El 7 de julio el Departamento de Seguridad Interna de EUA (DHS, por sus siglas en inglés) anunció la implementación de nuevos procesos de reunificación para los familiares de residentes en EUA originarios de Colombia, El Salvador, Guatemala y Honduras. Los ciudadanos que vivan en dichos países, y cuyos familiares hayan solicitado previamente su presencia en EUA por motivos de reunificación familiar, podrán ser candidatos a obtener un permiso de permanencia temporal mientras esperan sus documentos de residencia permanente.
Según DHS, estos permisos se otorgarán «de manera discrecional individual y temporal cuando se demuestra que existen razones humanitarias urgentes o de beneficio público y se comprueba que el beneficiario lo amerita», indicaron las autoridades norteamericanas. Los procesos legales de reunificación familiar, dependiendo de la situación legal de cada persona en EUA, suelen ser muy complejos y obtener un permiso para un familiar que vive en el extranjero puede durar varios años o incluso décadas, dependiendo del país de origen y del estatus legal del peticionario en los EUA.
El objetivo de este y otros programas migratorios, recientemente implementados en la presente administración, tienen como fin hacer más expeditos algunos procesos y reducir la migración indocumentada, la cual, salvo durante el periodo de pandemia, se ha multiplicado a niveles sin precedentes, particularmente de personas procedentes de México y Centroamérica.
Esta nueva iniciativa migratoria fue acogida con beneplácito por los obispos norteamericanos. El obispo Mark J. Seitz de El Paso, presidente del Comité de Migración de la Conferencia Episcopal de los EUA, señaló que la familia, además de ser la célula fundamental de la sociedad, es uno de los valores fundacionales del sistema migratorio norteamericano. «Las relaciones familiares contribuyen decididamente a la sólida construcción de una sociedad humana que vive en comunión», dijo Mons. Seitz.
El prelado también precisó que esta y otras nuevas propuestas migratorias dan prueba de que los retrasos en dichos procesos siguen planteando desafíos insostenibles. La única solución a largo plazo, indicó, es una reforma migratoria integral, autorizada por el Congreso: «Mis hermanos obispos y yo, junto con la gran mayoría de los líderes cívicos y estadounidenses, sabemos que en última instancia la única solución verdadera y sostenible a estos retos es una reforma migratoria integral. Es una tarea difícil, pero no imposible», concluyó Mons. Seitz.
Se estima que hasta el 2023, más de 11 millones de personas viven en los EUA sin los permisos legales necesarios. Al no contar con estos, aun trabajando a la sombra del sistema legal y pagando impuestos, no pueden obtener otros papeles básicos (licencia, documento de identidad) para acceder a servicios como la educación pública para ellos o la seguridad social. La última reforma migratoria integral en los EUA data de 1986 y fue el mecanismo por medio del cual 2.7 millones de personas que llegaron sin documentos al país antes de 1982, obtuvieron un estatuto legal.