Como señala el obispo de Ourense en la carta pastoral con motivo de la apertura del Sínodo Diocesano, en la actualidad “todo el entramado social que giraba en torno a la familia, casi todas numerosas, ha experimentado una fuerte transformación tanto en el mundo rural como urbano. Los criterios de conducta y de valores, así como el proyecto educativo nada, o muy poco tienen que ver con los de décadas anteriores. También las comunidades cristianas, la vida consagrada, el ejercicio del ministerio sacerdotal, la concepción misma de la Iglesia y de sus estructuras, las mismas parroquias rurales han experimentado un profundo cambio. Todos somos conscientes de que estamos viviendo un cambio de época que se manifiesta, especialmente, en el ámbito cultural, social y político”. Estas trasformaciones suponen un reto al que la Iglesia debe dar una respuesta, que la diócesis de Ourense quiere concretar siguiendo la llamada del Papa Francisco a vivir la sinodalidad como camino de la Iglesia.
Una vez realizada la convocatoria del Sínodo, se llevó a cabo durante un año y medio la fase preparatoria, que consistió, sobre todo, en un proceso de información y de sensibilización a toda la comunidad diocesana. Fruto de esta campaña más de 3.000 personas hicieron llegar a la secretaría general del Sínodo propuestas de posibles asuntos a tratar. Teniendo en cuenta estas sugerencias, se aprobaron las cuestiones a abordar y se dio inicio a la fase de grupos sinodales. En torno a 2.200 personas —entre laicos, religiosos y sacerdotes— participan activamente en ellos reflexionando sobre los temas expuestos y realizando propuestas para anunciar, celebrar y vivir con alegría la riqueza de la fe cristiana, desde la fidelidad al Evangelio en un lugar y tiempo concretos.
Parroquia, acción social, fe, misión
El primer bloque de temas giró en torno a la parroquia, con el fin de partir de su identidad y su realidad concreta en la diócesis de Ourense, y aventurar perspectivas de futuro. El segundo se centró en la acción caritativa y la presencia social de la Iglesia. El tercero trató sobre la celebración de la fe en los sacramentos, la vivencia del domingo, y la piedad popular.
Por último, en estos momentos, los grupos sinodales están reflexionando sobre la misión evangelizadora de la Iglesia partiendo de esta constatación: para que en Ourense se renueve el impulso evangelizador, resulta necesario un proceso de conversión personal y pastoral, recuperar la alegría de la salvación y la experiencia personal y comunitaria del encuentro con Cristo.
Este escenario lleva a afrontar la necesidad de un primer anuncio de la fe, que posteriormente debe ser acompañada tanto por parte de la familia como de la parroquia y la escuela. La finalidad es poder ir madurando a través de una catequesis continua, tanto de niños, como jóvenes y adultos, que vaya dirigida a profundizar en la experiencia de Cristo y no simplemente a transmitir una mera información.
Asamblea sinodal, en septiembre
El próximo 21 de septiembre se inaugurará, con la solemne celebración de apertura en la catedral, la asamblea Sinodal en la que representantes de los grupos y de los diferentes sectores de la vida diocesana, debatirán y votarán las proposiciones finales que serán presentadas al obispo para su aplicación.
La diócesis de Ourense, tal como señala nuestro obispo, espera que “las indicaciones programáticas concretas aprobadas por el Sínodo impulsen a presentar el anuncio de Cristo a todas las personas que viven en la geografía diocesana, de tal modo que su vida se vea iluminada por el resplandor de la fe en Jesucristo, quede transformada su existencia y, mediante el testimonio de una vida cristiana coherente, los valores del Evangelio se conviertan en una auténtica levadura que haga fermentar toda estructura personal, social, familiar y cultural de nuestros pueblos y de sus gentes”.
Breve repaso de la evangelización
En el 550 se convirtió el rey suevo Teodomiro (Karriarico). A raiz de este hecho entra en la escena de la diócesis un personaje que tendrá gran influencia en la evangelización de las tierras del sur de Galicia: el húngaro san Martín de Dumio, que predica y convierte lo que era un reducto de los suevos.
El rey convertido erige una iglesia en honor de San Martín de Tours, también húngaro, que será el patrón diocesano y que tiene, con San Martín de Dumio, muchos datos comunes en su nacimiento y en su vida. El templo es erigido cerca de Santa María Madre, edificada sobre los restos de ocho columnas de un templo pagano. El primer obispo del que se tiene noticia es el suevo Witimir, o Witimiro, que vive hacia el 570, y asiste en el 572 al Concilio Bracarense. El siglo X puede catalogarse como el siglo de Oro de la diócesis, por el florecimiento de la vida monástica. Son fieles reflejos el monasterio de San Esteban de Ribas de Sil y el monasterio benedictino de Celanova, fundado en el 937 por el obispo compostelano San Rosendo.
Los ourensanos acuden con devoción a la patrona de Ourense, Santa María Madre, en la iglesia que lleva su nombre. Se piensa que probablemente este lugar fuese el emplazamiento de la primitiva catedral de Ourense, que debía su advocación a san Martín de Tours.
Secretario general del Sínodo diocesano