Vaticano

El Óbolo de San Pedro en 2023, entre la generosidad y los retos financieros

Los datos del Óbolo de San Pedro referentes a 2023 muestran que las obras de caridad del Vaticano siguen siendo una prioridad, a pesar de las dificultades existentes para afrontar económicamente los gastos que requieren estas ayudas.

Giovanni Tridente·5 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
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Fachada del Vaticano en la que se ve la ventana desde la que el Papa saluda a los peregrinos (CNS photo / Vatican Media)

El Informe Anual 2023 del Óbolo de San Pedro publicado en los últimos días profundiza como siempre en las actividades financieras y caritativas de la Santa Sede, pero revela cómo el año pasado estuvo marcado por algunos desafíos económicos, al tiempo que sigue registrando la generosa solidaridad de los fieles de todo el mundo.

En conjunto, el documento certifica unos ingresos de 52 millones de euros, de los cuales 48,4 millones proceden de donaciones directas y 3,6 millones de ingresos financieros. Sin embargo, los gastos superaron con creces los ingresos, alcanzando los 109,4 millones de euros. Esto provocó un déficit de 57,4 millones, lo que obligó a la caja a retirar 51 millones de sus activos para cumplir sus compromisos caritativos.

Las donaciones al Óbolo reflejan el carácter universal de la Iglesia católica. Las diócesis siguen siendo la principal fuente de aportaciones (64,4 %), seguidas de las fundaciones (28,8 %). Estados Unidos encabeza la clasificación de países donantes con 13,6 millones de euros, seguido de Italia (3,1 millones) y Brasil (1,9 millones). También son significativas las aportaciones de Alemania, Corea del Sur y Francia, lo que demuestra un compromiso verdaderamente global con la misión de la Iglesia.

Proyectos benéficos

A pesar de las dificultades financieras, el Óbolo ha mantenido su compromiso de apoyar obras de caridad. En 2023, se destinaron 13 millones de euros a 236 proyectos en 76 países. África fue la principal beneficiaria, recibiendo el 41,6 % de los fondos para proyectos de ayuda directa, seguida de Asia (21,4 %) y Europa (18,5 %).

En concreto, los proyectos se centraron en tres áreas principales: extensión de la presencia evangelizadora (43 % de los fondos), con la construcción de nuevas iglesias y estructuras pastorales en países como Guatemala, Tanzania y Albania; proyectos sociales (33 %), que incluyen iniciativas como el apoyo al proyecto «Hospitales abiertos» en Siria y programas de asistencia a mujeres embarazadas en México; y, por último, apoyo a las Iglesias locales en dificultades (24 %), con la financiación de actividades como la renovación de seminarios y casas religiosas en países como Congo, Angola y Sri Lanka.

Apoyar la misión apostólica

Un dato significativo se refiere al apoyo a la misión apostólica del Santo Padre: 90 millones de euros, es decir, el 24 % del total de los gastos de los Dicasterios y entes vaticanos (370,4 millones), fueron cubiertos por el Óbolo.

Estos fondos han contribuido a varias áreas consideradas cruciales: 35 millones para el apoyo a las Iglesias locales en dificultad; 12 millones para el culto y la evangelización; 11 millones para la difusión del mensaje; 9 millones para las nunciaturas apostólicas y 8 millones para el servicio a la caridad.

Impacto humanitario y retos futuros

A través de los Dicasterios de la Curia Romana, el Papa Francisco ha donado un total de unos 45 millones de euros para obras de caridad en 2023. Sin embargo, este compromiso constante con los más necesitados se topa con una realidad financiera cada vez más compleja. El déficit registrado también en 2023 plantea dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo del actual modelo de financiación.

De hecho, la necesidad de recurrir a los activos para cubrir los gastos corrientes puede obligar a la Santa Sede a revisar sus estrategias de recaudación de fondos y la forma de distribuir los recursos.

Transparencia y confianza

Esto no quita que la publicación detallada de estos datos confirme el deseo de transparencia, permitiendo a creyentes y benefactores saber cómo se utilizan los recursos. Es también una forma de mantener y reforzar la confianza de los propios donantes. En el entendimiento de que, mientras la Iglesia sigue respondiendo a las crecientes necesidades humanitarias en todo el mundo, será crucial equilibrar la generosidad con una gestión financiera prudente para garantizar la continuidad de la misión evangelizadora a largo plazo.

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