de patrimonio de la Conferencia Episcopal Española.

Javier García Herrería·5 de agosto de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La subcomisión episcopal para el patrimonio cultural de la Conferencia Episcopal Española organiza todos los años en el mes de junio unas jornadas sobre patrimonio. Están destinadas a los delegados diocesanos, ecónomos, responsables de museos, es decir, gestores del patrimonio eclesiástico. Charlamos con uno de los organizadores del encuentro, D. Pablo Delclaux, que también es el secretario técnico de la subcomisión episcopal de patrimonio de la CEE.

Del 27 al 30 de junio han tenido lugar en Barbastro las Jornadas de Patrimonio cultural sobre patrimonio eclesiástico y desarrollo local. ¿Qué ideas destacaría sobre las reflexiones de estos días?

– El tema de este año es consecuencia de la despoblación de algunas zonas de España. Hemos buscado fórmulas para que el patrimonio eclesiástico contribuya al crecimiento de esas localidades y al uso que se puede hacer de ese patrimonio para que no se deteriore.

Destacaría que en España tenemos mucho patrimonio y dada la coyuntura no es fácil de gestionar. No es fácil generalizar las soluciones dadas las diferencias entre unas poblaciones y otras. Por ejemplo, algunos lugares tienen visitantes y turistas y para otras es casi imposible. 

Hay que unir esfuerzos entre las parroquias, diócesis y órdenes religiosas, las instituciones privadas (hostelería, restauración, artesanías) y los organismos públicos para encontrar la solución más óptima para cada lugar. 

¿En España valoramos el patrimonio cultural que tenemos?

– Tenemos mucho patrimonio, pero quizá no lo valoremos como corresponde. En otros países lo valoran más, tal vez porque tengan menos y lo estimen más. Nosotros en cada rincón de España tenemos maravillas de primera calidad. 

La mentalidad francesa e italiana es más decorativa y detallista, mientras que en España somos más austeros. A grandes rasgos el arte italiano es muy teatral, el francés muy elegante, el alemán muy dramático. El español se caracteriza por lo profundo de su significado. Esto hace que tengamos un arte con mucho contenido, aunque no sea tan decorativo. Me parece que podríamos ser más conscientes de la carga significativa de nuestro patrimonio, nos centramos más en la forma y menos en el contenido. Creo que la parte del contenido deberíamos explotarla mucho más, de forma que vibremos más con ella. 

En los últimos meses ha habido cierto revuelo mediático por el tema de las inmatriculaciones. En relación a este asunto, ¿qué idea le hubiera gustado que entendiera mejor la opinión pública?

– Hay que aclarar varios aspectos. En primer lugar los registros de la propiedad nacen en el siglo XIX, y tenían como fin aclarar los dueños de las distintas posesiones. La cuestión era que las propiedades de la Iglesia estaban bastante claras y no generaban especiales problemas legales. Por eso no se registraron en ningún sitio. Con el paso de los años, sí que surgían dudas y pleitos respecto a las propiedades de la Iglesia. Por eso, para poner orden, el estado español pidió a la Iglesia que registrara sus bienes. 

El problema es que muchos edificios eran anteriores a la creación del registro, por lo que no había documentación alguna que pudiera presentarse. El gobierno de Aznar permitió que fueran los obispos los que dieran un certificado a esas propiedades, de modo que ese papel fuera válido para registrar esos bienes ante la autoridad civil.

En muchos lugares de España hay muchos templos sin apenas actividad. ¿Qué tiene previsto hacer la Iglesia con esos templos? 

– En primer lugar, hay que decir que esto depende de cada diócesis y aun así tiene bastantes matices. Por ejemplo, los monasterios son de las órdenes religiosas y, por tanto, quedan fuera de la jurisdicción episcopal. Por otro lado, las parroquias que se cierran en entornos urbanos pueden transformarse en museos o archivos diocesanos. 

En España hay muchos lugares de culto que se han reaprovechado con un fin cultural. Tenemos el caso del Espacio Pirineos, que es la conversión de una residencia jesuita en un centro de exposiciones y formación en Graus. También tenemos el Centro de Estudios Lebaniegos, en Potes, que reutiliza la iglesia de san Vicente, mártir. O el Centro Cultural San Marcos, que adapta en Toledo la iglesia del mismo nombre.

La Sagrada Familia o la Catedral-Mezquita de Córdoba son muy visitadas por los turistas. ¿Existen datos auditados o fiables sobre el ingreso económico que produce el patrimonio de la Iglesia al estado español? 

– Hace unos años desde la conferencia la conferencia episcopal presentamos un estudio que cuantificaba este tipo de aspectos. El trabajo fue realizado por la auditora KPMG y concluía que el patrimonio de la Iglesia generaba un 2,17% del PIB. Además, los bienes inmuebles de interés cultural católicos sostienen 225.300 empleos, de los que el 71% son directos. Este tipo de datos pueden consultarse en el portal de transparencia de la CEE. Como se puede ver, la aportación es muy notable. 

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