Cine

Antonio Cuadri: «Las oblatas rompen los estereotipos de la gente»

Antonio Cuadri es el director de la película “Si todas las puertas se cierran”, un proyecto cinematográfico emocionante con un mensaje muy claro: la gratuidad del amor.

Paloma López Campos·26 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Oblatas película

Un fotograma de la película "Si todas las puertas se cierran"

Hay una película que “cuenta la historia de tres mujeres, separadas aparentemente en el tiempo y en el espacio, pero que acaban confluyendo en su proceso por encontrase a sí mismas. Las tres tendrán que escuchar una llamada interior que les exige enfrentarse a sus miedos y ser las verdaderas protagonistas de su vida, abriendo caminos nuevos de transformación y liberación”. Así explican en la página web la trama de “Si todas las puertas se cierran”, la nueva película de Antonio Cuadri.

Cuadri es guionista y director de cine. Entre sus trabajos hay títulos como “La gran vida”, “El corazón de la tierra” o “Thomas vive”. Ahora presenta su nuevo proyecto, involucrado con las hermanas oblatas del Santísimo Redentor.

Las oblatas viven en comunidad y dedican sus vidas a llevar el Evangelio a las mujeres que ejercen la prostitución y/o son víctimas de trata. Su fundadora inspira el mensaje de esta película, tal como explica Antonio Cuadri en esta entrevista con Omnes.

¿Cómo se deciden a realizar este proyecto?

–Este proyecto tiene sus raíces hace nueve o diez años. Mi mujer es educadora social y colaboradora operante y voluntaria con la congregación religiosa de las Oblatas del Santísimo Redentor. Yo entré en contacto con el trabajo de estas religiosas y me impresionó mucho. Fui testigo de un acompañamiento que hicieron.

Ellas intentan integrar socialmente a las mujeres en prostitución, especialmente a las que son víctimas de trata. Hacen un trabajo maravilloso, muy silencioso y callado. Rompen el estereotipo que tiene mucha gente, de unas monjas adoctrinando a unas chicas descarriadas. Para nada es así.

Cartel de la película

La actitud tan humilde y silenciosa, ese acompañamiento, me impresionó mucho. Entonces empezamos a ver la posibilidad de hacer una acción de voluntariado a través de una película.

Unos años después de ese primer contacto, las oblatas celebraban en Ciempozuelos (Madrid, España) el 150 aniversario de la apertura de la primera casa de acogida que abrieron, en el siglo XIX. Con este motivo, yo escribí una pequeña obra de teatro, que ha sido el origen del guión de “Si todas las puertas se cierran”.

Ya entonces se vislumbraba que de marzo del 2022 a marzo de 2023 sería el año del bicentenario del nacimiento de la fundadora, Antonia María de Oviedo y Shönthal

La historia de la fundadora es maravillosa, de película. Con mucho esfuerzo y dedicación, y con la colaboración desinteresada de mucha gente, tanto del equipo técnico como de los artistas, hemos hecho realidad esta película.

¿Qué fue lo más importante a la hora de escribir esta historia?

–Hay dos religiosas oblatas, Marisa Cotolí e Inmaculada Ruiz de Balugera, que han colaborado con Claudio Crespo y conmigo, que somos los guionistas.

Lo más importante a la hora de escribir el guión era ser fiel al carisma y a la misión que tienen las oblatas, a su enfoque. Este es el acompañamiento y la ayuda.

Ellas no querían hacer una película sobre la historia de la fundadora, sino sobre la actualidad y la pervivencia que tiene la obra y el mensaje de Madre Antonia en la actualidad.

Queríamos hacer algo muy vivo. De hecho, el guión se estructura en tres niveles. Por una parte está la historia de la fundadora en el siglo XIX, que es la parte de época. Y de ahí saltamos a dos historias actuales, todo basado en hechos reales. Está la historia de una nigeriana en España, víctima de trata, y la de una profesora joven que ayuda a la hija de esa mujer. Ellas entran en contacto con las oblatas y de ahí se conecta con la fundadora.

¿Por qué es actual la historia de la Madre Antonia? ¿Cuál es el mensaje que nos puede aportar hoy Madre Antonia, tantos años después?

–Yo creo que, aunque no esté muy de moda, el amor, la gratuidad en el amor en clave del mensaje cristiano, es algo eterno. Podría ser una paradoja para muchas personas que quizá no conocen suficientemente la acción social de la Iglesia. Creo que dar visibilidad a este mensaje es muy interesante.

La historia de la película es muy delicada. Habláis de prostitución, de niños con depresión infantil… ¿Hay dificultades especiales al llevar a la gran pantalla una historia así?

–Yo creo que el límite está en el buen gusto. Hay que sugerir, más que mostrar. Hay que hacerlo de una forma muy respetuosa, pero a la vez, muy valiente. Estamos mostrando una realidad muy dura, pero tenemos la conciencia de que estamos mostrando una historia de superación. Hay un mensaje positivo: si todas las puertas, al final algo se abre. Es un mensaje alentador, luminoso.

Estamos en las antípodas de lo que podría ser un tratamiento morboso. La realidad se muestra, es bastante evidente, pero nos guiamos por la elegancia, por el buen gusto, y siempre planteando esa puerta de esperanza.

¿Qué ilusión tiene con este proyecto? ¿Qué espera que se lleven los espectadores a casa?

–Sería muy bonito que los espectadores conocieran la labor de las oblatas. En un mundo lleno de tantos intereses, es bonito invitar a que la mirada de los espectadores se deposite en estas mujeres que hacen una labor con una fe y un cariño tan grandes.

En segundo lugar, el proyecto es una llamada al voluntariado. Y, por último, sería estupendo que el público captase esa llamada al amor que hay en esta historia. Es muy emocionante ver cómo estas mujeres, movidas por su fe, sienten en profundidad el dolor de otras mujeres, pero no se quedan en eso, sino que actúan y dedican su vida a ofrecer otras alternativas y a la integración social.

Todo esto me parece lo suficientemente importante como para invitar a los espectadores a ver la película. Los beneficios están al servicio de la obra social de las oblatas. Pero quiero que se sepa que ir al cine a ver esta película es, de alguna manera, apoyar el proyecto que ellas tienen.

Esta película busca emocionar, pero no buscando la emoción por la emoción. Es una emoción compartida con empatía y con la maravillosa capacidad de solidaridad que tienen las oblatas.

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